Notas sobre el pontificado del Papa Francisco (I)
Diez años de pontificado es una buena oportunidad para hacer balance retrospectivo a modo de notas de apuntes, siempre provisionales, de lo que ha significado y significa el pontificado del Papa Francisco como novedad para la Iglesia y para el mundo.
Parto de las premisas siguientes. El Papa Francisco se inserta en una línea de continuidad de los papas que, en la época contemporánea, máxime a partir del Concilio Vaticano II, han centralizado la atención sobre lo que es la Iglesia, se han convertido en el foco que sintetiza y ejemplifica la contribución de la Iglesia a la historia en un proceso de personalización mediática.
Creo que lo distintivo del papa Francisco, que inicialmente recalcaba la continuidad con el pontificado del Papa Benedicto XVI, fue entregarse a la dimensión práctica, operativa, actuante, del Evangelio, en una relación constante entre una palabra de hondo calado espiritual, según la tradición san Ignacio, que venía marcada por la publicación de las homilías diarias en Santa Marta, costumbre ahora en desuso, y una sistemática insistencia en la reforma de la Iglesia.
Reforma que ha ido articulando por una forma de ejercicio del ministerio petrino, del primado, a través de decisiones que afectan tanto a la estructura como al espíritu y la motivación de la actuación eclesial. En este sentido no hay que olvidar que, después de que se promulgara el CIC de 1983, es el Papa que más lo ha cambiado.
Tengo que advertir que a la hora de hacer este balance utilizo como transfondo el libro “Paradoja y misterio de la Iglesia” del P. Henri de Lubac, recientemente reeditado en español por Encuentro, dentro del magnífico proyecto de las Obras completas de De Lubac.
Advierte el jesuita teólogo –uno de los referentes del Papa Francisco para la utilización de determinados conceptos- que, a la hora de escribir ese libro, por tanto, de hacer ahora esta reflexión, convendría interrumpir la práctica del análisis crítico, sociológico, interpretativo, de las teorías subyacentes, de las discusiones permanente sobre el pontificado, para intentar una mirada contemplativa al objeto de estudio, en este caso los diez años de pontificado, desde una categoría sustantiva en la Iglesia, el misterio.
Un ejercicio al margen de los procesos de polarización discursiva, que son efecto, por un lado de las dinámicas mediáticas de contraste, y por otro de una ideologización como respuesta al miedo de un mundo que paraliza.
Un miedo generado por la incertidumbre de una época no de cambios, sino de un cambio de época, que es principalmente antropológico, ahora se diría ecológico en sentido amplio.
Por cierto que cualquier balance hay que hacerlo respecto de lo público del pontificado, que está conformado por miles de datos, de hechos, de palabras…
La Iglesia del 2013 no es la misma de la Iglesia del 2023. El mundo de 2013 no es el mismo de 2023. Por medio, entre otros acontecimientos globales, una pandemia aceleradora de procesos y una guerra que ha comenzado y sobre la que no se atisba su fin.
Aplicado al caso que nos ocupa, significa hacer el ejercicio de sustraernos de los marcos mentales de la práctica diaria de los efectos de lo periodístico, en cierto sentido político en cuanto prioriza las decisiones de poder y las relaciones de poder, entre otras razones por ser una dinámica simplificadora, para adentrarnos en la necesaria percepción de los matices del pontificado a partir de un tesis que no obvie esa dimensión constituida del misterio de la Iglesia, referente de la consecuencia principal, la paradoja connatural al cristianismo en medio del mundo. Paradoja, por tanto, es una categoría que puede ayudarnos a entender este pontificado.
