EncuentroMadrid recuerda la vida del médico de Nagasaki: ateo, converso, herido en la primera bomba atómica que mató a su mujer

Takashi Nagai se convirtió en una personalidad de inspiración para todo Japón y ayudó a su pueblo a redescubrir la belleza de la vida

Exposición Takashi y Midori Nagai.
EncuentroMadrid recuerda la vida del médico de Nagasaki: ateo, converso, herido en la primera bomba atómica que mató a su mujer.
  1. Ateo convencido en búsqueda de la verdad 
  2. El bautismo y "cada célula de su alma se renovaba" 
  3. El año 1945 le arrebató todo lo que tenía
  4. Redescubrir la belleza de la vida
  5. "El amor conyugal es la máxima amistad"
  6. “El fuerte vínculo con el otro”
  7. "Un viaje de conocimiento de uno mismo y del otro”
Exposición Takashi y Midori Nagai.
Exposición Takashi y Midori Nagai.
EncuentroMadrid ha inaugura su XX edición con la presentación de la exposición "Takashi y Midori Nagai, el sí que teje la historia".  De la mano de Paola Marenco, vicepresidenta del Comité de Amigos de Takashi y Midori Nagai, hemos ido descubriendo las vidas de un matrimonio entregado a “vivir para ayudar a construir el Reino de Dios”: Takashi desde el trato con el otro y Midori desde el acompañamiento.  

“Hombre sensible a la belleza”, tal y como destacó Belén de la Vega, historiadora y traductora, responsable de conducir la conversación con Marenco, Takashi Paolo Nagai (1908-1951), dijo que “sí en cada situación dramática, abrazó la circunstancia y reemprendió la marcha”. 

Ateo convencido en búsqueda de la verdad 

Takashi, antes de conocer a quien sería su mujer, Midori, se definía como un “ateo convencido”; sin embargo, esta convicción empezó a tambalearse tras la muerte de su madre, comenzando así un camino en búsqueda de la “Verdad absoluta”. Su relación con la realidad le invitaba a formularse preguntas: “vivió tres guerras, una bomba atómica… Él mantiene abierta sus preguntas, mientras Midori le acompaña a encontrar sus respuestas viviendo, amando y rezando”, explicó Marenco.

Fue a través de la convivencia con la familia de Midori -con quienes se alojaba Takashi en Nagasaki-, pero sobre todo ella lo que propició un encuentro con Cristo: le invitaron a asistir a la Misa del día de Navidad, Midori le enviaría el catecismo a Takashi cuando fue llamado a servir durante la guerra de Manchuria y sobre todo, rezaron por él. Desde que se conocieron, Midori “rezaba para que [Takashi] encontrase a Cristo a través de sus pacientes”. 

El bautismo y "cada célula de su alma se renovaba" 

De esta manera primero vendría el bautismo -adoptaría el nombre de Paolo Miki-, con el que sentiría “cómo cada célula de su alma se renovaba”, le seguiría la confirmación y muy pronto el matrimonio con Midori: ella “le acompañó durante su conversión. Sin ella no hubiese existido la santidad de Takashi”, aseguró Marenco. El matrimonio continuó transmitiendo el anuncio del Reino de Dios, no con palabras, sino a través de su rostro: “Midori estaba segura de ser amada” por un Padre y “traducía ese amor en los gestos cotidianos”, esto fue lo que “atrajo a Takashi a la amistad de Cristo”.

El año 1945 le arrebató todo lo que tenía

El año 1945 le arrebató todo lo que tenía. Le diagnosticaron leucemia, fue víctima de la explosión de la primera bomba atómica, que le dejó gravemente herido y mató a su mujer. No obstante, nada de ello le impidió seguir con sus obligaciones como médico mientras reconstruía la catedral de Nagasaki y ayudaba a todo aquel que se lo pidiese con cualquier tipo de consejo: “Todo el mundo fue a buscarle porque ese rostro era muestra de una amistad inagotable con Cristo”, sentenció Marenco.

Este radiólogo japonés de la primera mitad del siglo pasado enfrentó múltiples adversidades en su vida. A pesar de la hostilidad de la realidad que le rodeaba, Takashi Nagai promovió a lo largo de su existencia el bien, la investigación, la entrega, la paz. A través de un camino personal, y gracias a su maduración en la fe, tomó conciencia de la importancia de aspirar a "aquello que nunca muere".

Redescubrir la belleza de la vida

Nagai descubrió un significado sagrado en el holocausto atómico y, convirtiéndose él mismo en un anuncio de esperanza y paz, ayudó a su pueblo a redescubrir la belleza de la vida y, por tanto, a reconstruirse. Al hacerlo, cambió radicalmente su propia historia y la de las personas que lo rodeaban, hasta el punto de convertirse en un punto de esperanza para toda la ciudad de Nagasaki. 

