La religión en la campaña por la Casa Blanca

Mitt Romney es mormón, aunque con imagen anglosajona. Los dos candidatos a vicepresidentes son católicos.

Como es bien sabido, la primera enmienda de la Constitución estadounidense determina una separación a rajatabla entre Iglesia y Estado. Pero desde George Washington existen costumbres pacíficas, como la Jornada nacional de oración en primavera, herencia de los padres fundadores. Y no faltan elementos religiosos hasta en el "In God We Trust" del billete de dólar.

En el primer cara a cara con Obama ante las cámaras de televisión el pasado miércoles, Romney citó la declaración de independencia (Filadelfia 1776), para mencionar expresamente al Creador: "todos somos hijos del mismo Dios", dijo. Y habló –sin referirse a la polémica de Obama con las autoridades religiosas, especialmente el Cardenal Dolan‑ de mantener el compromiso con la tolerancia religiosa y la libertad en el país.

Como escribía hace poco Sally Quinn en "washingtonpost.com", "hasta ahora, ser americano y creer en Dios eran ideas sinónimas". Nadie se imaginaría a un ateo en la Casa Blanca. Y los candidatos, especialmente los republicanos, hablan de la divinidad. También Obama reafirma sus creencias cristianas ‑aunque no las mencionara en el primer debate‑, quizá para convencer a ese 17% de votantes que piensan que es musulmán.

El laicismo es algo europeo, a pesar del dramático diagnóstico que hizo Allan Bloom de las universidades americanas en los años ochenta. En todo caso, de allí vino la moda de las creencias orientales o el fenómeno del New Age. Pero, ante el peso de la religión en el actual debate político, se ha producido ya cierta movilización de ateos, agnósticos y librepensadores...

Una de sus puntas de lanza es la Secular Coalition for America, que agrupa a once organizaciones ateas. Sus dirigentes están muy inquietos ante la orientación del país. El vicepresidente criticó con dureza el primer mitin de Barack Obama: "hace treinta años, lanzar una campaña presidencial con una oración en un estadio de fútbol habría sido inimaginable": malsano –añadió‑ incluso para el partido republicano.

Como corresponde a la mentalidad americana, el movimiento "laico" ha puesto en marcha su propia campaña contra la religiosidad y, en concreto, para estructurar a los "no religiosos" en los diversos Estados: trata de hacer presión sobre los políticos locales y nacionales, y organiza sesiones de formación para que los ciudadanos sepan hacer valer sus derechos. Se consideran representantes de las personas ateas, sin religión o que rehúsan identificarse con una confesión concreta: dicen que son entre el 20 y el 30% de los ciudadanos, un 38% más que en 1990. La realidad es que la gran mayoría de los 310 millones de estadounidenses –el 76%‑ se declaran cristianos.

En sentido contrario está teniendo una especial difusión el vídeo lanzado por una madre de familia de Florida, en el que pide el voto para quienes defiendan mejor la vida, el matrimonio y la libertad religiosa (cfr. Aceprensa, 5.10.2012). Se trata de temas "no negociables", porque configuran el estilo de vida de una sociedad, a diferencia de lo que sucede con la economía, el trabajo, los impuestos o la política energética.

El 6 de noviembre, los electores tendrán presentes las convicciones de los candidatos más que en consultas anteriores. Muchos creyentes rechazan las consecuencias de la reforma sanitaria de Obama sobre aborto y contracepción, con la limitación que supone para la libertad religiosa. Se especula también sobre la incidencia que tendrá en el voto negro y en el hispano su postura favorable al reconocimiento jurídico de las uniones homosexuales estables. No faltan encuestas que minimizan la influencia de esas cuestiones, por entender que las "bases" no necesariamente siguen las directrices morales exigidas por su religión o sus costumbres ancestrales. Pero una cosa es el comportamiento personal y otra distinta otorgar su confianza a un futuro presidente de Estados Unidos.

 

Por paradójico que resulte en un país con máxima separación entre iglesias y Estado, el voto religioso puede ser decisivo en 2012.

bernal@aceprensa.com

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