El aborto, línea roja

Bebé en el vientre materno.
Bebé en el vientre materno.

Se suele decir que de los males se pueden sacar bienes y de los grandes males grandes bienes. Un gran mal es la aprobación del aborto, pero tengo la esperanza de que de este mal salgan bienes importantes.

Muchas personas sienten un gran sufrimiento por esta legalización injusta e inicua, pero les va a servir para ser más conscientes de que no pueden permanecer indiferentes ante este hecho y pondrán más medios para contrarrestar la aprobación de esos 100.000 homicidios anuales. Rezarán y desagraviarán, y la oración perseverante y con fe es un arma poderosa.

Además harán todo lo posible por ayudar a vivir bien la pureza a muchos amigos y conocidos, virtud necesaria para amar de verdad y con fidelidad; requisito imprescindible para anular la triste cadena de hechos que van desde la anticoncepción y las relaciones sexuales irresponsables hasta el aborto, pasando por los embarazos no deseados. A la vez se pensarán seriamente a quién dar su voto en las elecciones, excluyendo a los partidos que no respeten y defiendan la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural.

El que desgraciadamente el aborto se haya difundido mucho no puede ser un argumento para aprobarlo; más bien es un argumento para prohibirlo, porque es inadmisible pensar en el derecho a matar.

Tampoco se puede admitir la frivolidad de considerar el aborto como un simple "hecho cultural", como si estuviéramos hablando del cine, del teatro o de la música, ámbitos en los que es lícito tener opiniones diversas y contrarias.

A base de no hablar de los abortos, como si no existieran; a base de ocultar imágenes deliberadamente en los medios de comunicación, parece que nos hemos olvidado de lo que en realidad  se trata: descuartizar al nasciturus, arrancarle los brazos, las piernas, la cabeza, si por el tamaño no puede ya ser absorbido entero desde el útero materno con unas pinzas. Esa es la realidad. Ante algo tan grave "se requiere más que nunca el valor de mirar de frente a la verdad y llamar a las cosas por su nombre" (San Juan Pablo II,  Evangelium vitae, 58).

Si matamos una rata o si rompemos un huevo de águila seremos castigados seriamente, pero podemos matar -y de qué modo- a un niño en el vientre materno. Incluso algunos quieren negar el derecho de la madre a ser informada oportunamente, no vaya a ser que se arrepienta y no quiera abortar. Es decir, parece que desean el aborto como si fuera lo bueno, lo deseable, en vez de salvar una vida humana.

El aborto no es un tema menor: es negar el primer derecho fundamental el derecho a vivir, el derecho a nacer."La gravedad moral del aborto se manifiesta en toda su verdad si se reconoce que se trata de un homicidio" (Ev. vitae, 58).

Es una línea roja:  el que la salte ha cambiado esencialmente, y esto se puede y se debe aplicar también a un partido político: ya no es el que era, es otro partido distinto. Cualquier persona que respete la vida humana no puede estar de acuerdo.

 

Se dice también erróneamente que la mujer tiene el derecho a abortar que le conceda la ley. Pero una ley injusta aunque sea legal no deja de ser inmoral y en conciencia se debe rechazar. Abortar porque la ley lo permite no exime de culpa a los que practiquen el aborto. Además esa ley acaba adormeciendo la conciencia moral de mucha gente y por tanto facilita que muchas personas no sean plenamente consciente de la gravedad de lo que están haciendo, y aborten.

Hay que hacer un plan factible, inteligente y audaz para reducir sustancialmente el número de abortos y en lo posible terminar con ellos. Pocos objetivos merecen más la pena.

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