Gestas de España analiza la repercusión histórica del Papa Pio V, que supuso un antes y un después para la Iglesia Católica

Contribuyó a la mejora de la vida de las personas, veló por la pureza de la fe y excomulgó a Isabel I de Inglaterra

Pio V.
Gestas de España analiza la repercusión histórica del Papa Pio V, que supuso un antes y un después para la Iglesia Católica.
  1. Austeridad, piedad y defensa de la fe católica 
  2. Obispo y cardenal 
  3. Gran defensor de la contrarreforma 
  4. Preocupación por personas desfavorecidas 
  5. Excomunión de Isabel I 
  6. Devoción al rosario 
San Pio V, imagen en la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma.
San Pio V, imagen en la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma.

La labor del cardenal Antonio Ghislieri en la población de Mondovì en el Piamonte italiano que contribuyó a la mejora de las condiciones de vida de sus gentes, y que llevó a cabo una labor evangelizadora muy sobresaliente, fue una de las razones de peso para que el cónclave de 1566 le eligiera papa. Adoptó el nombre de Pio V. 

El proyecto de divulgación histórica "Gestas de España" analiza en esta ocasión la figura del Papa Pio V, el reformador, que supuso un antes y un después para la Iglesia Católica. El vídeo se puede ver aquí

El doctor en Historia Fermín Valenzuela Sánchez de Gestas de España, analiza para Religión Confidencial la figura de este papa, beatificado en 1672 por Clemente X y canonizado en 1721 en una ceremonia celebrada por Clemente XI. Fue el primer papa canonizado desde san Celestino V en 1313 y el último que recibió ese honor hasta 1954, cuando también fue reconocido como santo Pío X.

Austeridad, piedad y defensa de la fe católica 

La historia del papado a lo largo de dos mil años es muy interesante por la cantidad y variedad de hombres que han ocupado la Santa Sede, desde personas que ni siquiera deberían haber sido admitidos en el clero, hasta grandes santos. Entre estos, hay una figura destacada y, para conocerla, debemos viajar al siglo XVI.

Era el año 1504 y nacía en un pueblo italiano, llamado ahora Bosco Marengo, un niño llamado Antonio Ghislieri. Su familia era muy humilde, hasta el punto de que siendo Antonio muy joven tuvo que dedicarse a cuidar ovejas en el campo porque sus padres no podían pagar sus estudios.

Sin embargo, gracias a un amigo, pudo entrar con 14 años en la orden dominica y convertirse en fraile. Durante estos años fue adquiriendo todas las virtudes que lo acompañaron durante el resto de su vida, pues sobresalió por su austeridad, su piedad, su defensa de la fe católica y su preocupación por los necesitados.

Obispo y cardenal 

Sus buenas cualidades fueran percibidas dentro de su orden, por lo que recibió diferentes cargos, pero también fuera de la misma. Con 47 años el papa Julio III, quien consiguió que se reanudaran las sesiones del concilio de Trento, le instauró como comisario general del Santo Oficio.

Más adelante, Pablo IV le nombró obispo de Sutri y Nepi en 1556. Al año siguiente el mismo papa lo creó cardenal y nombró inquisidor general, algo que le permitió salir en defensa del arzobispo de Toledo Bartolomé Carranza, acusado de herejía por la Inquisición española. El siguiente papa, Pío IV, lo mantuvo como inquisidor, pero los roces entre ambos provocaron que Antonio fuera nombrado obispo de Mondovi para alejarlo de Roma.

Su carrera dentro de la jerarquía católica culminó en 1566 cuando, en el cónclave que se celebró tras la muerte de Pío IV, fue elegido papa gracias a uno de los grandes personajes de la Contrarreforma, el cardenal de Milán san Carlos Borromeo. Antonio dejó su nombre para adoptar por el que pasaría a la posteridad, Pío V.

 

Gran defensor de la contrarreforma 

Como papa y cabeza de la Iglesia Católica, y gran defensor de la Contrarreforma, mostró un especial celo por la doctrina, el culto y la reforma del clero. Para la primera, promulgó el Catecismo Romano en 1566, el cual se convirtió en el catecismo oficial hasta la publicación del actual en 1992.

