La experiencia de la Congregación mariana de Ratisbona marcó la vida del Papa

Al reunirse el sábado pasado en el Vaticano con un grupo de miembros de la Congregación mariana de Ratisbona, que quisieron celebrar con el Papa el 70 aniversario de su ingreso en el ramo masculino, el pontífice rememoró el momento en que ingresó en ella y fue disuelta, algo que marcó su vida interior.

El Santo Padre relató su experiencia personal cuando entró en el seminario y Europa vivía “una edad oscura. Había una guerra. Hitler había sometido a varias naciones: Polonia, Dinamarca, Benelux, Francia y en abril de 1941 había ocupado Yugoslavia y Grecia”.

“Parecía que el continente estaba en manos de aquel poder que, al mismo tiempo, ponía en duda el futuro del cristianismo. Nos habían admitido en la Congregación, pero poco después comenzó la guerra contra Rusia, el seminario fue disuelto, y la Congregación -antes de que pudiera reunirse- ya se había esparcido a los cuatro vientos”.

Sin embargo, aquella experiencia le marcó tanto que le llevó a pensar que “el catolicismo no puede existir sin una actitud mariana, que ser católico significa ser marianos”.

Benedicto XVI expresó su alegría porque todavía hoy en Baviera hay alrededor de 40.000 miembros pertenecientes a congregaciones marianas que, como la Virgen María, “dan testimonio del Señor en las horas difíciles y en las horas felices”.

“Gracias a todos -dijo el Papa- por mantener bien alto este testimonio, porque sabemos que hay hombres bávaros católicos y miembros de la Congregación que continúan demostrando que la fe no pertenece al pasado, sino que se abre siempre al “hoy” y sobre todo al “mañana”.

Alfonso Bailly-Bailliére

 

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