Lecturas de hoy. Jueves 19 de junio de 2024

“Vosotros, en cambio, orad así: Padre nuestro”. En la oración del Señor encontramos la esencia de nuestro diálogo con Dios, y aprendemos una y otra vez que rezar es hablar con Dios.

Altar Mayor. La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Encarnación de Granada
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del Jueves de la XI Semana del Tiempo Ordinario

Jueves, 

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (48,1-15):

Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo e hizo bajar tres veces el fuego. ¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te compara en gloria? Tú resucitaste un muerto, sacándolo del abismo por voluntad del Señor; hiciste bajar reyes a la tumba y nobles desde sus lechos; ungiste reyes vengadores y nombraste un profeta como sucesor. Escuchaste en Sinal amenazas y sentencias vengadoras en Horeb. Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego, hacia el cielo. Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel. Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que vives. Elías fue arrebatado en el torbellino, y Eliseo recibió dos tercios de su espíritu. En vida hizo múltiples milagros y prodigios, con sólo decirlo; en vida no temió a ninguno, nadie pudo sujetar su espíritu; no hubo milagro que lo excediera: bajo él revivió la carne; en vida hizo maravillas y en muerte obras asombrosas.


Palabra de Dios

Vídeo del día

El príncipe François de Luxemburgo,
entusiasmado con el papa Francisco

 

Salmo Responsorial

Sal 96,1-2.3-4.5-6.7

R/. Alegraos, justos, con el Señor

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. 

R/. Alegraos, justos, con el Señor

Delante de él avanza fuego,
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece. 

R/. Alegraos, justos, con el Señor

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. 

R/. Alegraos, justos, con el Señor

Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses. 

R/. Alegraos, justos, con el Señor

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,7-15):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así: «Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.» Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

Palabra del Señor

Comentario

El evangelista Mateo pone la formulación del Padrenuestro dentro de las muchas enseñanzas contenidas en el discurso de la montaña. Por otros relatos sabemos que los discípulos en una ocasión preguntaron a Jesús cómo se rezaba, tal vez por haber visto muchas veces al Maestro rezando a solas.

Y Jesús les explica que para rezar no hacen falta muchas palabras, basta con decir “Padre nuestro”. Porque la oración es típica de los hijos, que aman y se dirigen a sus padres con sencillez. En otro momento fundamental de su vida, en el Getsemaní, Jesús se dirige al Padre con el término más familiar “Abbá”, “papá”.

La maravillosa oración del Padrenuestro nos ofrece las palabras correctas en cada momento de nuestra vida. Las primeras frases son un reconocimiento de la grandeza y bondad de nuestro Padre: sea santificado tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad. Alabar a Dios es nuestra primera tarea en la vida: dar gloria a Dios con la vida entera, con el ejercicio de nuestra libertad en el amor. Y luego pedir: el pan cotidiano de una vida digna, del trabajo, pero también el Pan del Cielo que es la Eucaristía, y la fuerza de comprender y perdonar, que aprendemos de la misericordia de Dios, y ayuda en la lucha, para enfrentarnos a las tentaciones.

El Padre nuestro es la oración por excelencia. En ella pedimos siete cosas, el número de la perfección y en el orden en que deben ser pedidas, como recuerda Santo Tomás de Aquino.

Pocas son las cosas que pedimos y de algún modo eso es todo lo necesario que debe pedirse. Y además Dios sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos.