Lecturas de hoy. Jueves 15 de febrero de 2024

Para un cristiano tomar la cruz de cada día consiste en repetir las mismas verdades de Cristo. Sin miedo a la vida. Sin miedo a la muerte. Con gracia y buen humor

Lecturas de hoy
Lecturas de hoy
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Versículo antes del Evangelio
  4. Evangelio
  5. Comentario

Primera lectura

Lectura del libro del Deuteronomio (30,15-20):

Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.
Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.
Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob».

Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 1

R/.
 Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

V/. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. 

R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

V/. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. 

R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. 

R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

Versículo antes del Evangelio

Convertíos --dice el Señor--, porque está cerca el reino de los cielos.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,22-25):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».

Palabra del Señor

Comentario

Jesús se acercaba cariñosa y compasivamente a todo el mundo. Hacía milagros. Hablaba como jamás nadie antes había hablado. Se desvivía por todos hasta el punto de no saber ni dónde iba a reposar la cabeza por la noche. Perdonaba los pecados. Sacaba demonios. Jesús se metía en las casas de todos y se auto invitaba a comer incluso con los publicanos. Y también conversaba profunda y confidencialmente con los fariseos que a ello se prestaban. Y daba de comer a multitudes si era necesario. Su personalidad debía ser (y sigue siéndolo) muy atractiva. Además, a todos Jesús quería llamar amigos y se comportaba amigablemente con todos; con los galileos, los judíos de Judea y con los samaritanos y los extranjeros…

 

A pesar de su amabilidad, el Señor fue rechazado por algunos... Los ancianos, los príncipes de los sacerdotes y algunos escribas fueron culpables de la muerte de Jesús, como Él mismo anuncia en el evangelio. Es como si permaneciesen ciegos a la bondad del Señor.

Hoy nos seguimos haciendo la misma pregunta que se podían hacer sus discípulos entonces; ¿cómo es posible que siendo Jesús tan bueno como es, tan amable, haya algunos que quieran condenarlo en el patíbulo?

Seguramente la respuesta esté conformada por un cúmulo de razones, que solo Dios lo sabe. Pero quizá una razón suficiente sea que el Maestro también hizo una cosa más, muy buena, pero que no siempre genera amigos: Jesús siempre decía la verdad. Es cierto, la verdad es muy buena, pero, como es sabido, no siempre la verdad es amable. Jesús, que siempre fue fiel a la misión del Padre, no calló nunca. Y esa fidelidad elocuente fue la que le llevó a la Cruz.

Para un cristiano de este siglo, quizá más que nunca, tomar la cruz de cada día consiste en repetir las mismas verdades de Cristo con las mismas palabras de Cristo. Sin miedo a la vida. Sin miedo a la muerte. Y, si es posible, con gracia. Con la gracia de María. Que siempre es posible.

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