Una Iglesia que no comunica no es Iglesia

El sacerdote y periodista Miguel de Santiago realiza un examen de conciencia sobre la comunicación en general y sobre la comunicación de la Iglesia

Miguel de Santiago.
Miguel de Santiago.
  1. Teología de la comunicación 
  2. Nivel estilístico de Miguel de Santiago 
  3. Examen de conciencia sobre la comunicación
  4. Sobre el pensamiento de Benedicto XVI
Comunicación y cristianismo I.
Comunicación y cristianismo I.

No uno, dos, son los volúmenes que el sacerdote, periodista, y palentino de pro, Miguel de Santiago, acaba de publicar sobre el que hay que entender ha sido el tema de su vida, la propuesta cristiana a través del periodismo y los medios de comunicación.

Bueno, uno de los temas de su vida, porque Miguel de Santiago es hoy uno de los poetas españoles con una de las mejores obras de sentido teológico.

Teología de la comunicación 

Dice al principio del primer volumen que el director de la Revista “Religión y Escuela” le encargó una serie de colaboraciones sobre el fenómeno de la comunicación social. Y que en el trasfondo de estos dos libros están esas colaboraciones. Y algo más que esas colaboraciones. 

Es curioso porque la lectura de estos volúmenes me ha recordado la pretensión, que se dio en una época y pasada, de hacer una teología de la comunicación como teología de adjetivo. No sólo en España, por cierto, también con fuerza en Italia. 

Teología que no podemos negar que no esté aquí. De hecho el primer volumen se subtitula “Teología, ética y evangelización”. El segundo está dedicado a “Los medios, características y funciones”.

Con lo que este trabajo adquiere una función pedagógica, de introducción a este mundo de la comunión y de los medios de comunicación y de la comunicación de la Iglesia y en la Iglesia, que bien pudiera servir para los procesos de formación.

Nivel estilístico de Miguel de Santiago 

Antes de entrar, brevemente, en el meollo, quisiera destacar dos cuestiones. La primera es que da gusto leer a Miguel de Santiago. Su nivel estilístico en el uso de la lengua es muy notable. Con lo que también hay que estar muy pegado a lo que escribe nuestro autor, porque, de vez en cuando, con determinados giros, elipsis, colas y codas, y demás recursos, dice mucho más de lo que está diciendo.

Y la segunda, que el contenido de estos libros lo es también de y a propósito de sus lecturas. Con lo que el lector se da cuenta de cómo ha alimentado su reflexión sobre esta materia, quiénes han sido los autores que le han orientado, que le han ayudado, de los que ha bebido.

Lo que está claro es que Miguel de Santiago no escribe de oído. Lo hace con la reflexión y con su experiencia de vida, que no es poca, tanto en medios laicos como eclesiales. Lo hace recordando el pasado, analizando el presente y mirando hacia el futuro.

 

Examen de conciencia sobre la comunicación

Tengo que confesar que, de entre las quinientas páginas que suman los dos volúmenes, hay partes de mucha actualidad “interpeladora” y de no poco interés. Esto quiere decir que estos dos volúmenes son también un examen de conciencia sobre la comunicación en general y sobre la comunicación de la Iglesia, y sobre los comunicadores, o periodistas, que se dedican a estos menesteres.

Recomiendo a este respecto las páginas, en el primer volumen, sobre las generaciones de informadores religiosos o sobre la situación del periodismo dedicado a la información religiosa en España, en el pasado y en el presente. También a las dedicadas a la programación religiosa audiovisual, es decir, a los programas religiosos de RTVE y a la COPE.

El segundo volumen tiene quizá una sistemática mayor de análisis de los principales núcleos temáticos de lo que es el fenómeno de la comunicación y de sus modulaciones a través de los canales de prensa, radio, televisión, o las formas de publicidad, relaciones públicas, internet  y las redes sociales.   

Sobre el pensamiento de Benedicto XVI

Mientras leía estos libros recordaba lo que escribió Régis Debray en su obra “Introducción a la mediología”. Planteaba, en un capítulo titulado “El tiempo de la transmisión. El ángulo del ataque”,  la insuficiencia de la comunicación para la verdadera comunicación. Y proponía el concepto de transmisión como auténticamente generador y purificador de la comunicación. En la línea, por ejemplo, de lo que recoge nuestro autor sobre el pensamiento de Benedicto XVI respecto a la comunicación.

La comunicación sería razón necesaria, pero no suficiente, de la transmisión. Máxime cuando intuimos que la utilización del concepto de transmisión nos catapulta hacia el amplio marco de la cultura. Estaríamos jugando en el terreno de la configuración de la cultura por la comunicación, o de la comunicación y su uso como generador de la nueva cultura.

“Para comunicar, basta con interesar. Para transmitir correctamente, hay que transformar”. Comunicar para interesar; transmitir para transformar. Se comunica esencialmente con palabras; para la transmisión de la fe se necesita comunicación pero adquiere la capacidad transformadora a través del ejemplo de la vida". 

Da gusto leer a Miguel de Santiago y conversar con Miguel de Santiago.

Comunicación y cristianismo I y II

Miguel de Santiago

PPC

Comunicación y cristianismo II
Comunicación y cristianismo II

           

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