Lecturas de hoy. Martes 21 de Mayo de 2024

Seguir a Cristo es difícil, pero sólo el que se hace pequeño como él conseguirá cosas grandes

Basílica de San Pedro en el Vaticano.
Basílica de San Pedro en el Vaticano.
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del Martes de la VII Semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol Santiago (4,1-10):

¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios? El que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No en vano dice la Escritura: «El espíritu que Dios nos infundió está inclinado al mal.» Pero mayor es la gracia que Dios nos da. Por eso dice la Escritura: «Dios se enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes.» Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; hombres indecisos, purificaos el corazón, lamentad vuestra miseria, llorad y haced duelo; que vuestra risa se convierta en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos ante el Señor, que él os levantará.


Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 54,7-8.9-10a.10b-11.23

R/. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará

Pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto.» 

R/. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará

 

«Me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.» 

R/. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará

Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre sus murallas. 

R/. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará

Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga. 

R/. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

Palabra del Señor

Comentario

Las palabras del Señor son claras, pero el evangelista hace notar que “ellos no entendían sus palabras y temían preguntarle”. Se resisten a admitir lo que Jesús les está diciendo. ¡Qué distinta es la lógica de Dios, que cuenta con el sufrimiento como camino a la gloria, frente a la lógica humana que rehúsa aceptar lo que no se desea ni complace los propios gustos!

Mientras Jesús se dirige decididamente hacia la Cruz ninguno de ellos se compadece de los sufrimientos que aguardan al Maestro y se apresta a servirle de apoyo, sino que enmarañan entre sí buscando egoístamente el propio provecho. ¡Qué torpes! Hubieran merecido justamente el rechazo de Jesús, pero no sucedió así. A pesar de sus evidentes limitaciones personales, Jesús no les retiró su confianza. “Qué decepción la de Cristo. Sin embargo –observa Mons. Ocáriz– les confió la Iglesia, como nos la confía ahora a nosotros, que también caemos en disputas y división”.

“¿Qué nos dice todo esto? –se preguntaba Benedicto XVI– Nos recuerda que la lógica de Dios es siempre ‘otra’ respecto a la nuestra, como reveló Dios mismo por boca del profeta Isaías: ‘Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos’ (Is 55, 8). Por esto, seguir al Señor requiere siempre al hombre una profunda conversión –de todos nosotros–, un cambio en el modo de pensar y de vivir; requiere abrir el corazón a la escucha para dejarse iluminar y transformar interiormente”.

Jesús tiene paciencia con los defectos de aquellos hombres, y les explica su lógica, la lógica del amor que se hace servicio hasta la entrega total: “Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último de todos y servidor de todos” (v. 35). “¿No os enamora este modo de proceder de Jesús? –comenta san Josemaría– Les enseña la doctrina y, para que entiendan, les pone un ejemplo vivo. Llama a un niño, de los que correrían por aquella casa, y le estrecha contra su pecho. ¡Este silencio elocuente de Nuestro Señor! Ya lo ha dicho todo: Él ama a los que se hacen como niños. Después añade que el resultado de esta sencillez, de esta humildad de espíritu es poder abrazarle a Él y al Padre que está en los cielos”.

Dios, que es realmente grande, no teme abajarse y hacerse el último. Jesús se identifica con el niño. Él mismo se ha hecho pequeño. En cambio, nosotros, que somos pequeños, nos creemos grandes y aspiramos a ser los primeros porque somos orgullosos. Seguir a Cristo es difícil, pero sólo el que se hace pequeño como él hará cosas grandes.

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