Identifican los restos del obispo Teodomiro, descubridor de la tumba de Santiago

La ciencia revela la identidad del personaje que cambió la historia de Galicia

Archivo - Restos óseos que se atribuyen al obispo Teodomiro, descubridor de la tumba del Apóstol Santiago
Archivo - Restos óseos que se atribuyen al obispo Teodomiro, descubridor de la tumba del Apóstol Santiago

Entre los años 820 y 830 d.C., un ermitaño llamado Pelayo presenció una lluvia de estrellas que descendía sobre un campo. Al investigar, descubrió un antiguo mausoleo e informó rápidamente al obispo Teodomiro de Iria Flavia (Padrón). Tras tres días de meditación y ayuno, el obispo tuvo una revelación en la cual se le hacía saber que en el mausoleo contenía los restos del apóstol Santiago y de dos de sus discípulos.

Dicha nueva fue pronto comunicada al rey Alfonso II de Asturias, quien ordenó la construcción de una pequeña iglesia alrededor de la tumba. Este acontecimiento marcó el inicio de la tradición de la tumba del apóstol Santiago, registrada en el siglo XII, y del fenómeno jacobeo, que sigue atrayendo a millones de peregrinos y visitantes a la catedral de Santiago de Compostela.

A pesar de la importancia de esta historia, poco se sabía del obispo Teodomiro, y su existencia se puso en duda hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando se descubrió una lápida que marcaba su muerte en el año 847 d.C. Bajo esta lápida se encontraron restos que, en un principio, se identificaron como pertenecientes a un varón de edad avanzada. Sin embargo, un nuevo examen a mediados de los años ochenta sugirió que los restos eran de una mujer, lo que generó dudas sobre su conexión con el obispo.

Ahora, una nueva investigación interdisciplinaria ha revisado el caso utilizando técnicas avanzadas. Dirigido por Patxi Pérez Ramallo, de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU), y en colaboración con instituciones como el Instituto Max Planck de Geoantropología y la Universidad de Estocolmo, entre otras, este equipo internacional ha realizado un análisis exhaustivo de los restos, aportando nuevos datos sobre la identidad del individuo.

Esta reciente investigación confirmó que la tumba contenía los huesos de un solo individuo, un varón adulto de más de 45 años. La datación por radiocarbono sitúa la muestra entre 673 y 820 cal. CE, lo que concuerda con una muerte en 847 d.C. Otros análisis de isótopos estables de oxígeno sugieren que el individuo vivió cerca de la costa, coincidiendo con la ubicación de Iria Flavia.

El estudio arqueogenético, realizado en la Universidad de Estocolmo, reveló que el perfil genético del individuo se desviaba ligeramente del de los europeos modernos, mostrando afinidades más estrechas con los íberos romanos, los visigodos del sur de Iberia y las poblaciones islámicas ibéricas, lo que concuerda con alguien que vivió en España hace 1.200 años.

Estos resultados también coinciden con estudios anteriores que muestran patrones migratorios en respuesta a la conquista de la Península Ibérica por el Califato Omeya en el siglo VIII.

Aunque es difícil autenticar la identidad de alguien de hace 1.200 años, este estudio presenta pruebas que concuerdan con la identidad del obispo Teodomiro. Los hallazgos sugieren que estos restos podrían pertenecerle, lo que los convertiría en el personaje histórico identificado más antiguo de España y uno de los más antiguos de Europa.

 

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