Lecturas de hoy. Viernes 14 de junio de 2024

“Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatelo y tíralo; porque más te vale que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno”. Pidamos a Jesús la gracia para tener siempre un corazón preparado para amar a Dios y al prójimo, libre de las ataduras del pecado.

Altar Mayor. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada
Altar Mayor. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Lectura del primer libro de los Reyes (18,41-46):

En aquellos días, Elías dijo a Ajab: «Vete a comer y a beber, que ya se oye el ruido de la lluvia.»
Ajab fue a comer y a beber, mientras Elías subía a la cima del Carmelo; allí se encorvó hacia tierra, con el rostro en las rodillas, y ordenó a su criado: «Sube a otear el mar.»
El criado subió, miró y dijo: «No se ve nada.»
Elías ordenó: «Vuelve otra vez.»
El criado volvió siete veces, y a la séptima dijo: «Sube del mar una nubecilla como la palma de una mano.»
Entonces Elías mandó: «Vete a decirle a Ajab que enganche y se vaya, no le coja la lluvia.»
En un instante se oscureció el cielo con nubes empujadas por el viento, y empezó a diluviar. Ajab montó en el carro y marchó a Yezrael. Y Elías, con la fuerza del Señor, se ciñó y fue corriendo delante de Ajab, hasta la entrada de Yezrael.


Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 64,10.11.12-13

R/. Oh Dios, tú mereces un himno en Sión

Tú cuidas de la tierra,
la riegas y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales. 

R/. Oh Dios, tú mereces un himno en Sión

 

Riegas los surcos,
igualas los terrenos,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. 

R/. Oh Dios, tú mereces un himno en Sión

Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría. 

R/. Oh Dios, tú mereces un himno en Sión

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,20-26):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.»

Palabra del Señor

Comentario

El Evangelio forma parte del Sermón de la Montaña, el primero de los grandes discursos en los que San Mateo reúne las enseñanzas de Jesús sobre el Reino de Dios. Jesús detalla las actitudes que debemos guardar respecto a la Ley, a Dios, al prójimo y en la oración. Comienza el discurso detallando las bienaventuranzas que dibujan el rostro de Jesucristo y muestran su caridad. Jesús, nos enseña aquí la plenitud de la Ley, nos invita a dar un paso más, a vivir la vida cristiana no como unos mandamientos a cumplir sino como unas actitudes a alcanzar. Bienaventurado quiere decir dichoso. Las bienaventuranzas son nuestro camino para la felicidad.

Es en este contexto en que debemos entender el Evangelio de hoy. Jesús va descendiendo a detalles concretos para alcanzar la plenitud de la Ley.

Con motivo del precepto sobre el adulterio (cfr. Ex 20,14; Dt 5,18), Jesús llama a un excelso respeto hacia los demás que subyace en la Ley. Si el adulterio consiste en adueñarse por satisfacción personal de una persona casada, esto no debe hacerse ni siquiera en el fuero interno, donde se comete el mismo pecado, aunque no se realice externamente: “ha cometido adulterio en su corazón” (v. 28). Una enseñanza que es una llamada a entregar la plenitud del corazón. Para ser bienaventurados, para alcanzar una mayor felicidad, nos conviene tener un corazón casto, un corazón enamorado donde no haya espacio para el egoísmo, para los pensamientos impuros del corazón humano.

También Jesús habla de la antigua costumbre del repudio. La legislación mosaica introdujo la obligación del libelo: es decir, un acta firmada por el marido que permitía a la mujer ser recibida por otro hombre. Sin embargo, para subrayar la grandeza y dignidad del vínculo matrimonial con una mujer, Jesús hace inválidos todos los repudios, ya que siguen exponiendo al adulterio a la mujer y a quien la recibiera.

El Maestro nos invita a mirar siempre nuestra propia interioridad. El pecado no es una acción meramente exterior, sino una acción interior. Nos hace daño a nosotros mismos porque nos aleja de Dios y del prójimo. Por eso, ser capaz de vencer la tentación interior nos predispone a ser hombres más libres porque en nuestro fuero interno tenemos espacio para Dios y para los demás, somos más capaces de amar.

Jesús nos invita a mirar siempre la raíz interior de nuestros pecados. Pidamos su gracia para tener siempre un corazón preparado para amar a Dios y al prójimo, libre de las ataduras del pecado.

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