Se habla mucho de símbolos religiosos, de presencia religiosa en el espacio público, me parece bien. De muertes dignas, de autonomía del propio cuerpo, de libre desarrollo de la personalidad y de multitud de derechos intangibles y corporativos de los grupos más variados.
Pues bien, detecto un cierto hartazgo de políticas públicas obligatorias de prohibir y recaudar; de pecados laicos que no se confiesan sino que se multan, de generar problemas donde no los hay y luego aprestarse a resolverlos.
En Polonia, en Rusia, en Croacia, con un régimen inaceptable de falta de libertad en nombre del pueblo, de la dictadura del proletariado, en la consumista USA o Canadá, el remedio de los remedios es el espacio privado y la propia libertad; las buenas costumbres y la educación más íntima que es la de cada uno en su casa, el boca a boca, las buenas amistades, la lectura adecuada.
Cuando en familia se reza, cuando se tiene claro que televisión se ve o no se ve, o qué programas; el ejemplo de los padres y abuelos, el cuidado de los hermanos y poner a Dios y a su Madre, no hay quien pueda con la Fe y con el Padre por excelencia, que es Dios.
¿Se bendice la mesa en tu casa?,¿ se reza el rosario?, sin obligar; hay una biblia, un par de catecismos? Nos unimos en la oración cuando hay problemas o sin problemas? se visitan a enfermos y pobres, se habla de la vida y de la muerte?
Empecemos por nosotros mismos. Lo malo es que nos quieren organizar también la conciencia, lo correcto, lo de moda, y hurgar en el espacio sagrado de la conciencia. No te quejes, empieza en tu casa y por los más cercanos; y el mundo cambiará. De joven es propio reformar el mundo, con el tiempo es necesario irse reformando uno mismo.