Memoria y recuerdo de Eugenio Nasarre

Eugenio Nasarre.
Eugenio Nasarre.

Cada día nos topamos con no pocas señales que nos hace comprobar que nunca es más verdad aquello del Evangelio de que “no sabemos ni el día ni la hora”.

Eugenio se había levantado pronto, como habitualmente. Había ido a misa de 8,30h a su parroquia, San Manuel y San Benito. En la misa, como todos los días, había leído la lectura.

Después, vuelta a trabajar a casa. Su mujer le había despedido con un beso, camino de las compras matutinas. Cuando volvió, allí estaba Eugenio, en el suelo, con el teléfono aún activado, sin vida.

Se nos ha ido uno de los políticos católicos con más larga trayectoria de servicio al bien común de España y de los españoles. Su currículum así lo indica.

Miembro de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), en la que ahora jugaba un papel destacado como parte del Consejo Nacional, nunca escondió su condición de católico en la política. Hay quien incluso dentro de la ACdP pensaba que su rol iba a ser más importante en el futuro.

Su forma de entender la política, desde lo que pudiéramos denominar la Democracia Cristiana, influía decisivamente en sus pronunciamientos, en la manera de dar respuesta a los retos de la sociedad.

No era, por tanto, uno de esos católicos de la secreta, que dicen por ahí y que tanto abundan en determinadas instituciones y organismos.

Europeísta convencido y confeso, dentro del PP, antes en la UCD, sirvió de muro de contención de no pocas derivas en un partido que transita por categorías no ajenas a las modas y a las influencias de las tendencias sociales.

Hacer que la política se rija no sólo por la demoscopia fue una de sus insistencias. En el PP no pocos, a la hora de afrontar cuestiones como la relación con la Iglesia o el hecho religioso, recurrían a Eugenio en búsqueda de un criterio seguro.

 

Representaba, por tanto, una generación que consideraba, desde las raíces y las razones históricas, que el pensamiento cristiano supone una aportación valiosa a la configuración de una sociedad libre y democrática. Su presencia en el PP era como un reclamo de conciencia de eso que sus estatutos llaman el humanismo cristiano.

Soy testigo del prestigio que tenía en el mundo eclesial. Por ejemplo cuando presentó al actual arzobispo de Toledo la propuesta de los Diálogos de Toledo, que esta semana se celebrarán en su memoria.

Padre ejemplar, hombre de familia, sólido en sus convicciones, a veces premioso en la argumentación, siempre inquieto intelectualmente, Eugenio Nasarre deja un vacío en la vida de los suyos, de su mujer, de sus hijos, de sus amigos.

Desde el cielo ayudará, por cierto, a que se materialicen los proyectos que llevaba en la cartera.

Se nos fue sin dejar escritas sus memorias-que yo sepa-,  pese a que le encantaba escribir. De hecho también había estudiado periodismo, además de filosofía y ciencias políticas, quizá por eso de que Ortega dijera que este oficio tiene mucho de cátedra en la plazuela pública.  

Nunca buscó nunca un especial protagonismo. Era un perfecto hombre de cámara, de segundo plano, como tantos de la ACdP –recuerdo ahora a mi querido siempre Teófilo González Vila-, tan eficaz como necesario.

Eugenio, descansa en paz. Tus amigos no te olvidamos.

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