La documentación oficial del caso Ureña y su renuncia a la diócesis de Zaragoza

Resulta muy relevante el papel del jesuita Germán Arana, en contacto con Omella y Elías Yanes, y el informe que envió al Papa Francisco

Mons. Manuel Ureña, arzobispo emérito de Zaragoza.
La documentación oficial del caso Ureña y su renuncia a la diócesis de Zaragoza.
  1. La documentación oficial
  2. Correos del P. Arana
  3. Despido de la Notaria
  4. El cáncer del seminario
  5. Nombramiento de nuevo arzobispo
  6. Carta al Papa Francisco
  7. La sede primada de Toledo
  8. El párroco de Épila
  9. Omella, al tanto
  10. Requeridos para elaborar un informe
  11. “Caso Zaragoza”
Mons. Manuel Ureña, arzobispo emérito de Zaragoza.
Mons. Manuel Ureña, arzobispo emérito de Zaragoza.

Si hay un caso paradigmático y pendiente de aclarar en la Iglesia en España reciente, en orden también a una posible justicia restauradora, es el de la renuncia de monseñor Manuel Ureña al gobierno pastoral de la diócesis de Zaragoza en 2014.

El Papa Francisco aceptó esa renuncia el 12 de noviembre de 2014. Sede para la que Ureña había sido nombrado el 2 de abril de 2005, después de haber sido el primer obispo de Alcalá de Henares (1991-1998) y posteriormente obispo de Cartagena-Murcia (1998-2005).

Su renuncia a la sede Cesaraugustana fue un acto inusual. ¿Cuáles fueron los motivos que llevaron al Papa a pedir la renuncia de monseñor Ureña? ¿Cómo se gestó esa renuncia? ¿Quiénes intervinieron en ese proceso?

La documentación oficial

Religión Confidencial ha accedido a gran parte de la documentación oficial de este caso, que conmocionó no sólo a la diócesis de Zaragoza sino también a la Iglesia en España.

Una renuncia que causó, en su momento, un fuerte impacto tanto en esa diócesis aragonesa como en el episcopado español, entre otras razones por lo inusual del proceso al margen de los cauces oficiales. Un caso sobre el que se publicaron no pocas noticias y comentarios.

Correos del P. Arana

 En las actas de notificación y requerimiento de la completa documentación del proceso, n. 1824, firmado por el Notario José Manuel Martínez Sánchez, consta un correo electrónico, fechado el 21 de junio de 2015, escrito por el jesuita P. Germán Arana, dirigido al entonces Vicario Judicial de la Archidiócesis de Zaragoza, Roberto Ignacio Ferrer Sarroca.

El jesuita P. Arana le dice: “te adjunto la carta que acabo de mandarle a Don Vicente” (Vicente Jiménez Zamora, en ese momento ya arzobispo de Zaragoza, sustituto de Ureña Pastor).

Y añade: “Más adelante se la comentaré a Don Elías, pero por el momento es mejor guardar silencio con todos, incluso con él”. 

Monseñor Elías Yanes era en ese momento arzobispo emérito de Zaragoza. Falleció el 9 de marzo de 2018.

 

Despido de la Notaria

En la carta, incluida en la documentación notarial a la que ha tenido acceso Religión Confidencial, el P. Arana le refiere a monseñor Jiménez Zamora que le ha llamado Roberto Ferrer para comunicarle el despido de la Notaria del Tribunal de Zaragoza, María del Carmen Amador.

También dice el P. Arana que ha hablado con él el sacerdote Antonio Más, que confirma “la altura de miras, inteligencia, sentido de la justicia y amor a la Iglesia con la que Doña María del Carmen Amador supo moverse, con el apoyo de su superior inmediato, el juez eclesiástico D. Roberto Ferrer, con respecto a la situación del diácono D. Daniel Peruga, y su relación con el Arzobispo, D. Manuel Ureña Pastor”, que “fueron claves para concluir con el proceso de información sobre la actividad del Arzobispo Ureña. Proceso que concluyó, como Ud. sabe con la gravísima provisión del Santo Padre de pedirle la inmediata dimisión”.

En esta carta, el P. Arana hace la siguiente memoria de los hechos que motivaron que el Papa le pidiera la renuncia a monseñor Ureña.

El cáncer del seminario

Arana, que figura como Director del Seminario Pontificio Comillas,  afirma que “desde hace más de diez años, voy recogiendo las lágrimas escondidas y hondas de grandes hombres de Iglesia como Elías Yanes, Carlos Salazar, ya difunto, y otros sacerdotes íntegros que por su juventud no cito para no significarlos. Puede propiciar en su momento una investigación de la Congregación para la Educación Católica, cuando les competía aún la responsabilidad de los Seminarios. Con la salida de los Operarios, el Seminario de Zaragoza se convirtió en el paradigma de todo lo que no se tiene que hacer en la formación sacerdotal. Hasta el punto que la Congregación decidió una Visita Canónica que fue frenada por el cardenal Rouco y otros altos eclesiásticos que no conocían la situación real del Seminario y de la archidiócesis. El cáncer del seminario se ha extendido a un presbiterio joven, poco motivado e inconsistente, con unos cuantos homosexuales activos, que han sido sistemáticamente protegidos”.

