Importa o no importa la asignatura de religión

Cartel clase de religión.
Cartel clase de religión.

El día en que, la pasada semana, se reunía el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal, se hizo pública una importante nota de la Comisión de Educación. O al menos a mí me lo pareció.

Nota que, por cierto, no publicaron ni algunos de los llamados medios de información eclesial.

La nota tenía como finalidad informar sobre cómo ha quedado la asignatura de religión en el sistema de enseñanza.

Entiendo que éste no es un tema baladí. Si hay algo que debiera importar a los obispos, por lo que implica de su presencia en el sistema educativo, en la sociedad, de comprensión incluso de la contribución de la religión a la formación de la persona, de apoyo a la defensa de los derechos de los padres de educar a sus hijos según sus convicciones, de la libertad de la Iglesia, al fin y al cabo, es la asignatura de religión.

Y tendría que añadir también de responsabilidad ante quienes son profesores de esa materia.

Pues bien, los obispos presentaban el siguiente mapa de cómo queda la asignatura. Y lo hacían, como podrán comprobar, más como informe interno que como un texto destinado a la comunicación pública, con poca matemática precisión aclarativa.

Dicen los obispos: “En este momento, una vez que la mayoría de las Comunidades Autónomas han publicado sus decretos definiendo la consideración del área/materia de Religión Católica y su horario, esta Comisión quiere completar su valoración comentando la ordenación académica de la Religión en las diferentes realidades autonómicas:

Las Administraciones educativas han regulado con diferentes criterios y, por tanto, con diferente resultado el horario de Religión en educación obligatoria:

Algunas Comunidades Autónomas han mantenido el horario mínimo establecido por el Ministerio de una hora semanal.

 

En algunos casos esto supone mantener el horario que ya existía, e incluso un incremento respecto a la anterior regulación, que ahora se completaría con algunos minutos más de clase (Aragón, Asturias, Baleares, País Vasco, Valencia); en Galicia se ha reducido el horario en el único curso donde éste superaba la hora semanal. En otras Comunidades Autónomas, establecer el mínimo fijado por el Ministerio de una hora semanal ha supuesto un descenso significativo respecto al horario que tenía el área/materia de Religión (Canarias, Cantabria, Cataluña, La Rioja, Navarra)

Otras Comunidades Autónomas han incrementado el horario mínimo establecido por el Ministerio, regulando una hora y media o incluso dos horas semanales de Religión en algunos cursos de la enseñanza básica.

Así, mantienen los horarios que ya tenía el área/materia de Religión (Andalucía, Castilla y León, Madrid, Murcia); valoramos positivamente la regulación de las enseñanzas de religión en el articulado de los decretos y no en disposiciones adicionales. En otros casos, pese a la reducción de horario en algún curso, se ha mantenido el incremento sobre la hora semanal que ya existía en otros cursos (Castilla – La Mancha, Extremadura)”.

La Nota es más larga y aborda más temas.

Por ejemplo la situación en la que queda la asignatura en el bachillerato. Ahí es nada: “Genera preocupación la etapa de Bachillerato en aquellas Comunidades Autónomas en las que se penaliza al alumnado que elige la materia de Religión, que ve incrementada su carga lectiva semanal y que podría encontrarse así en condiciones de discriminación. En tal caso, sería necesaria la defensa jurídica del derecho de estos alumnos. Una situación semejante podría darse también en aquellos centros que permitirían -por vía de los horarios u otra– que quienes no eligen la asignatura de Religión tengan de hecho una hora libre o una hora más de estudio”.

En resumen. Que la asignatura de religión pasa a ser una especie de anécdota en el sistema educativo, por varias razones. Si hay un dato que ha contribuido al proceso de secularización en España es el sistema educativo, más en concreto la LOGSE.

La LOGSE ha traído, por diversas causas, una serie de perniciosos efectos no solo para la formación general de las nuevas generaciones, también para su acercamiento al hecho religioso, incluso como hecho cultural.

Pues bien, la LOMLOE, o Ley Celaá, le da una vuelta de tuerca en general y en la asignatura de religión.

No voy a entrar en otras consideraciones sobre cómo se da la asignatura, qué se enseña o se deja de enseñar, qué hacen o dejan de hacer los padres. Solo destaco la evidencia del mapa de oferta. El marco de impartición.  

Ya medirán ustedes qué hay que hacer ahora. Ah, y no se me ha ocurrido hablar de los Acuerdos Iglesia-Estado, papel mojado, sin duda.

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