El porno ya es oficial en Twitter (I)

Elon Musk.
Elon Musk.

Elon Musk ha oficializado el porno en la red social X, la antigua Twitter, de modo que se aceptarán tanto imágenes pornográficas reales como de dibujos animados y las generadas por inteligencia artificial. La nueva política es tan explícita como los contenidos a los que abre la puerta: se admiten fotografías y videos de desnudos, incluidos primeros planos de genitales, así como de actos sexuales manifiestos. “Creemos que los usuarios deben poder crear, distribuir y consumir material relacionado con temas sexuales siempre que sea producido y distribuido de forma consentida. La expresión sexual, ya sea visual o escrita, puede ser una forma legítima de expresión artística. Creemos en la autonomía de los adultos para participar y crear contenidos que reflejen sus propias creencias, deseos y experiencias”, sostiene la empresa.

Según aducen, la forma de “equilibrar” la publicación de pornografía es “restringiendo” la exposición a los niños (aunque esta red social, por lo general, no exige comprobación alguna sobre la edad de los navegantes) o a los adultos que decidan no verlos. Para ello, se solicitará a quienes la difundan una advertencia sobre su contenido que los usuarios de la plataforma deberán aceptar antes. No obstante, también se puede publicar sin aviso ninguno, pues X dice que si lo detecta, ajustará la configuración de la cuenta para que en el futuro sí incluya la observación. Vamos, el control previsto huele a postureo. Se avecina un coladero.

El comunicado pide ser contestado largo y tendido, pues la pornografía no es de ningún modo una manifestación artística y las pandemias (¿qué es si no la pornografía?) no se equilibran ni restringen: piden erradicarse. No obstante, dejo esto para la semana que viene, ya que apremia alertar antes de otra trampa escondida en el comunicado: hacer creer a la gente que consumir pornografía es siempre fruto de una decisión libre y voluntaria. 

Entre los menores que empiezan a ver porno porque lo buscan el porcentaje es ínfimo. La realidad es que la mayoría se lo encuentra. Otra cosa es que haya una cierta atracción por lo prohibido y lo desconocido que lleve a rastrear a algunos niños y adolescentes, pero lo controvertido -y dramático- es la cantidad que caen en sus redes accidentalmente. Esto suele ocurrir bien porque alguien del entorno consume esta bazofia y los algoritmos infestan los dispositivos, bien porque haciendo un uso cualquiera de internet y de las redes sociales se presenta ante ellos como un ladrón en la noche. ¿Cuál es el problema? Que este atraco ya provoca una herida psíquica. Quizás sea puntual y quede la cicatriz, pero también -es el caso de tantos chavales- puede ocurrir que derive en una enfermedad.

Es decir, en la actualidad hay una cantidad ingente de adictos a la pornografía y buena parte de ellos no son culpables, por así decirlo. No se han metido donde no debían o se han quemado al jugar con fuego, sino que, sencillamente, estaban navegando y les ha salido un resultado que no esperaban. Que éste sea el modo como muchos empiezan a contagiarse resulta preocupante, pero que una red social tan utilizada, cuyos directivos conocen perfectamente cómo se las gasta esta industria perversa, no tenga reparos en que se multipliquen las víctimas, es una canallada. Es como si les metieran un porro en la boca o les inyectaran heroína sin preguntar primero o pidiendo permiso por si cuela... una violación mental en la era del consentimiento.

El otro día unos alumnos de cuarto de secundaria fueron preguntados abiertamente sobre la pornografía en su colegio y casi todos estaban atrapados, la mayoría desde pequeños, porque un niño no tiene la madurez o la robustez afectiva para plantar cara a un monstruo. Compartieron la angustia de no saber cuándo la dejarán (si es que consiguen abandonarla). Se sienten aturdidos, embrutecidos, conscientes de que les incapacita no sólo para relacionarse sana y libremente con las chicas, sino para construir proyectos vitales duraderos. Y todos, sin exclusión, han pedido que se proteja a compañeros más pequeños para que no les ocurra lo mismo.

Se podrá preservar en mayor o menor medida a los chavales porque la atmósfera es la que es, no seamos ingenuos; toca vivir en una vigilancia constante, con las lámparas siempre encendidas. Pero no es menos cierto que vamos a ver a muchos jóvenes, luego adultos, enfrentarse a años y años de sufrimiento, algunos porque no previeron las consecuencias, otros por haber sido secuestrados en una emboscada. En ambos casos será terrible, pues se trata de una adicción que se combate con mucho dolor.

Hay estudios que advierten de la pornografía como causa y aliciente de conductas delictivas como las agresiones sexuales, incluso la pedofilia. También se ha denunciado el negocio, en muchos casos criminal, de quienes la hacen posible. Así pues, no hay aval para que Musk se suba al carro y, mucho menos, la libertad de expresión. Este argumento es de una hipocresía absoluta. La razón es que va a embolsarse muchos millones, mientras tantas vidas se rompen.

 
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