Erik Varden, obispo noruego: "Hay una tremenda confusión sobre lo qué es el ser humano y Jesucristo"

1. De agnóstico a católico 
2. "Los monasterios son atractivos para la gente" 
3. Castidad. La reconciliación de los sentidos 
4. Quién y qué es el ser humano 
5. Hombre y mujer
6. Perplejidad y confusión 

Monseñor Erik Varden, (Noruega, 1974) monje cisterciense y obispo de Trondheim se encuentra en Madrid para asistir al EncuentroMadrid, una iniciativa impulsada por Comunión y Liberación que celebra su 20 aniversario. Hoy mismo participará en el diálogo  "Una amistad que atraviesa fronteras y siglos", que presenta José Luis Restán. 

De agnóstico a católico 

Varden, que ha recibido a Religión Confidencial, irradia optimismo, alegría, testimonio. De familia agnóstica, aunque su abuela era profundamente religiosa (luterana), él también se declaró agnóstico durante su adolescencia. Sin embargo, se convirtió́ poco después al escuchar la sinfonía Resurrección de Gustav Mahler y también gracias a algunos compañeros católicos del colegio internacional UWC Atlantic College de Gales (donde ha estudiado la princesa Leonor y la infanta Sofía).

Su primera experiencia en un monasterio trapense le cautivó: “La Iglesia católica aparece como una realidad concreta y encarnada en esos monjes. Me tocó profundamente”, testimonia.

"Los monasterios son atractivos para la gente" 

En esta época secular, o post-secular como a él le gusta definir, tiene un mensaje para las gentes del siglo XXI: “Los monasterios son atractivos para la gente. Llevamos una vida coherente, simple, somos gente normal que no pretendemos imponer nada a nadie y todos estas bienvenidos. Los monasterios son lugares donde la gente puede acercarse y sentirse acogido y abrazado por Dios. Hay gente que se queda ante el Santísimo y comienza a llorar”.

Antes de ingresar a los trapenses en 2002, enseñó teología en la Universidad de Cambridge. Sobre la sólida base de la sabiduría de los Padres del Desierto y de la patrística en general, la reflexión de Varden recorre la literatura, la música, la pintura y el cine para ofrecer respuestas originales y novedosas a los interrogantes más  urgentes del hombre contemporáneo. Su libro The Shattering of Loneliness (La explosión de la soledad) ha sido traducido a más de diez idiomas. Fue nombrado prelado de Trondheim en 2019. Escribe regularmente sobre fe y cultura en su blog www.coramfratribus.com

Castidad. La reconciliación de los sentidos 

En su último libro “Castidad. La reconciliación de los sentidos” (Ediciones Encuentro) Erik Varden da una respuesta positiva, que no niega el sexo pero que orienta nuestro instinto vital hacia su fin sobrenatural.  Una visión verdaderamente cristiana de la castidad abraza al ser humano en su integridad, comprende su anhelo de plenitud, libertad y fecundidad. Con frecuencia intuimos que nuestro cuerpo apunta hacia algo que lo trasciende.

Y lo que es más importante ¿puede un representante de una Iglesia puesta en jaque por los escándalos de los abusos tener algo sensato que decir sobre este tema? “La castidad no trata de decir no, no y no desde el púlpito. La castidad es entender al ser humano en su integridad que incluye la energía de nuestra sexualidad. La inteligencia, la voluntad y la dimensión espiritual conforman un todo íntegro en el ser humano”, explica a RC.

Quién y qué es el ser humano 

Porque lo que pretende este joven obispo es explicar quién y qué es el ser humano y comprender su anhelo de plenitud, libertad y fecundidad. ¿Cómo podemos alcanzar la plenitud? Esta es la gran pregunta a la que responde Varden en su libro.

Su ensayo comienza así: “La palabra castidad se ha vuelto un término reservado a los anticuarios. Describe una serie de actitudes y un código de conducta asociados a una etapa pasada. Son muchos los que se alegran de su ocaso. Hoy en día, cuando oímos esta palabra, pensamos más en una sexualidad frustrada que en la fuerza de la “virtud refrescante como la faz de Diana”.

Porque la castidad no es sinónimo de celibato, sino que es una virtud para todos. “Reducir la castidad como se ha hecho a una mera mortificación de los sentidos es convertirla en un instrumento de sabotaje contra el florecimiento personal. También es malinterpretar, tergiversar y aplicar erróneamente el significado de una noción compleja. Con este libro espero liberarla de su confinamiento en categorías demasiado angostas permitiéndole expandirse, extender sus extremidades, respirar con libertad, tal vez incluso cantar”.

Hombre y mujer

Este monje y obispo argumenta el ser hombre y el ser mujer de una manera sencilla pero nítida: “El hombre y la mujer están destinados a vivir cara a cara. Porque el hombre sin la mujer y la mujer sin el hombre están incompletos”.

Y sobre la homosexualidad y la transexualidad trasciende a lo meramente conceptual e invita a las personas a preguntarse sobre sus anhelos más profundos, sus anhelos en el corazón, cuál es mi origen y cuál es mi destino.

En este sentido, en su libro explica lo que a teología moral católica califica ciertas inclinaciones y conductas como “objetivamente desordenadas”. "Puede parecer una frase dura. En el lenguaje corriente, estar desordenado es estar mal armado. ¿Quién puede tener la presunción de juzgar así a otra persona? En teología, en cambio, el lenguaje del orden y el desorden tiene una connotación distinta. Tendremos que hacer algún trabajo previo para oír estas palabras verdaderamente, tal como las entiende la iglesia”. 

Porque lo que la Iglesia invita es al hombre es a reconocer y mirar qué hay en mi corazón y  desde este punto de partida: "¿dejaré que la llamada de Dios me orden y me reforme?", indica el obispo noruego en su libro. 

Perplejidad y confusión 

Los estudios y libros de Monseñor Erik Varden están orientados a explicar, con urgencia, qué es el ser humano y quién es Jesucristo “porque hay un tremenda perplejidad y confusión sobre lo que somos y sobre quién es Jesús. La interconexión y las respuestas a estas dos preguntas se hacen urgentes para la sociedad de hoy”.

Y para ello, evangelizar y argumentar es importante, pero más aún dar testimonio porque “si los cristianos no somos coherentes, los argumentos se los lleva el viento. Pero sí debe haber una coherencia en la búsqueda de la verdad”.

Por último, para la España secularizada, antes profundamente cristiana concluye: “Beban profundamente de sus propias fuentes”.