Causas de los abortos. Cómo evitarlas

Bebé en el vientre materno.
Bebé en el vientre materno.

Los obispos han recordado recientemente el deber fundamental de respetar y proteger toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, con ocasión de las próximas elecciones; tanto más necesario cuanto que algunos representantes políticos y algunos medios de comunicación no se atreven a hablar claro, como si tuvieran miedo al qué dirán.

Lamentablemente se ha llegado a una situación en la que son pocos los que se atreven a decir claramente que todo aborto es un mal que hay que tratar de evitar, porque se está quitando la vida a un ser humano completamente inocente.

Sería una perversión de la conciencia considerar que el aborto sea un bien. ¿Matar a un inocente puede ser algo bueno y deseable?

Quiero pensar que la mayor parte de los partidarios del aborto no quieren el aborto en sí mismo, no piensan que abortar sea algo deseable, tan solo sea por el trauma psicológico que puede ocasionar, aunque lo verdaderamente grave es acabar con la vida del nasciturus.

Pero sí desean que la que quiera abortar pueda hacerlo, simplemente porque no quiera tener ese hijo, aunque no haya ninguna causa médica objetiva y grave que dificulte el embarazo y el parto. Por tanto, la posibilidad de abortar debe existir, dice el que está a favor del aborto.

¿Qué decir y qué hacer ante esta situación, para evitar el mayor número posible de abortos?

En primer lugar, estar plenamente convencido de que el aborto es uno de los mayores males de nuestros días, una de las mayores injusticias; mayor que el terrorismo e incluso mayor que las guerras. El número de vidas humanas inocentes destruidas impunemente es incomparable con cualquier otra tragedia humana; más también que en una pandemia, porque esta se acaba, pero el aborto sigue.

En España en el 2022 se produjeron más de 90.000 abortos. Y en el mundo fue la primera causa de muerte, por encima de cualquier otro motivo. Según Worldmeter llegaron a 44 millones, y la OMS dio una cifra bastante superior: 73 millones. Abortar nunca puede ser un derecho legítimo.

En segundo lugar, ante esas cifras de muertos -equivalentes a la desaparición de España entera en un año- ¡no podemos ignorarlo ni acostumbrarnos! Cuando las tragedias se prolongan en el tiempo, aunque sean tragedias cabe el peligro real -si no estamos atentos- de que la conciencia se adormezca, y nos olvidemos de lo que está pasando, o vivamos como si ya hubiera pasado.

 

Pensemos, por ejemplo, en los muertos en la guerra de Ucrania; o en su momento con la pandemia... Mucha gente no mantiene viva en su conciencia la importancia de lo que ayer y hoy sigue ocurriendo, y continuará mientras no se busque seriamente la solución adecuada. Y en los abortos, hay que encontrarla.

En tercer lugar, la cadena de causas que con frecuencia desembocan en el aborto no son causas ajenas a la voluntad humana, sino que dependen de cómo usemos nuestra libertad, y por tanto son evitables.

Esas causas son, sobre todo, una sexualidad mal vivida, irresponsablemente, al margen tantas veces de un amor comprometido, por simple placer, consigo mismo o con otras personas, alimentada muchas veces con la pornografía.

El que vive así su sexualidad recurre confiado habitualmente a medios anticonceptivos, que alguna vez fallarán o no se utilizarán, y sobreviene un embarazo no deseado.

Estas personas son, con mucho, las que más frecuentemente se plantean abortar. La conciencia moral sobre la gravedad de estos comportamientos se ha ido perdiendo, y el embarazo imprevisto y no deseado, a no pocas mujeres, con poca formación moral, les lleva al aborto. Erróneamente, para tranquilizar su conciencia, procuran verlo como un "mal menor", o se autoengañan pensando que no es "todavía" un ser humano. Ambas cosas no son ciertas, y la persona sincera consigo misma lo acaba reconociendo.

Pero el aborto está muy extendido y por tanto -dirán algunos- se le debe dar un cierto reconocimiento social. Es un razonamiento poco lógico, pues habría que dárselo también, por ejemplo, a la violencia sexual, que también es muy abundante. Por el contrario, es de sentido común que debe haber una ley que prohíba el aborto, como también hay otras que prohíben otros delitos contra la vida humana. Si no, la sociedad sería un caos ingobernable.

También  podrían argumentar que en un país libre cada uno puede vivir su sexualidad como mejor le parezca, sin violentar a nadie. Ciertamente, pero a la vez somos responsables de la repercusión de nuestros actos, y por eso nadie puede considerarse al margen de la responsabilidad de provocar un aborto.

En mi opinión, el mejor modo de evitar los abortos, y está al alcance de todos, es vivir bien el sexto mandamiento de la Ley de Dios: "no cometerás actos impuros" (Ex. 20,14). Así de sencillo..., y así de difícil. Pero Dios no pide imposibles y con su gracia podemos vivir este y todos los mandamientos. Y nos afecta a todos, creyentes y no creyentes, como nos afecta el no robar (7º Mandamiento), o el no mentir (8º Mandamiento), como los demás Mandamientos.. Nos afecta porque son exigencias de la dignidad de nuestra condición de personas humanas.

Para conseguirlo hay que impartir y adquirir una educación sexual correcta, contar con la ayuda de la gracia de Dios en los sacramentos, y ser prudente  y delicado en el trato con personas del otro sexo. Muchos hombres y mujeres así procuran vivir, y demuestran con su vida que es posible; no solo posible, sino deseable y lo mejor para vivir el amor humano con toda la belleza y perfección moral que debe tener.

Añádase a esto medidas eficaces para favorecer la maternidad, el asesoramiento y ayuda adecuadas a madres solteras, el reconocimiento eficaz de la objeción de conciencia de los médicos, etc, y la notable disminución de los abortos será una gozosa realidad. Esto sería un gran avance, aunque la existencia de un solo aborto no deje de ser una tragedia.

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