Lecturas de hoy. Sábado 24 de agosto de 2024

El encuentro de Natanael con Jesús nos recuerda la libertad de Dios, que sorprende nuestras expectativas y nos abre horizontes inesperados fe y amor

Altar Mayor. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada
Altar Mayor. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del San Bartolomé, apóstol

Sábado, 24

Primera lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (21,9b-14):

El ángel me habló así: «Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero.»
Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.


Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 144,10-11.12-13ab.17-18

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. 

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

 

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y la majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. 

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. 

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,45-51):

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor

Comentario

Entre los primeros discípulos de Jesús, según nos cuenta San Juan, había algunos amigos y hermanos de los que el Maestro había llamado personalmente. Andrés le presenta a su hermano Pedro y Felipe le lleva a Natanael, tradicionalmente identificado con el apóstol Bartolomé.

En un simpático intercambio de palabras, delante de un Natanael escéptico sobre la posibilidad de que el Mesías viniese de un pueblo tan oscuro como Nazaret, Felipe consigue organizar un encuentro con Jesús.

La insistencia de Felipe, “Ven y verás”, que tiene sentido solo en una perspectiva de amistad y de mutua confianza, lleva a la conversión del nuevo discípulo.

Como Natanael, todos necesitamos de una experiencia viva de Jesús. Aunque normalmente la vida cristiana comience con el anuncio que nos llega a través de uno o varios testigos, es importante llegar pronto a una relación personal con Jesús.

La franqueza de Natanael lleva al Señor a alabar en voz alta a ese hombre “en quien no hay doblez”, y abre un diálogo que acaba por conquistar el corazón del nuevo discípulo.

Jesús conoce la vida íntima de Natanael, quizá una oración dirigida a Dios debajo de una higuera. El estar debajo de la higuera recuerda una expresión que se encuentra varias veces en el Antiguo Testamento para indicar una situación de tranquilidad: “Cada cual se sentaba bajo su parra y bajo su higuera. Y no había quien les inquietara” (1 Mac 14,12).

No sabemos qué estilo de vida llevaba Natanael antes de esa llamada que le cambió la vida. Podemos imaginar, como se ve en su actitud sincera y un poco desilusionada, que estuviese esperando ese encuentro pero sin buscarlo con suficiente ilusión.

La llamada de Bartolomé nos recuerda la libertad de Dios, que sorprende nuestras expectativas apareciendo precisamente donde no lo esperábamos, a veces en nuestra tranquilidad, debajo de una higuera. Si nos dejamos conquistar por Jesús, llegaremos a ver “cosas mayores” en nuestra vida y en la vida de los demás.

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