Lecturas de hoy. Viernes 6 de septiembre de 2024

“Vendrán los días en que les será arrebatado el esposo”. Aspiremos al encuentro definitivo con Jesús, en el que ya no habrá ayuno, porque viviremos con Dios para siempre.

Altar Mayor. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada
Altar Mayor. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del Viernes de la XXII Semana del Tiempo Ordinario

Viernes, 30

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,1-5):

Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador, lo que se busca es que sea fiel. Para mí, lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor. Así, pues, no juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios.


Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 36,3-4.5-6.27-28.39-40

R/. El Señor es quien salva a los justos

Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. 

R/. El Señor es quien salva a los justos

 

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía. 

R/. El Señor es quien salva a los justos

Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles. 

R/. El Señor es quien salva a los justos

El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. 

R/. El Señor es quien salva a los justos

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,33-39):

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.»
Jesús les contestó: «¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán.»
Y añadió esta parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: «Está bueno el añejo.»»

Palabra del Señor

Comentario

El evangelio de hoy nos recuerda una controversia de algunos fariseos con Jesús. Justo antes, Lucas ha hablado de la vocación de Mateo y de la comida que organiza en su casa. Los fariseos habían echado en cara a los discípulos de Jesús haber comido con publicanos y pecadores y de romper las tradiciones, pero Jesús les había confiado que los que necesitaban médico eran los enfermos.

Esta actitud de los fariseos, aparentemente producto del celo por la ley, desvela, por un lado, falta de conocimiento del sentido de la ley y, como se ve por los evangelios, falta de rectitud de intención. Para esos fariseos, el ayuno tenía un valor absoluto en sí mismo. Ahora bien, ellos también modificaban esos ayunos en ocasiones especiales. Jesús les hace ver que el “esposo” está presente. El “esposo” es él mismo. Él es el mesías, él va a desposar a la Iglesia. El ayuno tiene un sentido, un contexto de penitencia, y ahora, mientras él está con los discípulos, es tiempo de alegría.

Aquellos fariseos no reconocían en Jesús a nadie importante. Nuestras obras manifiestan lo que hay en nuestro corazón. Si vamos a misa y tenemos fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, llegamos a la hora, nos presentamos con elegancia, participamos activamente, nos comportamos con respeto. Las cosas grandes han de ser celebradas. También con banquetes que sean una auténtica acción de gracias a Dios, que ha hecho los alimentos para nosotros, y con los que ha querido decirnos que la vida del hombre es siempre un regalo de alguien que nos ama y es generoso.

Las últimas palabras del evangelio nos animan a profundizar en la novedad de la presencia de Cristo entre nosotros. El ayuno, práctica tradicional judía, es bueno, y los cristianos lo vivimos con ese buen espíritu, pero a lo que aspiramos es a un tiempo de alegría, en el que el ayuno haya perdido su sentido porque ya viviremos con Dios para siempre.

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