Reivindicación del papel de la mujer en la sociedad y en la Iglesia

La profesora de Harvard Mary Ann Gledon, ex embajadora de Estados Unidos en el Vaticano, analiza el papel de la mujer en su libro "En la corte de tres Papas"

Mary Ann Gledon.
Reivindicación del papel de la mujer en la sociedad y en la Iglesia.
  1. Biografía 
  2. Testigo privilegiado de los últimos pontificados 
  3. Pro-vida, pro-mujer, pro-pobre 
  4. Algunos desencuentros 
  5. Recuerdos de los pontífices 
  6. El papel de la mujer 
Mary Ann Gledon.
Mary Ann Gledon.

Ahora que está en plena ebullición la cuestión de la mujer en la Iglesia, este libro de quien fue el rostro visible de la Iglesia en destacados foros internacionales es sumamente oportuno.

Biografía 

Mary Ann Glendon es profesora emérita de Derecho en Harvard, fue responsable de la Delegación de la Santa Sede en la Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer en Beijing (1995), presidenta de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales y, en la etapa reciente, miembro del CRIOR, un singular Comité de Investigación y mejora sobre el IOR, el Banco Vaticano, además de experta del Sínodo de los Obispos sobre América o miembro del Comité de preparación del Jubileo del año 2000.

No digamos nada de su corta etapa de embajadora de Estados Unidos en el Vaticano, en el último año y medio del mandato de G. Bush, de quien pone en valor magníficamente su relación con el Papa Benedicto XVI.  

Para sintetizar en sus palabras: “Una laica en una cultura dominada por el clero, una mujer estadounidense en un ambiente mayoritariamente masculino e italiano, y una ciudadana de una república constitucional en una de las últimas monarquías absolutas del mundo”.

Testigo privilegiado de los últimos pontificados 

Además de lo referido a su vida personal –primer matrimonio civil frustrado, posterior matrimonio de rito mixto, marido judío, la educación de sus hijas, las referencias a su nieto con Síndrome de Down, su vida de fe-, que siempre es interesante, lo escrito por Glendon no sólo tiene el valor testimonial de quien ha sido testigo privilegiado de determinados aspectos de los pontificados recientes, sino que plantea de fondo una propuesta de, por un lado, cómo se formula la Doctrina Social de la Iglesia y cómo se actualiza, y, por otro, cuál debe ser la vocación y misión de los fieles laicos, en particular de las mujeres, en la vida de la Iglesia.

Destacaría lo específico de la relación que establece entre su vida personal y familiar y su vida académica, es decir, los procesos de conciliación.

Lo que significa, desde el punto de vista académico y docente la profesionalidad a la hora de abordar temas, también polémicos, como forma de ganarse el prestigio de los colegas. Incluso cómo afrontar determinadas cuestiones conflictivas en entornos no favorables.  

Pro-vida, pro-mujer, pro-pobre 

Son muy provechosas algunas afirmaciones del libro referidas a lo que significa ser Pro-vida. Quedémonos con la idea, como tesis, de que ser “Pro-vida incluía ser pro-mujer y pro-pobre”. ¿Acaso no es éste un lema que hubiera hecho del movimiento pro-vida europeo y español de otra manera?

Otro aspecto importante son sus relaciones con los eclesiásticos tanto en Estados Unidos como en el Vaticano, lo que implica crear redes de relación que permitan trabajar conjuntamente en momentos oportunos. 

 

Me refiero, por ejemplo, a su amistad con Diarmuid Martin cuando era un joven monseñor irlandés, o con monseñor Bernard Law en su etapa de arzobispo de Boston, o posteriormente Joaquín Navarro-Valls o el cardenal Tauran, entre otros. 

Algunos desencuentros 

Mary Ann Glendon no esconde, cuando se refiere a determinadas personas, algunos desencuentros, incluso describe actuaciones poco ejemplares. Por ejemplo en el caso del arzobispo Renato Marino, en su etapa de Observador Permanente de la Santa Sede en Naciones Unidas, o, sobre todo, cuando describe el papel del argentino monseñor Marcelo  Sánchez Sorondo como canciller de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, que ¡vaya tela!

Recuerdos de los pontífices 

De su recuerdo de los pontífices, quizá de los pontificados mejor dicho, es inevitable que exprese la fascinación que sentía por san Juan Pablo II, la admiración por Benedicto XVI y la sorpresa contenida en los inicios del pontificado del Papa Francisco.

Como muestra añadida del interés de este libro, apuntemos dos cuestiones, ejemplo de lo que ofrece.

Sobre los casos de pederastia en la Iglesia, precisamente en Boston, año 2002, ciudad en la que vivía, a partir de la investigación del Boston Globe, recuerda que “el Colegio de Justicia Criminal John Jay, después de realizar importantes estudios sobre el abuso sexual del clero para la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, concluyó que había muchas otras instituciones donde el abuso de menores era más común que en la Iglesia Católica, donde los supervisores lo encubrían, y donde los responsables se quedaban atrás de la Iglesia para reconocer y a bordar el problema. Sin embargo, “ninguna organización ha emprendido un estudio de sí misma como lo hizo la Iglesia Católica”.

El papel de la mujer 

Son muy interesantes sus consideraciones sobre quienes trabajan en la Iglesia y para la Iglesia.

Pero lo más relevante es la reivindicación del papel de la mujer, que plantea desde lo que Flannery O´Connor escribió a una  amiga, es decir, su concepción del feminismo: “No digas que la Iglesia arrastra este peso muerto, solo tal o cual sacerdote lo arrastra, o muchos sacerdotes tales o cuales. La Iglesia canonizaría tan pronto a una mujer como a un hombre y supongo que ha hecho más que cualquier otra fuerza en la historia para liberar a las mujeres”.

En la corte de tres Papas

Mary Ann Gledon

Rialp

En la corte de tres papas.
En la corte de tres papas.

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