Una embajadora para reformar los Acuerdos

Isabel Celaá.
Isabel Celaá.

Si se confirma la noticia publicada por eldiario.es, que sobre lo que hace la entente ideológica del Gobierno suele estar bien enterado, Isabel Celaá será nueva Embajadora de España ante la Santa Sede.

Ni por asomo se puede comparar a la Celaá de Pedro Sánchez con el Paco Vázquez de Rodríguez Zapatero. Se dice que Celaá es católica practicante y que conoce de cerca el mundo de la Iglesia. Pero lo que ha demostrado con su larga trayectoria en los gobiernos iniciales de Sánchez es que puede más en ella el perfil ideológico que el técnico.

Quienes se han sentado a hablar con ella sobre la educación, sobre la Ley Celaá y sus desarrollos, y lo han hecho después con Pilar Alegría, destacan la diferencia de talante entre una y otra. A favor de la segunda, por supuesto.

Una de las preguntas que sugiere este sorpresivo nombramiento es si Celaá va a ser la embajadora de la reforma de los Acuerdos entre la Iglesia y el Estado.  El perfil encaja a la perfección, con lo que blanco y en botella.

Por más que se repita desde las terminales oficiales del Gobierno que no está previsto abrir este melón, no hay que descartar que en los previos de las próximas elecciones, unas elecciones en las que tendrán que echar el resto, el Gobierno, para movilizar y afianzar a su electorado de izquierdas, saque a pasear la reforma de los Acuerdos.

Una reforma dialogada, con buen rollito, por parte del Gobierno y de la Iglesia, claro está. Que los vientos en la Conferencia Episcopal siguen soplando en la dirección de no buscar problemas. Aunque todo tiene un límite, o debiera tenerlo.

Y ahí entre en escena el tándem Félix Bolaños-Isabel Celaá, una combinación perfecta para dar un salto cualitativo en el proceso de colocar a la Iglesia en su sitio, según el Gobierno. ¿Pero cuál es el sitio de la Iglesia en la sociedad española? ¿El qué diga Sánchez y sus socios de los varios Podemos?

De hecho, pese a que el secretismo sobre lo que están hablando ahora entre la Iglesia y el Gobierno es absoluto, los últimos susurros indican que hay algunos temas que se están enquistando.

Quizá por eso Pedro Sánchez haya elegido a Celaá como Embajadora plenipotenciaria en el Vaticano. Para que nos haga otra Celaada delante de la plaza de San Pedro.

 
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