Lampedusa, la vergüenza de la humanidad

Todavía no se conoce el número total de personas fallecidas en el naufragio, ni sabemos si lo conoceremos nunca. Van desvelándose, poco a poco, pequeños detalles, las mujeres, los niños. Todavía no sabemos todas las circunstancias. Pero no hay atenuante para lo ocurrido en las costas de una Europa que sigue atrayendo a los más pobres con la esperanza de una vida mejor. El papa Francisco expresó con una palabra el sentimiento de todas las personas de buena voluntad: Vergüenza.

Tendremos que hacer un análisis de lo ocurrido, pero también tendremos que enfrentarnos y afrontar el hecho de los miles de personas que arriesgan todo, incluso su vida, buscando un futuro mejor. No dejan sus países porque les gusta o les apetece. Dejan sus familias, sus raíces, porque no pueden sobrevivir, porque no pueden garantizar la comida de sus hijos ni un futuro para ellos. E hipotecan sus vidas, las ponen en manos de mafias que les “ayudan” a cruzar esos pocos kilómetros y que les abandonan a su desgracia.

El llanto es necesario, pero no es suficiente. Debemos entender el reto que se nos presenta y trabajar para que todas las personas que habitamos en el mundo tengamos derecho a una vida digna.

 Zenón de Elea


 

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