La objeción de conciencia frente a la imposición de las minorías

En muchos Estados occidentales se vienen promulgando normas generales en nombre de la defensa de las minorías. Un efecto perverso –en el sentido sociológico del término  es la imposición a la mayoría de criterios parciales, que suele ir acompañada de la negativa a toda posible objeción de conciencia.

Ciertamente, una inmoderada extensión de las objeciones haría imposible la convivencia social en un Estado moderno: reconoce la soberanía de sus ciudadanos, sin ningún comunitarismo al modo de la coexistencia medieval de las principales religiones que coincidían en la confesión del patriarca Abraham.

Pero surgen cada vez más problemas, como el sucedido recientemente en Marsella, donde la teniente de alcalde delegada para la celebración de matrimonios civiles, se negó a oficiar las nupcias de dos mujeres. Su razonamiento: “no soy homófoba, soy una musulmana practicante”. Elegida en las listas del partido socialista, no advirtió que la ley promovida por François Hollande no prevé la objeción de conciencia.

La edil pidió a otro concejal que la sustituyera en la ceremonia, sin caer en la cuenta de que no tenía facultades para conceder esa delegación. Por tanto, el acto resultó nulo, y la interesada, que firmó la documentación como si hubiera estado presente, incurrió en el clásico ilícito de falsificación de documento público. Todo un embrollo que el alcalde comunicó a la fiscalía: ésta puso en marcha el correspondiente proceso de nulidad. Como suele suceder, las contrayentes no aceptarán la sanatio in radice (si es que está prevista en el ordenamiento civil); al contrario, quieren llegar hasta el final, y que la concejala pague por lo que ha hecho.

Más graves son las consecuencias humanas y jurídicas para profesionales de la salud que no ven reconocido su derecho a objetar en leyes sobre el aborto. Aquí la posible acusación no es de falsificar documentos, sino de negar asistencia en peligro de vida, con sanciones importantes en los códigos penales.

El ministerio de sanidad de Italia publica cada año un informe sobre la aplicación de la ley 194 (así se cita la norma que despenalizó el aborto en 1978). Permite conocer la evolución del fenómeno: también la proporción entre interrupciones voluntarias del embarazo y número de nacimientos; o porcentaje de médicos que no asisten a mujeres que desean abortar, amparándose en la objeción de conciencia.

Acaba de aparecer el último informe, con datos definitivos de 2012, y provisionales para 2013. Confirma la tendencia a la disminución: 102.644, el 4,2% menos que en 2011. La tasa de aborto (número de interrupciones por cada mil mujeres de 15 a 49 años), indicador para una correcta evaluación de la tendencia, se sitúa en 7,6 por 1.000, 3,7% menos que 2012 (7,9). Pero la proporción de abortos por cada mil nacimientos ascendió en 2013 a 203,8 por 1.000, un 0,3% más que 2012. En parte, se debe también a la reducción del número total de nacimientos, consecuencia del declive de la natalidad.

El informe permite valorar la influencia real de la objeción de conciencia en estos procesos. En síntesis, no parece un obstáculo, que exija modificar las directivas vigentes en las regiones, en contra de lo previsto no hace mucho en el Lazio, que negaría la libertad de los facultativos. Como señalaba un diputado en la Cámara, “no se puede utilizar a los objetores de conciencia para enmascarar problemas de organización sanitaria local”. En el conjunto del país, la cobertura del aborto es congruente con las solicitudes y las disposiciones de la ley, teniendo en cuenta la proporción entre abortos y nacimientos. Así, se ha pasado a 1,4 desde los 3,3 abortos semanales atendidos por un médico no objetor en los años ochenta, De hecho, la proporción de objetores es superior en Nueva York al conjunto de Italia.

En cierta medida, si se acepta la información publicada estos días, el problema de la objeción se traslada a los farmacéuticos, porque el informe ministerial, al valorar la reducción de abortos, no tiene en cuenta las interrupciones clandestinas debidas a la extensión del uso de varias píldoras del día o días después, como recuerda Carlo Casini, presidente del movimiento pro-vida con buenos argumentos científicos. Ésa podría ser una de las causas del descenso del número total de nacimientos. Y, desde luego, una justificación para la objeción de conciencia en el ámbito farmacéutico.

 

En cualquier caso, la progresiva invasión pública de las convicciones privadas, impone replantear a fondo el contenido de la objeción: a veces, más de ciencia, que de conciencia.


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