La fe cabe en un bolsillo

Hace unas semanas, un grupo de protestantes repartían copias del Evangelio a la salida de algunas bocas de metro en las principales áreas universitarias de Madrid. Traían cajas y cajas y, sorprendentemente, los jóvenes cogían los libritos encuadernados en plástico azul imitación de piel.

Tendemos a leer lo que tenemos delante y más si es regalado. Como sabemos leer, simplemente leemos. Un curioso índice de lectura hace unos años situaba en la composición de leche, galletas y cereales el texto más leído. Quién no ha dedicado una parte del desayuno a conocer a fondo estos detalles simplemente porque están ante nosotros. Leemos lo que cae en nuestras manos sin saber a veces qué leemos. Por eso funciona la publicidad a través de flyers callejeros. Leemos lo que lee el vecino de transporte público y tomamos con cierto disimulo el periódico abandonado. Leemos cuando nuestro tiempo no está ocupado por nada más.

Por eso pensé que aquellos protestantes que distribuían Evangelios a la salida del metro habían encontrado un buen hueco. El papa Francisco ha hecho lo mismo este domingo. Ha distribuido evangelios de bolsillo entre las personas que asistieron al rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro. Y es que Francisco sabe lo que se hace.

En la actual situación de la sociedad católica –la que acude de manera mayoritaria, aunque no única, al rezo del Ángelus- uno de los grandes problemas es que a pesar del aumento general del nivel educativo, son demasiados los fieles que perpetúan eso que en España se llama “la fe del carbonero”. Quizá la falta de tiempo, posiblemente el exceso de ocupaciones, nos lleva a no reflexionar y mucho menos leer. En la casa de cada cual, en algún lugar de la estantería de los libros importantes, hay una Biblia más o menos imponente. Pero, ¿la lee el común de los cristianos?

¿Y si la fe cupiese en un bolsillo? El papa cuenta con el “efecto lectura”, esta tendencia a ocupar fragmentos muertos de nuestro tiempo. Y resulta que lo que Francisco ofrece para leer es la vida entera de Cristo, es la explicación de nuestra fe. Ahí están contenidos los mandamientos, los sacramentos, las verdades sobre las que se sustenta nuestra teología. El papa sabe que no hay tiempo para sacar la Biblia gorda, ni para estudiar sesudas obras filosóficas, pero si nos lo dan así, en cómodo formato, entonces, ¿quién dice que no al regalo de la fe?

María Solano Altaba
@msolanoaltaba

Decana de la Facultad de Humanidades del CEU

 
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