Los cristianos, entre las víctimas de la guerra civil de Siria

Pero más grave es la situación de los cristianos en el conflicto de Siria. Aunque no es la primera vez que me he referido a ese problema, considero necesario volver a tratarlo.

Demasiadas noticias se venían sucediendo, hasta la dramática del pasado 6 de junio: los cristianos comenzaron su éxodo en el oeste de Siria, en la ciudad de Qusayr, cerca de Homs, tras un ultimátum lanzado por el jefe militar de la oposición armada, Abdel Salam Harba. Algunas mezquitas repitieron el mensaje desde los minaretes: "los cristianos deben abandonar Qusayr en el plazo de seis días, que expiran este viernes [8 de junio]". Venía a ser la puntilla para esas familias, pues, tras el comienzo del conflicto, de los diez mil fieles que vivían en esa ciudad, sólo quedaba un millar.

Las razones de este ultimátum no son claras, pues se mezclan razones humanitarias con otras estrictamente políticas. Para algunos, se trata de una acción derivada de la lealtad de los cristianos hacia un Jefe del Estado que ha respetado hasta ahora su libertad religiosa. Según otras fuentes, se pretendería ahorrar más sufrimiento a los fieles. Pero la realidad es que el ultimátum pone de manifiesto la continuidad en la discriminación y la represión hacia los cristianos. Sufren un hostigamiento continuo, con la prohibición de salir a la calle o la obligación de "ceder el paso" si se encuentran con un musulmán, "como en los tiempos del califato otomano". Unas pocas familias han decidido con valentía permanecer en su ciudad natal –casi siempre formadas por personas de edad‑, pero resulta incierto que puedan sobrevivir a la acción de los grupos salafistas radicales, en las filas de la oposición armada, que juzgan a los cristianos como "infieles", confiscan sus bienes y cometen ejecuciones sumarias.

Así, un grupo de milicianos profanó el 13 de junio la iglesia greco-católica de San Elías en Qusayr. Los extremistas hicieron burla de los fieles con el repique de las campanas y blasfemias contra los símbolos de la fe cristiana: toda una demostración de lo que se proponen contra la comunidad cristiana.

Luego el grupo acampó dentro del edificio sacro, y dirige desde allí sus actividades. La Iglesia local ha condenado este "inaceptable comportamiento irrespetuoso hacia un lugar sagrado". Las autoridades eclesiásticas de Homs lanzaron un llamamiento, para que el conflicto "no degenere en la profanación de los templos y los lugares sagrados de todas las comunidades". Porque los radicales islámicos salafistas dan la impresión de que "tienen la intención de iniciar una guerra de religión".Así lo confirma el grito de sunitas y cristianos atrapados en el casco antiguo de Homs: invia articolo imprime preferiti

"¡Dejadnos marchar, en nombre de Dios!" Cerca de mil civiles, incluidos mujeres, ancianos, jóvenes, niños y personas discapacitadas "están en peligro de muerte real. No tienen nada, viven en el pánico, están en medio de bombardeos y combates". Piden la ayuda de las Naciones Unidas, de la Cruz Roja, de la Media Luna Roja, para salvar sus vidas.

Aunque el gobierno y el ejército sirios parecen dispuestos a decretar un alto el fuego para permitir la marcha de los civiles, una de las facciones de los rebeldes, encabezados por el líder Abou Maan, se niega. En el fondo, unos y otros están utilizando a personas inocentes como escudos humanos. Según un despacho reciente de la agencia Fides, esos casi 400 cristianos son los últimos de los más de 80.000 que vivían en Homs antes del conflicto.

La situación justifica el título de un editorial de La Vanguardia el pasado día 13: El infierno sirio. "El conflicto sirio está llegando a unas cotas de crueldad que golpean las conciencias de la opinión pública mundial", escribe el diario catalán. Ante el fracaso de la propuesta de paz de Kofi Annan, la diplomacia internacional espera que China y, muy especialmente Rusia, se decidan a realizar un mínimo de intervención, para frenar la matanza de civiles. Estados Unidos ha asegurado a Rusia que no se opone a su presencia estratégica en la región, incluida la base naval de Tartus, actual centro de mantenimiento y abastecimiento para la Flota rusa del mar Negro.

En el interior, la sociedad civil pugna por la paz y la reconciliación (invia articolo imprime preferiti

 

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"Mussalaha"): una posible alternativa a la intervención militar extranjera, lanzada espontáneamente por ciudadanos, parlamentarios, sacerdotes, miembros de las diversas comunidades étnicas y religiosas, cansados ​​de la guerra. Entre los promotores y partidarios de la iniciativa se encuentran lógicamente los cristianos de Homs. Se han celebrado ya dos encuentros en esa ciudad, con una participación popular extraordinaria, a los que asistieron miembros de las comunidades que conforman la sociedad siria: alauitas, sunitas, drusos, cristianos, chiitas, árabes. A ese "diálogo nacional auténtico" urge el Patriarca de Antioquía y de todo Oriente, Gregorio III Laham, al inaugurar el Sínodo de la Iglesia Greco-católica melquita en el Líbano. Sólo falta la respuesta positiva del presidente Bachar Al Asad.

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