Lo más grave viene a continuación. Escribe el P. Arana sobre los motivos de la renuncia de Ureña. “Lo más dramático de Zaragoza -señala- es que el mayor daño ha venido de la cabeza. Como había sucedido antes en Alcalá, Don Manuel protegió a sacerdotes de vida escandalosa, llamó al ministerio a candidatos indignos, compró favores con dinero, insultó a quienes le obstaculizaban el ascenso, como un mafioso se declaró dueño de la diócesis, y extendió una tela de araña corrompida con dinero, comilonas y favores varios, protegiendo un lobby homosexual en la diócesis, en cuyo seno su misma persona no está libre de sospechas. Yo mismo he llegado a la conclusión de que la petición que me hizo el Santo Padre de ayudar espiritualmente a don Manuel no va a dar ningún resultado”.

Nombramiento de nuevo arzobispo

Se trata de una carta dirigida a monseñor Jiménez Zamora, que, recordemos, acababa de tomar la decisión de prescindir de María del Carmen Amador en el arzobispado, y a quien el P. Arana le recuerda que “su nombramiento como Arzobispo, querido D. Vicente, nada tiene que ver con el plácido coronamiento de una meritoria carrera. Fue decisión directa y personal del Santo Padre, fuera enteramente de los cauces ordinarios, para restaurar una Iglesia profundamente herida. A resultas de una consulta muy restringida, las personas consultadas le orientaron hacia Ud. por su probidad, por rectitud, por su inteligencia, independencia de juicios y sentido pastoral”.

El P. Arana señala que “de una manera discreta he tratado de fomentar esta comunión y la adhesión a su persona con todos los que he podido hablar. Incluso hace tres días con el Sr. Nuncio a quien le ponderé su manejo de una situación sumamente difícil que requiere tiempo y buen hacer para irse encarrilando”.

Carta al Papa Francisco

Dentro de la documentación oficial del caso, esta versión de lo que motivó el proceso a monseñor Ureña aparece más en extenso en la carta informe que el citado jesuita escribe al Papa Francisco, que aparece adjunta a un correo con fecha de 26 de octubre de 2014.

En ese Informe al papa, el P. Arana hace inicialmente un pormenorizado detalle de por qué se implica en este asunto. “Hace cinco años, al tiempo que yo ejercía mi ministerio en la Gregoriana, unos sacerdotes amigos me enviaron a Roma para su recuperación a D. Jesús Gracia, por entonces Rector del Seminario de Zaragoza”.

La sede primada de Toledo

Más adelante abunda en esta cuestión: “Para confirmar el alcance de aquella situación me puse en contacto con Mons. Elías Yanes, el Arzobispo emérito, el Vicario Episcopal D. Carlos Salazar -ya difunto- y el Espiritual del Seminario D. Edilio Mosteo” para ratificar lo que estaba pasando en Zaragoza.

El P. Arana le recuerda al Papa su intervención en la frustrada visita apostólica de la Congregación para la Educación Católica al seminario de Zaragoza, anteriormente aludida. “Al menos aquella iniciativa sirvió -apunta- para cercenar el camino de D. Manuel hacia la sede Primada de Toledo. Un camino que entonces parecía expedito en los medios eclesiásticos. La reacción de D. Manuel fue incalificable”, le dice Arana al Papa.

“Son muchos los testigos -sigue escribiendo- que en privado y en público escucharon sus lamentos por su “carrera” (sic) truncada, y sus turpiloquios insultantes a los obispos que él suponía habían informado a Roma”.

El párroco de Épila

Pero la causa inmediata de todo el proceso contra Ureña está, después de mantuviera Arana una entrevista con monseñor Elías Yanes, en que “por ese tiempo, el Sr. Obispo de Barbastro, hombre probo y de gran rectitud moral y pastoral me envió un diácono de la diócesis de Zaragoza, natural de Barbastro, recusado por el Arzobispo, para examinarlo si procedía recibirlo y/o incardinarlo más adelante en su diócesis de origen. El resultado del examen figura en la copia adjunta de mis carta a monseñor Alfonso Millán Sorribas: un diácono abusado sexualmente y sometido a vejaciones por su párroco, D. Miguel Ángel Barco López. Informado el Arzobispo, se limita a querer “tapar” el asunto sacando al diácono de la parroquia y tratando de acomodarlo económicamente impidiéndole la provisión de ninguna medida cautelar”.

