Lecturas de hoy. Jueves 29 de agosto de 2024

Acudamos a su intercesión, y a la Virgen María, para que también en nuestros días la Iglesia se mantenga fiel a Cristo y testimonie con valentía su verdad y su amor a todos

Altar Mayor. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada
Altar Mayor. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del El Martirio de San Juan Bautista

Jueves, 29

Primera lectura

Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,1-9):

Yo Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Cristo Jesús, a los santos que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor nuestro. ¡Y él es fiel!


Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 144,2-3.4-5.6-7

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. 

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

 

Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. 

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias. 

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Lectura del santo evangelio según san Mateo (24,42-51):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

Palabra del Señor

Comentario

Todos los Evangelios comienzan la vida pública de Jesús con el relato de Su Bautismo en el río Jordán por medio de Juan Bautista. San Lucas, enmarca la entrada en escena del Bautista, con un solemne telón de fondo histórico. El libro de Benedicto XVI "Jesús de Nazaret" también tiene como punto de partida el Bautismo de Jesús en el Jordán, un acontecimiento que tuvo una enorme resonancia en su época. De Jerusalén y de toda Judea acudía la gente a escuchar a Juan el Bautista y a dejarse bautizar por él en el río, confesando sus pecados (cf. Mc 1,5). La fama de Juan creció hasta tal punto que muchos se preguntaron si no sería realmente el Mesías. Pero él -subraya el evangelista- lo negó rotundamente: "Yo no soy el Cristo" (Jn 1,20). Sin embargo, sigue siendo el primer "testigo" de Jesús, habiendo recibido instrucciones del Cielo: "El hombre sobre el que veréis descender el Espíritu y permanecer es el que bautiza en el Espíritu Santo" (Jn 1,33). Esto sucedió precisamente cuando Jesús, habiendo recibido el Bautismo, salió del agua: Juan vio que el Espíritu descendía sobre Él como una paloma. Fue entonces cuando "conoció" la plena realidad de Jesús de Nazaret, y comenzó a darlo a conocer a Israel (Jn 1,31), señalándolo como Hijo de Dios y Redentor del hombre: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29).

Observamos como Herodes admira a Juan y le escucha con gusto (v.20) pero termina por decapitarle (v.27) Un gran cambio se produce en poco tiempo. Primero apresa a Juan injustamente, después organiza una fiesta lasciva, hace un juicio temerario, y finalmente le lleva a cometer un delito mucho mayor: el homicidio. Este pasaje nos muestra el poder del pecado. El pecado se comporta como una espiral, nos introduce en un círculo vicioso. Cuando nos dejamos llevar por nuestros pecados, estos nos arrastran a la posibilidad de cometer otros mayores. Por eso, siempre debemos arrepentirnos de cualquier pecado y acudir a la confesión donde Dios nos perdona y podemos recomenzar de nuevo. Con la ayuda de Dios, siempre tenemos la posibilidad de vencer al pecado.

“Como auténtico profeta, Juan dio testimonio de la verdad sin componendas. Denunció las transgresiones de los mandamientos de Dios, incluso cuando los protagonistas eran los poderosos. Así, cuando acusó de adulterio a Herodes y Herodías, pagó con su vida, coronando con el martirio su servicio a Cristo, que es la verdad en persona. Invoquemos su intercesión, junto con la de María santísima, para que también en nuestros días la Iglesia se mantenga siempre fiel a Cristo y testimonie con valentía su verdad y su amor a todos.” (Benedicto XVI, Ángelus, 24 de junio de 2007).

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