Lecturas de hoy. Martes 23 de Abril de 2024

Es necesaria la fe para acoger a Jesús. La fe es un don que Dios está dispuesto a concedernos y que espera que se lo pidamos. Por la fe alcanzamos la vida eterna

Retablo del Altar Mayor de la Catedral de Ávila
Retablo del Altar Mayor de la Catedral de Ávila
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del Martes de la IV Semana de Pascua

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11,19-26):


EN aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.
Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al Señor.
Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 86,1-3.4-5.6-7

R/. Alabad al Señor, todas las naciones

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! 

R/. Alabad al Señor, todas las naciones

«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí».
Se dirá de Sión: «Uno por uno
odos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». 

 

R/. Alabad al Señor, todas las naciones

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti». 

R/. Alabad al Señor, todas las naciones

Lectura del evangelio según san Juan (10,22-30):

SE celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».


Palabra del Señor

Comentario

La escena que escuchamos hoy en el Evangelio tiene lugar alrededor de la fiesta de la Dedicación que se celebraba el 25 de Kasleu (noviembre-diciembre).

Con esta fiesta se conmemoraba anualmente la purificación del Templo por Judas Macabeo en el año 148 de los Seléucidas que corresponde al 165 a. C., después de la profanación que había realizado Antíoco IV Epífanes (1 M 4, 36-59; 2 M 1, 2-19; 2 M 10, 1-8). La fiesta duraba ocho días.

Jesús se pasea por el pórtico de Salomón. “Era invierno”. Con esta referencia se indica a los gentiles la época del año en la que tiene lugar la escena y, por otro lado, que era un lugar acogedor en ese tiempo.

Jesús está tranquilo, y, de repente se le acercan unos judíos: “¿Hasta cuándo nos vas a tener en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo claramente”.

Realmente, como ocurre casi siempre, no se acercan con buena intención. Tienen el corazón cerrado por la soberbia y no son capaces de escuchar. Jesús, que lee en sus corazones, les trata con una enorme delicadeza y les dice las cosas con claridad. Si no ven en Él al Mesías es porque no quieren creer. “Os lo he dicho y no lo creéis, las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí”.

Y todavía les dice más: “no creéis porque no sois de mis ovejas”. Que era como decirles que si le abrieran el corazón, que si quisieran creer él mismo les ayudaría a creer. Jesús necesita un mínimo de apertura del corazón para actuar en el corazón de las personas porque la soberbia ciega. Como decía san Josemaría: “Por eso demuestra tanto interés el diablo en cegar nuestras inteligencias con la soberbia, que enmudece: sabe que, apenas abrimos el alma, Dios se vuelca con sus dones”.

A algunos de estos dones se refiere el Señor: “escuchan mi voz”, “me siguen”. “les doy la vida eterna” y “nadie me las arrebatará de mi mano”.

Escuchamos este Evangelio celebrando la Resurrección de Cristo. Jesús nos sostiene con su Amor y nos promete reinar con Él eternamente. La verdad es que no nos podría ofrecer nada más grande: vivir en su amistad en la tierra y por toda la eternidad. Y crece la confianza y la seguridad de las ovejas porque van con el buen Pastor.

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