Santoral Romano

¿Qué santo celebra hoy, lunes 4 de diciembre de 2023? Consulta el santoral

Hoy se celebra la fiesta de San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia.

Hoy se celebra la fiesta de San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia.
Hoy se celebra la fiesta de San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia.

Hoy, lunes 4 de diciembre de 2023, se celebran los siguientes santos en el santoral católico:

  • San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia.
  • Santa Bárbara, mártir cristiana del siglo III.
  • San Bonifacio I, papa.
  • San Marino, eremita.
  • San Caletrico de Chartres, obispo.
  • San Fredaldo de Mende, obispo.
  • Santa Ida de Herzfeld, abadesa.
  • Santa Irmgarda de Süchteln, religiosa.
  • San Marcelo de Chalons-sur-Saône, obispo.
  • Beato Bernardo Leda Grau, religioso.

Detalle de los santos que se celebran hoy:

  • San Juan Damasceno 

Juan nació en Damasco, Siria, en el seno de una influyente familia de árabes cristianos y, siendo aún joven, heredó de su padre la responsabilidad de la gestión económica del califato. Sin embargo, el hecho de haber estudiado filosofía y teología en Constantinopla junto al monje Cosmo, que había sido llevado a Siria como esclavo, iba a ser decisivo para él: de hecho, al cabo de unos años dejó la vida de la corte por la vida monástica.

La elección de una vida ascética

Estamos alrededor del año 700 cuando Juan elige la vida ascética pues desea vivir el evangelio en manera radical. Y fue así que antes de entrar en el monasterio de san Sabas, a medio camino entre Jerusalén y Belén, Juan y se despojó de todo, distribuyó sus riquezas entre los pobres, dio libertad a sus siervos y peregrinó a pie por toda Palestina. En Mar Sabas se hizo monje junto con su hermano -el futuro obispo de Maiouna-, luego fue nombrado presbítero y ocupó el puesto de predicador titular en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. Allí pasó casi toda su vida, orando, meditando la Sagrada Escritura y realizando muchas obras de misericordia. Su amor a Cristo fue como la savia que contribuyó para hacer crecer su fe y la de las comunidades cristianas. También con sus escritos, sus obras y sus himnos enriqueció muchísimo la liturgia de la Iglesia de Oriente.

El teólogo de la imagen

En la época en que vivió Juan Damasceno, la veneración de las imágenes sagradas no estaba muy extendida entre los cristianos, debido a una herencia tomada de la tradición hebrea del Antiguo Testamento que prohibía cualquier representación de Dios: "No harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en el cielo, o aquí abajo en la tierra o en el agua bajo tierra" (Éxodo, 20, 4); "No te erigirás estatua (Deuteronomio, 16, 22); "Y no pondréis en vuestra tierra piedra con imágenes para inclinaros ante ella" (Levítico, 16, 1). En particular, el emperador bizantino León Isauro había desatado una guerra implacable contra el culto a las imágenes sagradas, por lo que Juan, por encargo del papa Gregorio III, asumió prácticamente a lo largo de toda su vida el papel de defensor a ultranza de las propias imágenes, con diversas iniciativas para contrarrestar la mentalidad iconoclasta. Su principal recurso fue la correcta interpretación teológica de la Sagrada Escritura. Su argumento principal se fundaba en el evento principal de la fe cristiana: la Encarnación del Verbo de Dios, es decir, si el Hijo de Dios mismo se había manifestado como hombre y si de invisible se había hecho visible, de carne y hueso, entonces Jesús era la imagen divina que representaba y hacía presente corporal y visiblemente al mismo Dios invisible. (Cf. Colosenses 1,15). En la catequesis de la audiencia general del 6 de mayo de 2009, Benedicto XVI recordó que Juan Damasceno fue "uno de los primeros en distinguir, en el culto público y privado de los cristianos, entre la adoración (latreia) y la veneración (proskynesis): la primera sólo puede dirigirse a Dios, sumamente espiritual; la segunda, en cambio, puede utilizar una imagen para dirigirse a aquel que es representado en esa imagen. Obviamente, el santo no puede en ningún caso ser identificado con la materia de la que está compuesta la imagen. Esta distinción se reveló en seguida muy importante para responder de modo cristiano a aquellos que pretendían como universal y perenne la observancia de la severa prohibición del Antiguo Testamento de utilizar las imágenes en el culto".

