El Papa actualiza los Estatutos de la Pontificia Academia de Teología “para promover la teología en el futuro”

El Motu Proprio “Ad theologiam promovendam” reflexiona a transmitir la enseñanza de Jesús en los lenguajes actuales, con originalidad y conciencia crítica

Papa Francisco.
El Papa actualiza los Estatutos de la Pontificia Academia de Teología “para promover la teología en el futuro”.
  1. Para promover la teología del futuro
Papa Francisco.
Papa Francisco.

El Papa Francisco ha presentado la Carta Apostólica en forma de “Motu Proprio” Ad theologiam promovendam con la que se aprueban nuevos estatutos de la Pontificia Academia de Teología. 

Vatican News define los objetivos de estos nuevos estatutos: "llamados a dialogar con otros saberes científicos, filosóficos, humanísticos y artísticos, con creyentes y no creyentes. La reflexión teológica debe hacer uso de nuevas categorías para comunicar las verdades de la fe y transmitir la enseñanza de Jesús en los lenguajes actuales, con originalidad y conciencia crítica". 

Para promover la teología del futuro

Por su interés, reproducimos la carta en su totalidad. 

  1.  Para promover la teología en el futuro, no podemos limitarnos a volver a proponer de manera abstracta fórmulas y esquemas del pasado. Llamada a interpretar proféticamente el presente y a ver nuevos itinerarios para el futuro, a la luz de la Revelación, la teología deberá afrontar profundas transformaciones culturales, consciente de que: «Lo que estamos viviendo no es simplemente una era de cambios, sino que es a de la época" (Discurso a la Curia Romana del 21 de diciembre de 2013).
  2. La Pontificia Academia de Teología, fundada a principios del siglo XVIII bajo los auspicios de Clemente pone la teología al servicio de la Iglesia y del mundo, modificando su estructura cuando es necesario y ampliando sus fines: desde un lugar inicial de formación teológica de los eclesiásticos en un contexto en el que otras instituciones faltaban e inadecuadas para este fin, a un grupo de estudiosos llamados a investigar y profundizar en temas teológicos de especial relevancia. La actualización de los Estatutos, querida por mis predecesores, marcó y promovió este proceso: pensemos en los Estatutos aprobados por Gregorio XVI el 26 de agosto de 1838 y en los aprobados por san Juan Pablo II con la carta apostólica Inter munera Academiarum del 28 de enero de 1999.
  3. Después de casi cinco décadas, ha llegado el momento de revisar estas normas, para hacerlas más adecuadas a la misión que nuestro tiempo impone a la teología. Una Iglesia sinodal, misionera y "en salida" sólo puede corresponder a una teología "en salida". Como escribí en la Carta al Gran Canciller de la Universidad Católica Argentina, dirigiéndome a profesores y estudiantes de teología: «No os conforméis con una teología de mesa. Deja que tu lugar de reflexión sean las fronteras. […] También los buenos teólogos, como buenos pastores, huelen la gente y la calle y, con su reflejo, vierten aceite y vino sobre las heridas de los hombres". Sin embargo, la apertura al mundo, al hombre en la concreción de su situación existencial, con sus problemas, sus heridas, sus desafíos, sus potencialidades, no puede reducirse a una actitud "táctica", adaptando extrínsecamente contenidos ahora cristalizados a nuevas situaciones, sino que debe Instamos a la teología a repensar epistemológica y metodológicamente, como lo indica el Proemio de la constitución apostólica Veritatis gaudium.
  4. La reflexión teológica está, por tanto, llamada a un punto de inflexión, a un cambio de paradigma, a una "revolución cultural valiente" (Carta encíclica Laudato si', 114), que la compromete, ante todo, a ser una teología fundamentalmente contextual, capaz de leer e interpretar el Evangelio en las condiciones en que viven diariamente los hombres y mujeres, en diferentes ambientes geográficos, sociales y culturales y teniendo como arquetipo la Encarnación del Logos eterno, su entrada en la cultura, en la visión del mundo, en la tradición. religión de un pueblo. A partir de aquí, la teología sólo puede desarrollarse en una cultura de diálogo y de encuentro entre diferentes tradiciones y diferentes saberes, entre diferentes confesiones cristianas y diferentes religiones, comprometiéndose abiertamente con todos, creyentes y no creyentes. La necesidad del diálogo es, de hecho, intrínseca al ser humano y a toda la creación y es tarea peculiar de la teología descubrir «la huella trinitaria que hace del cosmos en el que vivimos "una red de relaciones" en la que "es propio de todo ser viviente tender hacia otra cosa"" (Constitución Apostólica Veritatis gaudium, Proem, 4a).
  5. Esta dimensión relacional connota y define, desde un punto de vista epistémico, el estatus de la teología, que está impulsada a no encerrarse en una autorreferencialidad que conduce al aislamiento y a la insignificancia, sino a percibirse inserta en una red de relaciones, en primer lugar con otras disciplinas y otros saberes. Es el enfoque de la transdisciplinariedad, es decir, la interdisciplinariedad en sentido fuerte, distinta de la multidisciplinariedad, entendida como interdisciplinariedad en sentido débil. Esto último ciertamente favorece una mejor comprensión del objeto de estudio al considerarlo desde múltiples puntos de vista, que sin embargo siguen siendo complementarios y separados. Por el contrario, la transdisciplinariedad debe ser pensada «como la colocación y fermentación de todo conocimiento dentro del espacio de Luz y Vida ofrecido por la Sabiduría que emana de la Revelación de Dios» (Constitución Apostólica Veritatis gaudium, Proem, 4c). Esto lleva a la teología a la ardua tarea de saber servirse de nuevas categorías desarrolladas por otros saberes, para penetrar y comunicar las verdades de la fe y transmitir la enseñanza de Jesús en los lenguajes actuales, con originalidad y conciencia crítica.
