Una bella iniciativa teológica

Publicar la obra completa de Joseph Ratzinger no va a ser tarea fácil. Y no sólo por la variedad y multiplicidad de escritos, y de conseguir traducciones verdaderamente fieles al pensamiento del autor. Sino también por la necesidad de comentarios y consideraciones que sitúen cada escrito en el lugar y en las circunstancias en los que vieron la luz, para ayudar así, a llevar a cabo un seguimiento adecuado y fiel del pensamiento del teólogo. Su posterior condición de Romano Pontífice no modifica en absoluto el valor y la vigencia de su razonar en cuestiones teológicas. Sus escritos siendo ya Papa, y que entran dentro del magisterio pontificio, requieren una diferente consideración.

Y si es bella la iniciativa, también por la aportación que hará al pensamiento teológico en las universidades de lengua castellana, lo es también por la colaboración de autores y de universidades con las que se llevará a cabo.

Las Universidades Pontificias de Salamanca, de Comillas, de Navarra, de San Dámaso, ponen a disposición profesores con un largo historial teológico a sus espaldas, en unos casos, y con un futuro comenzado ya a construir con publicaciones serias en este campo, en otro, al servicio de semejante proyecto. Una colaboración semejantes es muy de agradecer, y de elogiar.

Olegario González de Cardedal, Gabino Uríbarri, Manuel Aroztegui y Pablo Blanco, con Alfonso Carrasco, teólogo y obispo de Lugo, tienen ante su mesa de trabajo un reto notable. La Iglesia que habla castellana será enriquecida con estas obras, también por la capacidad de Ratzinger de "provocar" en el pensar teológico de sus lectores y oyentes.

Hace algunos años, en reuniones con teólogos italianos, franceses, alemanes, y españoles, un italiano de acendrada inteligencia crítica, me comentaba que, podría estar más o menos de acuerdo con Ratzinger –y en ocasiones, no lo estaba mucho-, pero no tenía más remedio que reconocerle una cualidad: que siempre le "provocaba", y se lo agradecía, porque le obligaba a pensar y a razonar. Reconocía –un buen detalle de humildad en un teólogo-, que los argumentos de Ratzinger no le eran fáciles de rebatir.

La noticia difícilmente llenará muchas primeras páginas de la prensa diaria; y tampoco hace mucha falta, seamos sinceros. Estas batallas de pensamiento, y más de pensamiento teológico, son corrientes de agua subterránea que riegan las raíces de la inteligencia de pensadores, sacerdotes y seglares, hombres y mujeres, y dan fruto, después, en la inteligencia y en el corazón de aquellos que reciben su palabra, sus escritos. Su riqueza apenas puede quedar consignada en un periódico.

Los seminarios, las facultades de teología, y en general, las diferentes ramas del saber teológico, quedarán muy agradecidas a la Biblioteca de Autores Cristianos por esta iniciativa; y a los que nos disponemos a beneficiarnos de esos volúmenes, no nos queda más remedio que acompañar, con nuestras oraciones, el trabajo de esos cinco teólogos para que no retrasen mucho entregarnos el fruto de su trabajo, y consigan transmitirnos la riqueza de uno de sus más preclaros maestros y predecesores: Joseph Ratzinger.

Ernesto Juliá Díaz

ernesto.julia@gmail.com

 
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