El Santo Tomás de Oriente

Por su profunda cultura teológica y de otras disciplinas profanas, Juan ha sido apodado "el Santo Tomás de Oriente", hasta el punto que León XIII lo proclamó Doctor de la Iglesia en 1890 por su contribución a la doctrina teológica y a la liturgia de la Iglesia oriental. Son famosos sus tres "Discursos contra los que calumnian las santas imágenes". La principal obra doctrinal que dejó fue De Fide orthodoxa, que sintetiza de forma original tanto el pensamiento patrístico griego como las decisiones doctrinales de los Concilios de la época, y que sigue constituyendo un punto de referencia fundamental tanto para la teología católica como para la ortodoxa. También escribió De haeresibus, sobre las herejías cristianas más extendidas de su tiempo. Sus tesis, junto con las de san Germán de Constantinopla, serían convalidadas durante el Segundo Concilio de Nicea del año 787, aún después de su muerte.

 

El legendario milagro de la mano

Según una leyenda oriental bastante extendida, se narra que san Juan fue el protagonista de un milagro recibido de la Virgen María. Mientras residía en la corte, en un momento dado fue acusado de traición y como sentencia le cortaron la mano derecha. Entonces, Juan rezó intensamente a la Virgen María, representada en un icono. La piadosa leyenda afirma, obviamente sin documentos históricos probatorios, que la Virgen escuchó sus plegarias y le reimplantó milagrosamente la mano. Como agradecimiento a María, el Damasceno mandó hacer una mano de plata y la añadió al icono, dando lugar al culto oriental de la Virgen Tricherusa, es decir, con tres manos. Hoy es claro que el objetivo de esta leyenda edificante no era otro que el de hacer crecer la confianza, la veneración y el amor de los creyentes por la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, representada en los iconos orientales.

  • Santa Bárbara nació en Nicomedia, en el actual Turquía, en el siglo III. Era hija de un rico pagano que la encerró en una torre para impedir que se convirtiera al cristianismo. Bárbara logró escapar y se refugió en una cueva, donde fue descubierta por su padre. Éste la hizo decapitar, siendo considerada una mártir por la Iglesia católica.
  • San Bonifacio I fue papa desde el año 418 hasta el año 422. Es conocido por su lucha contra el arrianismo, una herejía que negaba la divinidad de Jesucristo.
  • San Marino fue un eremita que vivió en el siglo IV en la isla de San Marino, en el centro de Italia. Es considerado el fundador de la República de San Marino, la más antigua república del mundo.
  • San Caletrico de Chartres fue obispo de Chartres, en Francia, en el siglo VI. Es conocido por su labor caritativa y por su defensa de la fe católica.
  • San Fredaldo de Mende fue obispo de Mende, en Francia, en el siglo VII. Es conocido por su predicación y por su labor de evangelización.
  • Santa Ida de Herzfeld fue abadesa del monasterio de Herzfeld, en Alemania, en el siglo IX. Es conocida por su piedad y por su labor de ayuda a los pobres y enfermos.
  • Santa Irmgarda de Süchteln fue una religiosa que vivió en el siglo XIV en Alemania. Es conocida por sus visiones y por su labor de ayuda a los enfermos.
  • San Marcelo de Chalons-sur-Saône fue obispo de Chalons-sur-Saône, en Francia, en el siglo IV. Es conocido por su martirio durante la persecución de Diocleciano.
  • Beato Bernardo Leda Grau fue un religioso español que vivió en el siglo XX. Es conocido por su labor pastoral y por su defensa de los derechos humanos.

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