Además, como forma de afianzar el estudio de la teología, impulsó la figura de su hermano de hábito, santo Tomás de Aquino, al nombrarlo el primer doctor de la Iglesia. Además, también veló por la integridad de la doctrina católica al condenar las proposiciones de varios teólogos de la época.

Para el culto, Pío V se encargó de promulgar dos importantes obras litúrgicas. En 1568 sancionó el nuevo breviario para el rezo del oficio divino según el rito romano. Dos años más tarde llegó el turno del nuevo misal. Este se convirtió en el más utilizado dentro de la Iglesia Católica hasta 1969, cuando apareció el actual misal romano.

Con respecto al clero, había llegado la hora de poner en marcha algunos de los puntos establecidos por Trento. Para ello empezó una labor de reforma de los clérigos seculares y regulares. De los primeros buscó que llevaran una vida acorde a su condición y que vivieran donde estuvieran incardinados. Para los regulares, impulsó las reformas de las órdenes para que se eliminaran los graves abusos que se habían introducido en ellos.

Preocupación por personas desfavorecidas 

Pío V era también el monarca de un estado, los Estados Pontificios, por lo que se preocupó por el mantenimiento del orden en sus dominios y se mostró muy duro con los salteadores de caminos. También Roma se vio influenciada por la política papal, porque, según la opinión y crítica de la época, llegó a convertir la Ciudad Eterna en un convento.

Sin embargo, esto benefició a las clases más bajas, que se vieron beneficiadas por las labores caritativas impulsadas por el papa. No obstante, él fue el impulsor de la creación en Roma de un gueto para la población judía a imagen del que se había creado en Venecia.

Además, se tomó muy en serio su papel a nivel internacional pues era una figura de referencia para otras potencias europeas, así que no dudó en intervenir en diferentes asuntos que consideraba tenían que ver con su papel también como papa de la Iglesia. 

Excomunión de Isabel I 

Uno de ellos fue el problema del anglicanismo en Inglaterra. Consideró su deber excomulgar públicamente a la reina Isabel I, lo cual fue contestado desde la isla con un recrudecimiento de la persecución de todos los católicos que no reconocían a la monarca como cabeza de la Iglesia inglesa.

Otro problema al que se enfrentó fue el avance musulmán por el Mediterráneo. En este asunto jugó uno de sus papeles más brillantes, pues consiguió la formación de la conocida como la Liga Santa, en la cual unió a España, Venecia y los Estados Pontificios. Esta liga alcanzaría su gran fama el 7 de octubre de 1571 al vencer en la batalla de Lepanto a la armada otomana. Fue un triunfo celebrado por toda Europa, incluyendo la propia Roma. Cuando los mensajeros de la Liga llegaron a la Urbe para anunciar la victoria, se encontraron que ya la estaban celebrando porque el papa había tenido una visión de la batalla y su resultado.

Devoción al rosario 

Gracias a esto, Pío V dio un gran impulso a una de las grandes devociones católicas, el rezo del rosario, al señalar que la victoria se logró gracias a él. Además, instituyó una fiesta en octubre para celebrar Lepanto dedicada a Nuestra Señora de la Victoria, título que sería cambiado en 1573 por el de la fiesta del Santísimo Rosario, y, en el siglo XX, por el de Nuestra Señora del Rosario.

Después de una vida tan intensa, le llegó la muerte en Roma el día 1 de mayo de 1572. Fue enterrado primero en la basílica de San Pedro del Vaticano. Años más tarde fue trasladado a la de Santa María la Mayor, Su fama de santidad que le acompañó en vida prosiguió y aumentó tras su fallecimiento.

Gracias al respaldo de su orden, en 1672 el papa Clemente X lo beatificó. El proceso de canonización continuó en los años siguientes y subió definitivamente a los altares como santo en 1721 en una ceremonia celebrada por Clemente XI. Fue el primer papa canonizado desde san Celestino V en 1313 y el último que recibió ese honor hasta 1954, cuando también fue reconocido como santo Pío X.

Pio V promulgó el Catecismo Romano en 1566, el cual se convirtió en el catecismo oficial hasta la publicación del actual en 1992.
Pio V promulgó el Catecismo Romano en 1566, el cual se convirtió en el catecismo oficial hasta la publicación del actual en 1992.

 

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