Grande cardenal Ladaria

No puedo utilizar la palabra “cancerbero” aplicada al trabajo del inminente cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer porque el diccionario de la Real Academia española de la Lengua me lo pone muy difícil.

Por más que en el lenguaje futbolístico se haya generalizado el uso de “cancerbero”, sigue significando “portero o guarda severo de bruscos modales”. Y el cardenal Ladaria es todo lo contrario.

Siento por el neocardenal Ladaria una especial admiración y afecto. Admiración por su obra teológica, por sus discípulos –que dicen mucho del maestro-, y por su estilo de jesuita de san Ignacio. Y afecto por su delicadeza en el trato, su forma de persuadir y de abordar las cuestiones. Recuerdo cuando asistió a la ordenación episcopal de monseñor Martínez Camino en Madrid…

Ahora el cardenal Ladaria está jugando un papel de primera en temas no siempre fáciles de abordar. De hecho, comienza a propalarse la especie de que el cardenal Ladaria sería el reverso de la mano del Papa Francisco o el freno de su mano. Imágenes no ciertas, sin duda.

Y no me refiero solo a la carta en la que mons. Ladaria recuerda la doctrina de la Iglesia sobre la ordenación sacerdotal a varones, o su misiva al episcopado alemán sobre la intercomunión, o su forma de llevar la extinta de hecho comisión de estudio del diaconado femenino. Me refiero a la capacidad de este jesuita de abordar los temas en profundidad y no en la epidermis.

Un ejemplo han sido sus recientes declaraciones de esta semana a José Luis Restán, en la cadena COPE, sobre la relación entre caridad y verdad, en un momento de una Iglesia volcada en la caridad.

Dijo monseñor Ladaria que “una de las dimensiones fundamentales de la caridad es la proclamación de la verdad. La Iglesia que ha conocido la Revelación de Dios la tiene que dar a conocer, porque si no, eso no es amar al prójimo. De tal manera que esto es una dimensión -y no secundaria- de la caridad, del amor al prójimo: darles a conocer la recta Doctrina de la Iglesia. Por tanto, no hay contraposición entre caridad y verdad, van juntas necesariamente”.

Grande Ladaria, grande, que diría, también en la COPE el profesor Gay de Liébana.  


 
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