El tándem Müller-Sarah

Vamos a dejar, por unos días, que el Sínodo transcurra entre sus círculos menores y mayores. No seré yo, por cierto, quien repita lo que ha escrito Guido Horst en el periódico católico alemán “Die Tagespost” sobre “el Sínodo paralelo” de Santa Marta. Un papel periódico, por cierto, en el que suele colaborar con frecuencia el cardenal Gerhard Müller.

Precisamente, en el cardenal Müller quiero centrar el tema, en su artículo glosador de las memorias del cardenal Robert Sarah que, en español, ha editado, con poco aparato publicitario, Palabra. El título lo dice todo, “Dios o nada”. De lo que habla el cardenal Müller, en un texto en alemán colgado en el portal de la Congregación para la Doctrina de la fe, no es solo de lo que dice el cardenal Sarah en sus memorias. El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe da un paso más al analizar algunos temas que ocupan y preocupan a la conciencia cristiana.

Seleccionemos algunos.

Sobre el sentido de la liturgia, como si fuera un eco de R. Guardini: “En esta era en que la sociedad global va hacia una paulatina des-cristianización, la verdadera comprensión de la liturgia y la dignificación de la celebración, se convierten en la clave para la supervivencia del Cristianismo en el mundo de hoy y, sobre todo, del mañana.

La incapacidad litúrgica del hombre moderno,- de la que ya habló en 1.948 Romano Guardini en el Katholikentag en Mainz-, y la crisis de la idea sacramental,- en una conciencia reducida sólo al aspecto de inmanencia, como observó Joseph Ratzinger-, tienen sus raíces en el sistema monístico de un naturalismo que niega la dependencia  trascendental del hombre, tanto en espíritu como en libertad, sobre el Misterio de Dios. Consecuentemente, este naturalismo limita al hombre a una dimensión superficial y mundana y no se capaz de considerarse como un oyente del mundo guiado hacia una Revelación sobrenatural de Dios, tanto en la historia como en su mismo espíritu”.

Sobre el celibato: “El celibato sólo es comprendido por personas espirituales. Para el hombre sofisticado y secular, parece la reliquia de una época en que el fiel confiaba completamente en Dios. El hedonismo actual considera el celibato como un objeto de odio per se. Por consiguiente, es malinterpretado, puesto bajo sospecha y ridiculizado por aquellos que sólo evalúan el sacerdocio católico de forma mundana, como una especie de funcionario del culto o un trabajador social que, a veces, usa ropas extrañas o con un entrenador para la vida”.

Sobre la Iglesia y los pobres: “En todo el mundo, la Iglesia es la única defensora de los pobres. Su meta no es la adaptación de África a la sofisticada, nihilista y cínica forma de vida de Europa y Norteamérica, distanciados de la Fe. La ayuda social no es ayudar al pobre a convertirse en millonario para que descubran que el dinero es su propósito de vida y pierdan el tesoro en el cielo que no va,- a diferencia de los ricos del mundo-, a ser destruido por la herrumbre y las polillas. Se trata de ayudarles a crear su vida con total dignidad, sin privarles de la riqueza de la Gracia y la Misericordia de Dios. […] Quien no reconozca el hambre del hombre por Dios, lo deja en su peor miseria.

Hoy día, algunas organizaciones benéficas católicas están avergonzadas de hablar sobre Dios; se limitan a actividades puramente humanitarias para evitar las críticas y acusaciones de proselitismo”.


 

José Francisco Serrano Oceja

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