Una homilía de don Luis

Mons. Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española.
Mons. Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española.

La verdad es que lo que dice monseñor Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española, y, sobre todo, arzobispo de Valladolid, no me suele dejar indiferente.

No se trata de filias y fobias, ni de filiaciones o aficiones. Se trata de interés periodístico, que es como decir interés personal a la enésima potencia.

Me interesa lo que dice, sea en un discurso inaugural de Asamblea en la CEE, en una intervención en un foro dónde sea, una conferencia, una homilía…

Entre otras razones porque no repite los tópicos al uso, que ya saben mis pacientes lectores y lectoras que ésta es una columna anti-tópicos, anti-lugares comunes al uso.

Se trata de una especie de realismo inusual que se percibe en los juicios sobre el discurrir presente. Está claro que por el hecho de ser Presidente de la Causa su palabra mediáticamente tiene un interés añadido. Transciendo esa cuestión.

Entiendo que las costumbres hacen leyes, y los actos, hábitos. Don Luis tenía la sana costumbre de leer y leer de cuestiones no habitualmente eclesiales, sino de sociología, pensamiento, política, historia… Y además lo sabe formular en titulares.

No hace mucho dijo que “ya no podemos decir: soy católico porque he nacido en España”.

En la homilía de la eucaristía en esta fiesta de Santiago Apóstol, don Luis recordó que la Iglesia, con unas comunidades “menguadas y envejecidas”, está llamada a peregrinar “con esperanza” y a anunciar el Evangelio “para que los hombres y mujeres de nuestro tiempo vayamos acogiendo la llamada del Señor”.

Señaló que la Iglesia vive un combate, la disyuntiva de a quién obedecer en el interior del corazón: “¿Al Señor, a su amor nuevo e inédito que se hace perdón y servicio, o a esas tendencias o deseos que nos piden ser los primeros, tener más bienes, honores, comodidades, pasarlo bien?”.

 

Y respondió: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. En todo. Por si se nos había olvidado.

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