  6. El diálogo con otros conocimientos presupone evidentemente el diálogo en el seno de la comunidad eclesial y la conciencia de la esencial dimensión sinodal y de comunión del hacer teología: el teólogo no puede dejar de experimentar de primera mano la fraternidad y la comunión, al servicio de la evangelización y para llegar al corazón de todos. Como dije a los teólogos en el Discurso a los miembros de la Comisión Teológica Internacional, el 24 de noviembre de 2022: «La sinodalidad eclesial compromete, por tanto, a los teólogos a hacer teología en forma sinodal, promoviendo entre ellos la capacidad de escuchar, dialogar, discernir e integrar la multiplicidad y variedad de peticiones y aportaciones". Por eso es importante que haya lugares, también institucionales, donde vivir y experimentar la colegialidad y la fraternidad teológica.
  7. Finalmente, la necesaria atención al estatus científico de la teología no debe oscurecer su dimensión sapiencial, como ya lo afirmó claramente Santo Tomás de Aquino (ver Summa theologiae I, q. 1, a. 6). Por eso el beato Antonio Rosmini consideró la teología como expresión sublime de la "caridad intelectual", al tiempo que pidió que la razón crítica de todo conocimiento se oriente hacia la Idea de Sabiduría. Ahora bien, la Idea de Sabiduría mantiene juntas internamente en un "círculo sólido" la Verdad y la Caridad, de modo que es imposible conocer la verdad sin practicar la caridad: «porque una está en la otra y ninguna de las dos existe fuera de la otra se encuentra». Por tanto, quien tiene esta Verdad tiene consigo la Caridad que la cumple, y quien tiene esta Caridad tiene la Verdad cumplida" (cf. De los estudios del Autor, nn.100-111). La razón científica debe ampliar sus fronteras en dirección a la sabiduría, para no deshumanizarse y empobrecerse. De esta manera, la teología puede contribuir al debate actual sobre el "repensar el pensamiento", mostrándose como un verdadero saber crítico como saber sapiencial, no abstracto e ideológico, sino espiritual, desarrollado de rodillas, preñado de adoración y oración; un conocimiento trascendente y, al mismo tiempo, atento a la voz del pueblo, por tanto una teología "popular", dirigida misericordiosamente a las heridas abiertas de la humanidad y de la creación y dentro de los pliegues de la historia humana, a la que profetiza la esperanza. de un cumplimiento último.
  8. Éste es el "sello" pastoral que debe asumir la teología en su conjunto, y no sólo en un ámbito particular: sin oponer teoría y práctica, la reflexión teológica debe desarrollarse con un método inductivo, que parte de los diferentes contextos. y situaciones concretas en las que las personas se insertan, dejándose seriamente interpelar por la realidad, para convertirse en discernimiento de los "signos de los tiempos" en el anuncio del acontecimiento salvífico del Dios-ágape, comunicado en Jesucristo. Por tanto, ante todo hay que dar prioridad al conocimiento del sentido común de las personas, que es de hecho el lugar teológico en el que habitan muchas imágenes de Dios, que muchas veces no corresponden al rostro cristiano de Dios, único y siempre amor. La teología se pone al servicio de la evangelización de la Iglesia y de la transmisión de la fe, para que la fe se convierta en cultura, es decir, ethos sabio del pueblo de Dios, propuesta de belleza humana y humanizadora para todos.
  9. Frente a esta renovada misión de la teología, la Pontificia Academia de Teología está llamada a desarrollar, en constante atención al carácter científico de la reflexión teológica, un diálogo transdisciplinario con otros saberes científicos, filosóficos, humanísticos y artísticos, con creyentes y no creyentes. , con hombres y mujeres de diferentes denominaciones cristianas y diferentes religiones. Esto puede suceder creando una comunidad académica de intercambio de fe y de estudio, que teje una red de relaciones con otras instituciones formativas, educativas y culturales y que sabe penetrar, con originalidad y espíritu de imaginación, en los lugares existenciales de la elaboración. de conocimientos, profesiones y comunidades cristianas.
  10. Gracias a los nuevos Estatutos, la Academia Pontificia de Teología podrá perseguir más fácilmente los objetivos que el tiempo actual exige. Acogiendo favorablemente los votos que me han sido dirigidos para aprobar estas nuevas normas, y apoyándolas, deseo que este estimado lugar de estudios crezca en calidad y por ello apruebo, en virtud de esta Carta Apostólica, y a perpetuidad , los Estatutos de la Academia Pontificia de Teología, legítimamente elaborados y revisados ​​nuevamente y les doy la fuerza de la aprobación apostólica. 

 

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