Benedicto XVI “está bien y de buen humor”

El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, S.I, que se encuentra estos días en Les Combes, manifestaba así el estado de ánimo del Papa, que “está aprendiendo a vivir con la muñeca enyesada”.

El Santo Padre "soporta con serenidad y paciencia las consecuencias de su fractura en la muñeca derecha, que modifican notablemente su actividad personal". Está usando una grabadora para poder dictar sus reflexiones, al no poder usar la pluma con facilidad.

Además, cada día realiza dos paseos cerca del chalé en el que se aloja durante este período; uno después del almuerzo y otro al atardecer.

El pasado miércoles, el Papa recibió la visita del cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone, con quien despachó los asuntos más urgentes del gobierno de la Iglesia, y almorzaron juntos.

El padre Lombarda también contó que el Pontífice habla regularmente por teléfono con su hermano, monseñor Georg, que próximamente irá a Castelgandolfo para pasar cuatro semanas con él. Los años anteriores, también transcurrieron juntos varios días en la residencia pontificia, que se encuentra a 30 kilómetros al sur de Roma, y donde la temperatura es más suave que en la Ciudad Eterna.

Benedicto XVI ha aceptado la invitación del obispo de Aosta para presidir esta tarde la celebración de las vísperas en la catedral. Está previsto que participen en la ceremonia 400 personas, entre sacerdotes, religiosos, religiosas, además de dos laicos por cada una de las 93 parroquias de la diócesis de Aosta y representantes de las oficinas diocesanas y de las organizaciones eclesiales.

Después de las vísperas de la liturgia del día en italiano y en francés, el Santo Padre pronunciará la homilía. Al terminar la celebración, saldrá al balcón central de la catedral para bendecir a los demás fieles presentes. En el trayecto de regreso al lugar donde se aloja, saludará al pasar por Introd a los ancianos de la residencia de esta localidad.

A pesar de la limitación de no poder escribir ni tocar el piano, ahora que era el único momento en que lo podía hacer, el Papa mantiene su alegría y su optimismo. Se ve obligado a renunciar a sus gustos, pero en cambio trata de satisfacer los deseos de los demás en la medida de lo posible. Es un bonito ejemplo del que todos podemos aprender.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

 

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