Lecturas de hoy. Miércoles 30 de julio de 2024

“El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en el campo”. La vocación personal es una luz de Dios que nos abre a una visión nueva de la vida. Recibirla con amor es como encontrar una perla preciosa de valor infinito

COLEGIATA DE SANTA MARÍA (Talavera de la Reina)
COLEGIATA DE SANTA MARÍA (Talavera de la Reina)
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del Miércoles de la XVII Semana del Tiempo Ordinario

Miércoles

Primera lectura

Lectura del profeta Jeremías (15,10.16-21):

Ay de mí, ¡madre mía!, ¿por qué me diste a luz? Soy hombre que trae líos y contiendas a todo el país. No les debo dinero, ni me deben; ¡pero todos me maldicen! Cuando me llegaban tus palabras, yo las devoraba. Tus palabras eran para mí gozo y alegría, porque entonces hacías descansar tu Nombre sobre mí, ¡oh Yavé Sabaot! Yo no me sentaba con otros para bromear, sino que, apenas tu mano me tomaba, yo me sentaba aparte, pues me habías llenado de tu propio enojo. ¿Por qué mi dolor no tiene fin y no hay remedio para mi herida? ¿Por qué tú, mi manantial, me dejas de repente sin agua?
Entonces Yavé me dijo: «Si vuelves a mí, yo te haré volver a mi servicio. Separa el oro de la escoria si quieres ser mi propia boca. Tendrán que volver a ti, pero tú no volverás a ellos. Haré que tú seas como una fortaleza y una pared de bronce frente a ellos; y si te declaran la guerra, no te vencerán, pues yo estoy contigo para librarte y salvarte. Te protegeré contra los malvados y te arrancaré de las manos de los violentos.»


Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 58,2-18

R/. Dios es mi refugio en el peligro

Líbrame de mi enemigo, Dios mío,
protégeme de mis agresores;
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios. 

R/. Dios es mi refugio en el peligro

 

Mira que me están acechando
y me acosan los poderosos.
Sin que yo haya pecado ni faltado, Señor,
sin culpa mía, avanzan para acometerme. 

R/. Dios es mi refugio en el peligro

Estoy velando contigo, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar;
que tu favor se adelante, oh Dios,
y me haga ver la derrota del enemigo. 

R/. Dios es mi refugio en el peligro

Yo cantaré tu fuerza,
por la mañana aclamaré tu misericordia:
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro. 

R/. Dios es mi refugio en el peligro

Y tañeré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar. 

R/. Dios es mi refugio en el peligro

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-46):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»

Palabra del Señor

Comentario

Jesús va hablando del Reino de los Cielos mediante parábolas y comparaciones claras y sencillas, muy gráficas, que pueden ser recordadas con facilidad, y que permiten volver sobre ellas una y otra vez para sacar consecuencias y concretar propósitos.

Dios tiene un plan para cada persona, para cada uno de nosotros, para hacernos felices en su Reino y trabajando por su Reino, que se concreta en la propia vocación personal. A lo largo de la vida nos va desvelando sus planes hasta que llega el momento en que nos encontramos de frente con ese regalo preparado desde toda la eternidad. Somos libres y podemos acogerlo o rechazarlo.

De una parte, percibimos la hermosura del horizonte que se abre ante nosotros. De otra, las renuncias que implica dejar todas las cosas para dedicarnos con todas las fuerzas a aquello que el Señor nos pone por delante. Jesús, presentándonos la reacción lógica de quien encuentra un tesoro escondido o una perla preciosa, nos ayuda a decidir.

La llamada de Dios es algo preciosísimo. “Si me preguntáis cómo se nota la llamada divina -dice san Josemaría-, cómo se da uno cuenta, os diré que es una visión nueva de la vida. Es como si se encendiera una luz dentro de nosotros; es un impulso misterioso, que empuja al hombre a dedicar sus más nobles energías a una actividad que, con la práctica, llega a tomar cuerpo de oficio. Esa fuerza vital, que tiene algo de alud arrollador, es lo que otros llaman vocación”.

Por eso, san Josemaría nos hace notar que “es pues nuestra llamada, cuando la hemos sabido recibir con amor, cuando la hemos sabido estimar como cosa divina, una piedra preciosa de valor infinito. Esta llamada es un tesoro escondido que no encuentran todos. Lo encuentran aquellos a quienes Dios verdaderamente elige: se pedirá cuenta de mucho a quien mucho se le entregó”.

Hoy, las palabras de Jesús nos hacen caer en la cuenta de lo valioso que es lo que Dios nos ofrece cuando nos llama, y nos invitan a considerar que vale la pena jugarse todo por conseguirlo: es la perla que el mercader adquiere a costa de vender lo que posee, es el tesoro hallado en el campo.

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