En la última página de su autobiografía, Nagai escribe: “Lo que debería haber perecido, pereció. Lo que tenía que morir estaba muerto... Cuando me di cuenta de que había trabajado toda mi vida por algo que se había convertido en cenizas me quedé en shock. ¡Toda mi vida por las cenizas! ¡No podría soportar una vida sin sentido! Tenía que encontrar aquello que no perece. Tuve que aferrarme a lo que no muere nunca".

Su vida es la historia de esta Amistad, una Amistad que teje la Historia, que se manifiesta a través del afecto y la relación con su esposa Midori, y la amistad con los descendientes de los "cristianos ocultos" de Nagasaki que lo llevan al descubrimiento de "aquello que nunca muere". Aunque inmovilizado por una enfermedad en una pequeña cabaña de madera, Takashi Nagai se convirtió en una personalidad de inspiración y referencia para todo Japón. Y a través de su testimonio, también para el resto del mundo.

"El amor conyugal es la máxima amistad"

Otra de las mesas redondas que ha tenido interés en las jornadas de EncuentroMadrid ha sido "El amor conyugal es la máxima amistad". (Amoris Laetitia)". 

El Papa Francisco nos invita a reflexionar en su exhortación apostólica Amoris Laetitia que “después del amor que nos une a Dios, el amor conyugal es la ‘máxima amistad’” pues en esta unión se da una búsqueda del bien del otro, reciprocidad, intimidad, ternura, estabilidad, y una semejanza entre los amigos que se va construyendo con la vida compartida. “Pero el matrimonio incluye a todo ello una unidad indisoluble”, indicó Javier López Seisdedos, miembro de la iniciativa El taller del orfebre y responsable de dirigir esta mesa redonda. 

 

Para tratar de desentrañar la importancia del matrimonio y su “promesa de eternidad”,  Dolores López, vicedecana de Estudiantes y profesora en la Facultad de Filosofía y letras de la Universidad de Navarra ha afirmado que “la familia es el lugar al que se vuelve” siempre, pues somos “individuo y relación”: “Es a través de la mirada de los otros cuando descubrimos y nos descubrimos como dones”, indica la profesora de Geografía Humana. 

“El fuerte vínculo con el otro”

Y considera que el factor diferente que aporta el matrimonio es “el fuerte vínculo con el otro”: “el matrimonio es una alianza entre el hombre y la mujer”, subraya, “es una alianza de sueños de un horizonte que se tiene que construir en el día a día” bajo las actitudes de “la confianza y la gratitud”. Por ello apunta que la razón por la que “las generaciones jóvenes perciben con mucho desencanto la duración, la eternidad en la relación”, se debe a que no somos conscientes de que “el noviazgo es el tiempo del discernimiento, mientras que el matrimonio es el tiempo de la entrega”.

En su intervención, la médico, psicoterapeuta familiar y sexóloga Teresa Suárez ha indicado que para construir una relación “es necesario un horizonte de tiempo, un horizonte de eternidad” y anima a que nos atrevemos a vivir “la larga aventura” en contraposición a la “ideología de lo nuevo”, aquello que “nos impide disfrutar de lo que tenemos en el momento, dando por supuesto los miles de regalos del instante”. 

"Un viaje de conocimiento de uno mismo y del otro”

Por su parte, Gloria Arnau, médico y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Familias para la Acogida, ha indicado que en el matrimonio es “inevitable pasar por crisis y no hay que tenerlas miedo” porque “muchas veces en ellas hay una bondad intrínseca” además de ser “un viaje de conocimiento de uno mismo y del otro”. Este camino de conocimiento es necesario porque “nuestro corazón lo que desea es la eternidad”, pero ese “para siempre” solo es posible si uno es capaz de “pasar por el sacrificio, por el perdón de la diferencia”.

Debido a que “nuestro deseo es grande, pero nuestro límite también lo es”, hay que “apostar por estar bien acompañados”, aconseja Arnau pues cuando el “sentimiento nos embarga” y nos impide ver más allá, “necesitados de alguien que nos ayude a ver la realidad con objetividad”, explica. Ante el engaño del mundo modernos que nos propone “la autonomía”, aconseja el no encerrarnos en los momentos de dificultades: “Todos necesitamos ser salvados y hay alguien que garantiza esa salvación” y en última instancia ese Alguien es Dios que hace partícipe a cada uno de “esa victoria del Amor”.

Takashi y Midori Nagai.
Takashi y Midori Nagai.

 

 

 

Video del día

Abascal: “Hemos asistido a un bochorno internacional de consecuencias incalculables”
Comentarios