Lecturas de hoy. Jueves 22 de agosto de 2024

“Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo”. Acudamos a nuestra Madre, santa María Reina, que con su poder real nos consigue las gracias necesarias en nuestro camino hacia el Cielo.

Altar Mayor. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada
Altar Mayor. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del Jueves de la XX Semana del Tiempo Ordinario

Jueves, 22

Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (36,23-28):

Así dice el Señor: «Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles que yo soy el Señor –oráculo del Señor–, cuando les haga ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.»


Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 50,12-13.14-15.18-19

R/. Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará de todas vuestras inmundicias

Oh Dios, crea en mi un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. 

R/. Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará de todas vuestras inmundicias

 

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. 

R/. Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará de todas vuestras inmundicias

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

R/. Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará de todas vuestras inmundicias

Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,1-14):

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: «Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda.» Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: «La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.» Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?» El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: «Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»

Palabra del Señor

Comentario

Hoy celebramos la fiesta de Santa María Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo. La fiesta de hoy fue instituida por el Papa Pío XII en 1954 para venerar a María como Reina, igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey.

El Evangelio de San Lucas nos presenta a María, una muchacha de Nazaret, un pueblo minúsculo de Israel. En esa muchacha de aquel pueblecito lejano, alejada de los focos del mundo, se posó la mirada del Señor, que la había elegido para ser la madre de su Hijo.

La historia de María es así la historia de un Dios que sorprende. Y María se deja sorprender ante el anuncio del Ángel, no oculta su admiración. Es el asombro de ver que Dios quiere hacerse hombre, y que la ha elegido precisamente a Ella, para ser su madre. Una sencilla muchacha de Nazaret, que no vive en los palacios del poder y de la riqueza, que no ha hecho cosas extraordinarias.

Es el asombro de ver que Dios está enamorado de ella: es la llena de gracia. Esta expresión, “llena de gracia”, tan familiar para el pueblo cristiano, es un saludo de gran profundidad, porque le recuerda la grandeza de su vocación: Ella ha sido elegida para ser la Madre de Dios y por ello ha sido preservada del pecado original en el instante mismo de su Concepción. La "llena de gracia" es el nombre que Dios mismo le da para indicar que desde siempre y para siempre es la amada, la escogida para acoger el don más precioso, Jesús, el amor encarnado de Dios.

Contemplando a nuestra Madre Inmaculada, bella, totalmente pura, humilde, sin soberbia ni presunción, podemos reconocer nuestro destino verdadero, nuestra vocación más profunda: ser amados, ser transformados por el amor, por la belleza de Dios. Dios ha puesto su mirada de amor sobre cada uno de nosotros, con nombre y apellidos. De la misma manera que a María, Él nos ha elegido antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados.

La Virgen María está abierta a Dios, se fía de él, aunque no lo comprenda del todo: se deja sorprender. "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Esa es su respuesta. Dios nos sorprende siempre, rompe nuestros esquemas, pone en crisis nuestros proyectos, y nos dice: fíate de mí, no tengas miedo, déjate sorprender, sal de ti mismo y sígueme. Él espera que nos dejemos sorprender: en la sencillez, en la humildad de nuestra vida. Ahí quiere manifestarse.

Consideremos ahora la realeza de María que no es como la de otros reyes. Tal y como afirma el papa Benedicto XVI “Ella participa en la responsabilidad de Dios respecto al mundo y en el amor de Dios por el mundo. Hay una idea vulgar, común, de rey o de reina: sería una persona con poder y riqueza. Pero este no es el tipo de realeza de Jesús y de María. Pensemos en el Señor: la realeza y el ser rey de Cristo está entretejido de humildad, servicio, amor: es sobre todo servir, ayudar, amar.” Esta actitud de servicio es la que nos incentiva a acudir con frecuencia a María, que puede interceder por nosotros, como Madre y como Reina. María tiene un poder real, pero lo pone al servicio de sus hijos, con profunda humildad. San Josemaría lo expresaba así: “Es justo que el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo coronen a la Virgen como Reina y Señora de todo lo creado. —¡Aprovéchate de ese poder! y, con atrevimiento filial, únete a esa fiesta del Cielo.” 

En la fiesta de hoy, acudamos a nuestra Madre, santa María Reina, qué con su poder real, nos consigue las gracias necesarias en nuestro camino hacia el Cielo.

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