Y qué va a pasar con Garabandal

Rosario en los Pinos de Garabandal.
Rosario en los Pinos de Garabandal.

En las últimas semanas, antes incluso de que se hicieran públicas las nuevas Normas para proceder en el discernimiento de presuntos fenómenos sobrenaturales, varias personas me preguntaron cómo va lo de las presuntas o supuestas, que no sé cómo decirlo, apariciones del precioso pueblo cántabro de San Sebastián de Garabandal. 

Ahora la pregunta me la hago yo, pero desde el punto de vista de si las nuevas Normas van a suponer un cambio respecto a  la “situación eclesial” en la que se encuentran esas supuestas apariciones.

Lo primero que he hecho es leer detenidamente las Normas y, cómo no, imbuirme de su espíritu.

Por ejemplo, que “las Normas para proceder en el discernimiento de presuntas apariciones y revelaciones que se aplicaban hasta hoy, habían sido aprobadas por Pablo VI en el año 1978, hace más de cuarenta años, de forma reservada y fueron publicadas solo treinta y tres años después, en el 2011”, según dice el documento.

También constato que mientras la pelota estaba antes en el terreno de juego del obispo, mayormente, ahora está en un ida y vuelta del obispo al Dicasterio, por decirlo de una forma que se pueda entender, sin tecnicismos.  

En el caso que nos ocupa de Garabandal, es pronto para saber qué piensa el obispo de Santander, Mons. Arturo Pablo Ros Murgadas, que, diríamos, acaba de aterrizar en Barajas. Aunque ya lleva un tiempo en el que, por cierto, ha recompuesto el equipo de gobierno con notable tono y tino, después de un período de la diócesis del que, en su día, habrá que escribir largo y tendido.

Si no mal recuerdo, la determinación pontificia última sobre Garabandal fue una carta del entonces cardenal Ratzinger, prefecto de Doctrina de la fe, al obispo de Santander, nuestro recordado y admirado monseñor Vilaplana, como conclusión del segundo y último equipo de investigación oficial.

En esa carta el cardenal Ratzinger no decía, como afirmó en su tiempo monseñor Puchol,  que “no consta de la sobrenaturalidad”. Afirmaba, según mi fuente, en función de las conclusiones de la segunda comisión oficial, una comisión que trabajó sobre papales, que “no había indicios de sobrenaturalidad”. La carta no es pública, que yo sepa.

De esa segunda investigación, y de su equipo, habría que escribir largo y tendido. No precisamente bien, pese al interés que puso monseñor Juan Antonio del Val en los momentos últimos de su episcopado en la causa y en la cosa. Quien estuvo en su gestación y desarrollo ahora mantiene un curioso silencio público.

 

Respecto a la Nota vaticana, en lo que nos ocupa, y dentro de las tipologías establecidas, llama la atención el interés de que quede clara la calificación de “no sobrenaturalidad” y no quede tan en evidencia la de la afirmación de la sobrenaturalidad, el “sí de la sobrenaturalidad” en la formulación explícita.

No digamos nada de ese estado intermedio del “no consta de la sobrenaturalidad”, que es distinto que decir “consta de la no sobrenaturalidad”. Cuestión de lógica, no sé si aristotélica o booleana. 

Por lo tanto, esperemos a ver qué dice el obispo de Santander sobre esta cuestión que, tengo que confesarles, parece que se mueve más, que ocupa y preocupa más, fuera de la diócesis de Santander que dentro.

La relevancia del fenómeno Garabandal en cuanto a su percepción es proporcional a la distancia geográfica con el lugar de los hechos: menos distancia, menos interés; más distancia, más interés. En Madrid el grado de intensidad es media, en Estados Unidos, alta.

Lo que es evidente es que existe un grupo, muy activo, que se está moviendo mucho por España, que organiza actos públicos para hablar de Garabandal, en el que participa, de forma muy activa, alguna destacada personalidad política de la reciente vida española.

Y que este grupo además tiene una potente huella de presencia en Internet.

También hay otras instituciones de la Iglesia, alguna muy boyante desde el punto de vista vocacional, que demuestra mucho de los frutos del caso y de la causa.

Pregunto si no estamos en un momento en que sería oportuno que, como aplicación de estas Normas, o como madurez en el proceso, se constituyera una Comisión de investigación con todas las garantías.

No añadiría yo a la Comisión el adjetivo de seria. Porque si así lo hiciera estaría descalificando a las dos anteriores, aunque no sé si el mismo proceso las descalifica por sí mismas.

Tenemos una tesis doctoral sobre Garabandal, defendida en la Universidad de Navarra, clarificadora sobre este fenómeno espiritual. Estamos en un momento en el que el tiempo hace que desparezcan los testigos, no diré yo las protagonistas.

Por cierto que ya que la agencia de información vaticana de noticias, el día que se presentaron las Normas, publicó unos extractos del libro entrevista de Vittorio Messori al cardenal Ratzinger, por eso de dar cobertura al nuevo texto vaticano, aprovecho para remitirme a ese testimonio de Ratzinger citando el número de las páginas de esa conversación completo sobre las apariciones marianas, sobre el peso de lo mariano en la Iglesia, de la 118 a la 122, edición española de la BAC.

Un libro, “Informe sobre la fe”, que, por varias razones, recomiendo se lea vivamente ahora.

                 

Comentarios