Lecturas de hoy. Miércoles 20 de agosto de 2024

El trabajo del día a día encierra una grandeza más allá del horizonte humano. El trabajo es participación en la obra Creadora y Redentora de Dios y nos conduce al cielo.

COLEGIATA DE SANTA MARÍA (Talavera de la Reina)
COLEGIATA DE SANTA MARÍA (Talavera de la Reina)
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del miércoles de la XX Semana del Tiempo Ordinario

Miércoles

Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (34,1-11):

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza, diciéndoles: «¡Pastores!, esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las ovejas lo que tienen que apacentar los pastores? Os coméis su enjundia, os vestís con su lana; matáis las más gordas, y las ovejas no las apacentáis. No fortalecéis a las débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las heridas; no recogéis a las descarriadas, ni buscáis las perdidas, y maltratáis brutalmente a las fuertes. Al no tener pastor, se desperdigaron y fueron pasto de las fieras del campo. Mis ovejas se desperdigaron y vagaron sin rumbo por montes y altos cerros; mis ovejas se dispersaron por toda la tierra, sin que nadie las buscase, siguiendo su rastro. Por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor: ‘¡Lo juro por mi vida! –oráculo del Señor–. Mis ovejas fueron presa, mis ovejas fueron pasto de las fieras del campo, por falta de pastor; pues los pastores no las cuidaban, los pastores se apacentaban a sí mismos; por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor. Así dice el Señor: Me voy a enfrentar con los pastores; les reclamaré mis ovejas, los quitaré de pastores de mis ovejas, para que dejen de apacentarse a si mismos los pastores; libraré a mis ovejas de sus fauces, para que no sean su manjar. Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro.»»


Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 22,1-3a.3b-4.5.6

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

 

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. 

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. 

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. 

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Lectura del santo evangelio según san Mateo (20,1-16):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: «Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido.» Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: «¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?» Le respondieron: «Nadie nos ha contratado.» Él les dijo: «Id también vosotros a mi viña.» Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: «Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.» Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: «Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: «Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?» Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»

Palabra del Señor

Comentario

“El Reino de los Cielos es como un hombre, dueño de una propiedad, que salió al amanecer a contratar obreros para su viña”.

El trabajo del hombre forma parte del plan divino. Dios ha creado a los hombres para que trabajaran y quiere que el trabajo humano sea camino para llevar a cumplimiento la obra de la creación y la obra de la Redención.

“¿Cómo es que estáis aquí todo el día ociosos?” Al ser llamado a la viña a trabajar, el hombre participa de la obra creadora de Dios, porque “el hombre, trabajando, debe imitar a su Creador”. Por eso debe procurar realizar su trabajo con perfección y por amor.

Pero además el trabajo ha sido asumido por Cristo, como enseñó san Josemaría: “Al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos presenta como realidad redimida y redentora”. Redimida porque el trabajo de cada uno, realizado acabadamente y por amor de Dios, contribuye a completar la obra de la Creación. Redentora porque el Señor también nos ha redimido con sus años de vida de trabajo en Nazaret.

El trabajo es medio de santificación para el hombre. “Llama a los obreros y dales el jornal, empezando por los últimos hasta llegar a los primeros. Vinieron los de la hora undécima y percibieron un denario cada uno. Y cuando llegaron los primeros pensaron que cobrarían más, pero también ellos recibieron un denario cada uno”.

El trabajo llevado a cabo como realidad querida por Dios nos acerca a Él y se convierte en camino al cielo. El denario del que habla la parábola es la vida eterna que nos espera y que vamos viviendo en la tierra, en parte, por medio de un trabajo santificado, santificante y santificador.

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