Esperando, rezando, con Fe

Quizá es demasiado pronto para cantar victoria. Sí es tiempo, en cambio, para agradecer a Dios, que los que podían hacer estallar la guerra hayan recapacitado, y estén dispuestos a sentarse para llegar a una solución.

¿Un fruto de la jornada de oración y ayuno convocada por el Papa Francisco?

Nadie lo podrá demostrar; nadie, de otro lado, podrá negar alguna influencia. Aquel sábado un clamor de Fe llegó al Cielo. Los políticos, sociólogos, los así mismo llamados "intelectuales" de todo género, hacen sus gestiones, sus maniobras, sus cábalas. Y el Señor, que nos dijo "Pedid y se os dará"; no deja nunca de actuar por caminos que sólo Él conoce, y que los humanos a veces descubrimos, aunque nunca alcanzamos a ver todo el horizonte de la perspectiva divina.

Por lo pronto, los bombarderos americanos no han levantado el vuelo.

Y, a la vez, todo sigue siendo imprevisible. Los "demonios de la guerra" se ocultan con frecuencia hasta en los pliegues más recónditos del corazón del hombre. Un corazón, por desgracia, demasiado acostumbrado a matar, a ver morir; y en ocasiones endurecidos por la soberbia, el deseo de venganza. Un corazón capaz de convertirse en "demonio" de sí mismo, y para sí mismo.

El tiempo está al servicio de la Paz. Los cristianos de Siria, patria de algunos Papas de los primeros siglos de la Iglesia, pueden vivir en la esperanza de seguir ocupando sus tierras, de seguir adorando en sus iglesias al Señor Sacramentado, de continuar anunciando el nombre de Jesucristo en sus raíces árabes.

La oración y el ayuno prosiguen. El clamor de Paz no deja de elevarse al Cielo. Quizá ya no serán actos multitudinarios, ni grandes concentraciones de gente aquí y allá. Será la fuerza de la oración en el silencio de un templo en ruinas; será el ayuno de un convento de clarisas; será la oración de una familia cristiana que reza el rosario a la Reina de la Paz.

El Papa, la Iglesia, sabe que su fuerza es la Oración. La diplomacia, las maniobras, los acuerdos, corresponden a los políticos, a los gobernantes –a quienes haría también mucho bien rezar-, que se tomarán tiempo para "seguir dando pasos para resolver la crisis en Siria", son palabras de Putin; y para continuar "trabajando duro para encontrar una base común para un acuerdo", son palabras de Kerry, que afirma que Obama está "hondamente decidido a encontrar una solución negociada".

Y si además de una cierta paz en Siria, el fruto de estas oraciones, de esas negociaciones, alcanza para que los "demonios de la guerra" salgan de los recónditos pliegues del corazón de los gobernantes de los países vendedores de armas; mejor que mejor. Porque, en definitiva, ¿quién le ha vendido a Assad ese depósito de armas químicas? ¿Quién mantiene en pie guerras por años y años suministrando armas a los dos, a los tres, a los cuatro contendientes?

 

Con el Papa, es un buen momento para seguir "Esperando, rezando, con Fe".

Ernesto Juliá Díazernesto.julia@gmail.com

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