Lecturas de hoy. Jueves 14 de Marzo de 2024

El conocimiento y el estudio de la Escritura es el camino para profundizar en nuestra fe en Jesucristo

Lecturas del día de hoy
Lecturas del día de hoy

Lecturas del Jueves de la 4ª semana de Cuaresma

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (32,7-14):

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:
«Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”».
Y el Señor añadió a Moisés:
«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:
«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre”».
Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 105,19-20.21-22.23

R/.
 Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo

V/. En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. 

R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo

V/. Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam,
portentos junto al mar Rojo. 

R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo

V/. Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. 

R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo

Versículo antes del Evangelio

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito; todo el que cree en él tiene vida eterna.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (5,31-47):

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».

Palabra del Señor

 

Comentario

Nos encontramos al final del largo discurso de Jesús del capítulo 5 del evangelio de san Juan. Con ocasión de un milagro hecho un sábado, se ha iniciado un juicio y se ha emitido un veredicto de que Jesús debe morir. Jesús se defiende explicando que su actividad vivificadora proviene de su dependencia del Padre, que sigue actuando a través de él.

En los juicios de Israel no bastaba con que el acusado demostrara la veracidad de ciertos hechos, sino que había que aportar testigos de confianza. Así, Jesús presenta como testigos primero a Juan el Bautista, que “ha dado testimonio de la verdad”, luego las mismas obras que él hacía y al final al Padre.

Pero los interlocutores de Jesús son incapaces de aceptar a estos testigos y eso lleva a una inversión de roles en el juicio, de manera que los acusadores se convierten en acusados: “hay quien os acusa: Moisés”.

Los judíos creen que tienen vida a partir de su tradición y de la reflexión sobre la Escritura, están convencidos que la palabra de Dios habita en ellos, pero su rechazo de Jesús hace que esa creencia sea presuntuosa. En efecto Jesús es la voz y el rostro de Dios, pero ellos no lo escuchan ni lo ven como tal.

El discurso se acaba con una de las muchas preguntas abiertas de Jesús a lo largo del Evangelio: “¿cómo vais a creer en mis palabras?”. Una pregunta que nos afecta a todos: ¿cómo podemos creer en las palabras de Jesús? Primero pidiendo a Dios una fe sólida y profunda en su Hijo. Y luego siguiendo el consejo del mismo Jesús: “Examinad las Escrituras: ellas son las que dan testimonio de mí”.

El empeño en estudiar la Escritura y el esfuerzo de conocer un poco más el contexto religioso de los Evangelios a la luz del Antiguo Testamento harán más fuerte nuestra fe y darán nueva luz a toda nuestra vida de hijos de Dios.

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