Cómo tratar a un adolescente: su cerebro es "adicto" a la dopamina y a la oxitocina

El Instituto Desarrollo y Persona da algunas claves para educar a los hijos en la adolescencia y advierte de los videojuegos y móviles

Un grupo de jóvenes con el Papa Francisco.
Un grupo de jóvenes con el Papa Francisco.

El Instituto Desarrollo y Persona, adscrito a la Universidad Francisco de Vitoria, recuerda a los padres de que los cambios fisiológicos que experimentan muchos adolescentes son naturales y que sus hormonas son responsables de muchos de los cambios que está viviendo.

"En su cerebro  se están dando cambios estructurales y tarda en desarrollarse completamente. En el caso de los varones puede retrasarse hasta bien entrados los 20 años", subraya el equipo de expertos. 

Necesidad de gratificación inmediata 

Para comprender mejor a los hijos adolescentes, este Instituto alerta de algunas consecuencias de estos cambios: 

- Mayor impulsividad y dificultad para la regulación y control de las emociones. Son imprevisibles.

- Su cerebro es "adicto" a la dopamina y a la oxiticina, dos de las hormonas responsables de la felicidad, por lo que necesita gratificación inmediata, es más propenso a experimentar emociones/vivencias nuevas (mayor probabilidad de tener conductas de riesgo y adictivas. ¡Ojo! a los videojuegos, series, móviles… y el contenido que ven en ello; consumo de sustancias, etc.) 

- Pensamientos recurrentes, impulsivos… algunos lo llaman "estar rayado".

- Comportamientos compulsivos (escuchar trece veces la misma canción o usar "en plan" varias veces en la misma frase).

-  Buscan experiencias que les estimulan (recordemos la adicción de su cerebro a las emociones fuertes) y, por tanto, se sienten profundamente decepcionados o dolidos ante los fracasos y decepciones (integrarse en el grupo, desencuentros amorosos...). 

Consejos prácticos 

Ante estos cambios, el Instituto Desarrollo y Persona da una serie de consejos para ayudar a los padres en la educación de los hijos en estas edades: 

 

- Mucha paciencia. Apoyarse mutuamente los padres, con un familiar cercano o con otras familias. 

- Límites, normas claras y expectativas realistas.

- Aceptación por parte de los suyos. Aunque parece que se alejan, siguen necesitando a sus padres a los que observan desde la distancia.

- Actividades de ocio sanas. Deportes, clubes, hobbies… cualquier actividad que le ayude a liberar esas hormonas de la "felicidad".

- Espacios compartidos con la familia, en los que él pueda participar de algunas las decisiones. 

- Premiar y reforzar sus esfuerzos (poner la mesa, ayudar a un hermano, llegar puntual). Y no olvidar también las alabanzas concretas a su atractivo, que lo tienen (esa preciosa sonrisa, su encanto para contar chistes, etc.). En definitiva, reforzar su autoestima.

"En resumen, educar en la libertad y la responsabilidad, desde el amor incondicional, acompañando (no empujando, ni tirando) y contando con la ayuda de los demás", concluye la entidad católica. 

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