A partir de ese momento, el P. Arana profundiza sobre el perfil sacerdotal de D. Miguel Ángel Barco, párroco de Épila, sobre las relaciones con el diácono Daniel Peruga, y sobre una serie de personas que rodeaban a Ureña, como el que fuera su secretario en Alcalá, el sacerdote Gonzalo Rupérez.

Pero sobre todo se prodiga de describir acontecimientos y hechos sobre don Manuel Ureña. Detalles que por razones de conciencia periodística no vamos a reproducir.

En la documentación que consta en poder de Religión Confidencial está también la carta informe que el P. Arana escribiera al entonces obispo de Barbastro-Monzón, monseñor Alfonso Millán, con fecha de 10 de octubre de 2014, sobre la situación personal del diácono Daniel Peruga Martí.

Omella, al tanto

A la constante interlocución del jesuita P. Arana con el Vicario Judicial de Zaragoza en ese momento, Roberto Ferrer, cabeza de quienes redactaron el informe final contra Ureña, se añade lo referido al hoy cardenal Juan José Omella, que, según la reproducción en acta notarial de los whatsapps, y de los correos electrónicos que se intercambia Omella con Ferrer en los días previos a que se haga público la aceptación de la renuncia de monseñor Ureña por parte del Papa, estaba al tanto del proceso.

Por ejemplo el 24 de octubre de 2014, Juan José Omella le dice a Roberto Ferrer: “Ya sé que no paráis en recogida de datos. Ánimo. Va todo, por lo que veo, por buen camino. Seguid así. Ojalá logremos salvarlo todo. Un abrazo”.

Requeridos para elaborar un informe

Para completar el cuadro de intervinientes y procesos, hay un dato añadido que aparece en uno de los documentos del recurso y defensa de los tres condenados, Roberto Ferrer, Mas Arrondo y María del Carmen Amador Gil, ante el Tribunal de Rota, con protocolo 24.089.

Vicente Fasano, abogado defensor, en el elenco de hechos, asegura que “fue en el año 2014 cuando, al ir a entregar el expediente de referencia al papa Francisco Monseñor Fernando Chica Arellano, a la sazón jefe de la Sección española y encargado de asuntos de lengua española en la Secretaría de Estado de la Santa Sede, consideró la conveniencia de completar el expediente con el testimonio de algunas personas de Zaragoza que conociesen bien los últimos hechos y circunstancias que se estuvieran dando en ese momentos en la diócesis”.

Por lo tanto, “los encargados  de terminar el expediente entendieron que María del Carmen Amador Gil, laica, y los sacerdotes diocesanos, D. Roberto Ignacio Ferrer Saroca y D. Antonio Mas Arrondo, eran conocedores de la situación que interesaba y, a mediados de Octubre de 2014, fueron requeridos, desde instancias de Secretaría de Estado del Vaticano, para que elaborasen por separado un informe dirigido al Papa Francisco acerca de la situación de la diócesis zaragozana y de los hechos últimos acaecidos en ella que conocieran y en los que Mons. Ureña les hubiera pedido interviniesen”.

A primeros de noviembre de 2014, “atendida la solicitud de Roma -siempre según el abogado defensor de los citados-, “los informes solicitados a los tres habían llegado a Mons. Fernando Chica que los unió al expediente que entregó al Papa Francisco”, que decidió, en una audiencia privada con monseñor Manuel Ureña, pedirle que presentara la renuncia.    

“Caso Zaragoza”

Tal como contó Religión Confidencial, el pasado 7 de mayo la Rota Romana comunicó la confirmación de la sentencia dictara por la Rota de la Nunciatura Apostólica en España contra el ex vicario judicial de Zaragoza, Roberto Ferrer Sarroca, la ex notaria de ese tribunal, María del Carmen Amador Gil, y el sacerdote, profesor del Centro de estudios CRETA, Antonio Mas Arredondo, en el llamado “Caso Zaragoza”.

Los tres citados, por indicaciones del cardenal Juan José Omella y del jesuita P. Germán Arana, elaboraron un informe que hiciera al Papa pedir la renuncia de monseñor Manuel Ureña como arzobispo de Zaragoza, unos hechos a los que los implicados dieron relevancia mediática y que, por tanto, se recogieron en la prensa local.

Cuando llegó el nuevo arzobispo, Vicente Jiménez Zamora, consideró que estas tres personas formaban un grupo de presión y estaban implicados en prácticas susceptibles de ser denunciadas como punitivas penalmente. Condenados por la Rota de la Nunciatura Apostólica de España, recurrieron a la Rota Romana, que ha ratificado esa decisión.

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