De cómo el Papa gobierna la Iglesia con la opinión pública

Papa Francisco. Vatican Media.
Papa Francisco. Vatican Media.

Son muchos los aspectos en los que este pontificado introduce novedades significativas que, seguro, darán mucho juego para análisis futuros.

Por ejemplo, la dialéctica entre gobierno personal-gobierno sinodal, la relación entre pastoral y derecho, o estabilidad-cambio en la norma canónica.

Uno de ellos es la forma en la que el papa Francisco gobierna con el instrumento de la opinión pública. Y lo hace primeramente en forma proactiva dando un protagonismo singular a este instrumento.

Hasta ahora, la relación entre pontificado y opinión pública, sin entrar ahora en especificaciones respecto a si estamos hablando de opinión pública interna o externa, se mantenía bajo el criterio de lo institucional.

Un dominio en el que predominaba el formato y el medio, es decir, la repercusión de lo que hacían o decían los papas estaba sometida al marco de lo establecido, de lo asentado, de lo consolidado, de lo probado en el desarrollo de las funciones normativas del pontificado. Encíclicas, homilías, discursos, catequesis, viajes… Era una cuestión de cobertura.

Recuerdo una conversación que tuve, en el pontificado de Juan Pablo II, con un alto monseñor romano sobre lo que podrían significar los libros entrevista al papa en relación con el ejercicio del ministerio petrino.

Ahora el género dominante es el de la entrevista, lo que permite un mayor proceso de adaptación, de adecuación y de cambio en las estrategias a medida que se van marcando los objetivos.

Gobernar cualquier realidad con la opinión pública en función de objetivos determinados es, al fin y al cabo, lo que se hace en la política. En esto se puede decir que el pontificado es político. En otras cuestiones, no.

Vayamos a los hechos destacando algunos elementos de este proceso.

 

El papel de los globos sonda, que permiten medir la relevancia de las cuestiones que se ponen sobre la mesa, la recepción, la percepción, las reacciones, los apoyos y los frenos. Cuestiones que se abordan con dos pasos adelante y uno atrás, o en zigzag. El diaconado femenino, Becciu (mensaje de decisiones, procesos, gestos, a veces incluso aparentemente contradictorios), la reforma de la normativa del Cónclave…

El Papa no deja de dar entrevistas, lo que significa que va dando respuesta a medida en que se van consolidando o asentando los procesos. Es una forma también de incidencia en determinadas temáticas, de establecer prioridades, de regular las disfunciones que se crean en los ecos que generan.

Esto es importante para un fenómeno que se consolida, los flujos de la influencia entre los ámbitos de la opinión pública, la relación entre medios externos e internos, medios generalistas y medios especializados.

Es evidente que el Papa mantiene un alto crédito en la prensa secular, proveniente de su perspectiva ante determinadas temáticas. Aunque se ha percibido un lógico descenso en el nivel de tensión de interés informativo en algunos períodos.

Sin embargo, en la opinión pública interna el proceso que se ha asentado es el de polarización, de división, de fractura, de oposición.

Es la presencia en los medios internacionales seculares, bueno, ahora todos los medios son internacionales en la aldea global, la que pretende incidir en los internos regulando ese permanente clima de conflicto que ya se asume como dato de hecho.

Aquí habría que introducir la cuestión del papel que están jugando los medios propios, los oficiales, leáse medios del Vaticano.

Hay una novedad significativa en este análisis de conjunto, el rol del cardenal prefecto del Dicasterio de la fe, y “longa manus” del Papa, Víctor Manuel Fernández, que da la impresión dedica no poco de su tiempo a la presencia en los medios. Un lujo, vamos, para el trabajo de los periodistas siempre necesitados de que les faciliten la vida.

Además de haberse convertido en una especie de avanzadilla mediática, tiene muy claro que no sólo prima ahora el texto de sus documentos sino que es más importante el contexto y, por lo tanto, dedica tiempo y esfuerzos a la explicación, a cómo hay que interpretar adecuadamente las disposiciones, a contestar a los críticos.

Cuando hablamos de contexto estamos hablando de condiciones de percepción. Véase el caso de lo que está ocurriendo con la Fiducia Supplicans.

El sufflé de la Fiducia empieza a desinflarse y convendría que así fuera. Veremos el siguiente capítulo.

No parece que haya otra forma de viabilidad dentro del cuerpo eclesial, social, de las novedades doctrinales o pastorales, si no es a través del mecanismo de lo público. 

Habrá que seguir con este esbozo de análisis de política comunicativa del pontificado, incluso desde el punto de vista del arco temporal. Todavía queda mucha tela por delante.

Lo que sí me interesa es señalar un último aspecto.

La influencia que este “novum” respecto a la política comunicativa del pontificado está teniendo en las iglesias nacionales, en las iglesias particulares, en las grandes sedes. Vamos, en España y en algunas diócesis españolas.

Tema para otro momento.

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