Abolir el celibato no es la solución. El caso de la Iglesia Evangélica Alemana
Hace unos días, como informamos en Religión Confidencial, el obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, salió al paso de unas declaraciones del secretario adjunto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Charles Scicluna, el cual decía que estaba a favor de revisar el celibato obligatorio en los sacerdotes para, entre otras cosas, evitar "dobles vidas" o, lo que es más grave, abusos sexuales.
"Me parece a mí que algunos han olvidado que la vocación -al sacerdocio, en este caso- es una llamada personal de Dios, en la que Él nos da su gracia para que podamos seguirle; y no una mera elección individual entre las distintas posibilidades que a cada uno le resulten más atrayentes...", decía Munilla.
Sin embargo, abolir el celibato no parece ser la causa de estas dobles vidas de algunos curas, ni mucho menos, la solución para acabar con el aberrante asunto de la pederastia en la Iglesia. Prueba de ellos son los datos que arroja la Iglesia Evangélica de Alemania: ha publicado los resultados del informe independiente que encargó en 2020 para conocer los casos de abusos sexuales dentro de la organización.
Según los datos recabados, desde 1946, hay 2.225 personas que han sufrido agresiones sexuales cometidas por más de 1.200 miembros de la Iglesia. De las víctimas, más de la mitad son varones de unos 11 años.
En cuanto a los agresores, dos tercios estaban casados ya que, a diferencia de la Iglesia católica, el celibato no es obligatorio y, además, las mujeres también pueden tener el puesto de “pastor”, informa Rome Reports.
"El celibato es don y misterio que solo se entiende y se resguarda por la fe y la gracia de Dios", dice un sacerdote mexicano en las redes.
Sobre este asunto me gustaría destacar un par de cosas interesantes.
En primero lugar, llena de ilusión y de agradecimiento, que los jóvenes seminaristas no se cuestionan el celibato sacerdotal. Así lo afirmaba el rector el Seminario en Madrid José Antonio Álvarez a RC: “En la actualidad, la cuestión del celibato no es una preocupación de los seminaristas. La viven con madurez, responsabilidad y de forma integral en el proceso de maduración de todas las dimensiones. Acogen el celibato como un don del Señor”.
Y en segundo lugar, aunque la grandeza del sacerdocio supera a la de los diáconos permanentes, cabe resaltar que esta figura reconocida en la Iglesia, desempeñan un gran papel al servicio de los demás y de las parroquias, apoyan y ayudan al sacerdote y a los fieles, están comprometidos y la mayoría de ellos están casados. Cierto es que no pueden confesar ni consagrar, pero su labor es un bien para la Iglesia que debería fomentarse y darse a conocer mucho más.
En cualquier caso, como también ha afirmado Scicluna más allá de su opinión personal y de abanderar este debate, reconoce que “esto es algo que la Iglesia en su máxima autoridad, tendrá que decidir”. Y el Papa, de momento, ha cerrado el tema.
Zenón de Elea.
