Lecturas de hoy. Sábado 11 de Mayo de 2024

Recemos con mayor fe el Padrenuestro, la oración del Señor para nosotros, pidiendo que siempre y en todo hagamos su Voluntad

Retablo del Altar Mayor de la Catedral de Ávila
Retablo del Altar Mayor de la Catedral de Ávila
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del Sábado de la VI Semana de Pascua

Sábado

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,23-28):

PASADO algún tiempo en Antioquía, Pablo marchó y recorrió sucesivamente Galacia y Frigia, animando a los discípulos.
Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras. Lo habían instruido en el camino del Señor y exponía con entusiasmo y exactitud lo referente a Jesús, aunque no conocía más que el bautismo de Juan.
Apolo, pues, se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Áquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Una vez llegado, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.


Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 46,2-18-9.10

R/. Dios es el rey del mundo

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. 

R/. Dios es el rey del mundo

 

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. 

R/. Dios es el rey del mundo

Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso. 

R/. Dios es el rey del mundo

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,23b-28):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

Palabra del Señor

Comentario

Varias comparaciones empleó Jesús en su predicación para exhortar a la petición perseverante a Dios: la fe como un grano de mostaza, la parábola de la viuda y el juez injusto, la del amigo inoportuno... Ahora, sin comparaciones, revela que toda petición ha de ir dirigida al Padre en el nombre de Jesús. Sorprendidos se quedarían los discípulos al escuchar “en mi nombre”. Era como decirles: “Yo soy el Nombre de Dios”. En Él tienen al Hijo de Dios, que está en plena comunión con Dios Padre. Así lo enseñaba San Pablo a Timoteo: “Porque uno solo es Dios y uno solo también el mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2,5).

Los discípulos, sobre todo en el rezo de los Salmos, ya pedían confiadamente a Dios, le alababan y le daban gracias, invocando el nombre del Señor: “Alabaré al Señor por su justicia, y cantaré al Nombre del Señor Altísimo” (Salmos 7,18). “Me alegro, me regocijo en Ti, y canto salmos a tu Nombre, ¡oh Altísimo! (Salmos 9,3). “Que el Señor te escuche el día de la angustia, que te proteja el Nombre del Dios de Jacob. (...) Unos confían en los carros, otros en los caballos; nosotros invocamos el Nombre del Señor, nuestro Dios”. (Salmos 20,2.8). Y habían aprendido de labios del mismo Jesús el mejor modo de orar: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre”. Ahora descubrían que ese Nombre del Señor es “Jesús”, quien les está hablando, en quien pueden depositar toda su confianza.

Toda nuestra oración ha de tener ese recorrido: al Padre, “por Jesucristo nuestro Señor”, como ya hacemos continuamente en la oración litúrgica. Quizá a menudo notamos que nos falta fe, y hacemos nuestra la petición de los Apóstoles: “Auméntanos la fe” (Lucas 17,5), y crece nuestra unión con Él, hasta rezar cada vez con mayor convicción: “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. San Josemaría rezaba a menudo, y dejó escrita con énfasis, esta primordial oración de petición: "Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. –Amén. –Amén".

Video del día

Milei arremete contra Sánchez: "Aún cuando tenga la mujer
corrupta, se ensucia y se tome cinco días para pensarlo"
Comentarios