Alto rango del ejército ucraniano: “No tenemos miedo. No sé si he sido un buen hombre, eso me lo dirá Dios”

Otro soldado de Ucrania: "Quiero inspirar a aquellos que están orando por nosotros a seguir orando sin parar"

Militares ucranianos.
Militares ucranianos.

A medida que se recrudece la guerra en Ucrania, llegan más testimonios de personas que se agarran a su fe y a Dios. Una de las últimas ha sido de Salotov Kozoman, teniente de alto rango del ejercito ucraniano.

En un vídeo subido a las redes sociales ha dicho: "No tenemos miedo, no estamos en pánico. No vamos a bajar nuestras armas. No permitiremos que ningún tirano dicte su propia voluntad sobre nosotros. No le vamos a dar ni un milímetro de nuestra tierra. Este podría ser nuestro último vídeo. No se si he sido un buen hombre o un mal hombre, eso mejor que me lo diga Dios. Pero soy un buen ciudadano y un buen soldado. Soy un defensor de Ucrania y un embajador de la paz. Soy escudo y espada en tiempo de guerra. Lárguense de nuestra tierra, vamos a pelear hasta la última bala. Si nos quedamos sin armas, pelearemos con nuestras manos. Pelearemos en tierra y en agua, en los suelos y en los cielos. Nuestra Ucrania florecerá y será libre. Gloria a Ucrania, Gloria a los héroes". 

En Instagram, otro soldado ucraniano ha instado a seguir orando sin parar. "Por favor sigan orando". La imagen muestra su relato.

Un soldado ucraniano implora oración.
Un soldado ucraniano implora oración.

Religiosa dominica: "Quiero volver a Kiev" 

Por otra parte, religiosos de todo el mundo están siendo evacuados de Ucrania. Contra su deseo de permanecer, en cuestión de minutos, tres misioneras españolas de la congregación de Santo Domingo tuvieron que abandonar todo y huir. Recién llegadas a España dos de ellas explican en una entrevista a Obras Misionales Pontificias (OMP) su viaje –que ellas califican como un auténtico éxodo- y el desgarro que ha supuesto para ellas dejar la misión en la que habían permanecido desde hace 25 años.

Hace 25 años, Antonia Estrada (82 años) fundó la "Casa de los niños" (en ucraniano “Dim Ditey”), una guardería y un centro ecuménico de niños, para ofrecer actividades después de la escuela. Por ella han pasado miles de niños ucranianos de diversos credos hasta el jueves 24 de febrero. “A las 5:30 me llama Nastia, mi compañera de trabajo, diciéndome que están bombardeando al lado de su casa”, explica María Mayo, una zamorana de 72 años que ha pasado 10 años en la misión en Ucrania. “Enseguida bajan mis hermanas diciéndome que ha llamado el cónsul, advirtiendo de que ha cambiado completamente la situación, que no nos podemos quedar, que sí o sí hay que salir”, explica.

Por su parte, Antonia se puso a recoger a toda prisa la capilla. “Allí me encontré que teníamos muchas Eucaristías consagradas. Y me digo: ‘¡Dios mío! ¿Qué hago? No podemos consumir todo esto”, explica. Así que decidió envolver las formas con sumo cuidado y llevarlas con ellas. “Jesús nos acompañó sacramentalmente todo el camino”.

A partir de ahí comenzó lo que ellas denominan como un éxodo: llegaron a la embajada, donde había mucha confusión –había 137 españoles registrados, pero después aparecieron más de 300-. “La embajada ha hecho todos los esfuerzos por coger a inscritos y no inscritos”, explican. “Su trabajo ha sido impecable”. Las misioneras también destacan la labor de coordinación desde el Ministerio de Exteriores, y de la embajadora Silvia Cortés, a quien califican de “heroína”.

“Quiero estar en Kiev, pero no puedo”, dice María con lágrimas en los ojos. “La embajada llevaba mucho tiempo diciéndonos que había que salir, pero siempre nos resistimos porque nunca hemos salido de la misión en ninguna parte”, explica. 

Vea aquí el vídeo. 

 

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