Diálogo y testimonio en el mundo digital

En su  mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (24-I-2014), el Papa Francisco propone que la comunicación esté al servicio de una auténtica cultura del encuentro.

1. Crecer en humanidad a través del mundo digital. En nuestros días, escribe, “los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cerca unos de otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos”.

Comunicar bien, continúa explicando, nos ayuda a conocernos mejor y estar más unidos, con ciertas condiciones: nos ayudan a derribar los muros que nos dividen,  “si estamos dispuestos a escuchar y a aprender los unos de los otros”; al diálogo y al encuentro si estamos “dispuestos no sólo a dar, sino también a recibir de los otros”.  En este sentido, el mensaje es altamente positivo. Así respecto a las redes de comunicación afirma que “Internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos; y esto es algo bueno, es un don de Dios”.

            Al mismo tiempo reconoce los aspectos problemáticos, los límites: la velocidad con la que se suceden las informaciones supera nuestra capacidad de reflexión y de juicio, y no permite una expresión adecuada de uno mismo; la variedad de las opiniones expresadas puede encerrarnos en nuestros propios intereses, aislándonos de los demás, y especialmente de los que tenemos al lado; y además, están los que no acceden a estos medios de comunicación social, que corren el riesgo de quedar excluidos.

            Pero es importante el aviso y el subrayado: los límites e inconvenientes de los medios, no deben llevar a rechazarlos, sino a percibir que “la comunicación es, en definitiva, una conquista más humana que tecnológica”. ¿Y cómo podemos crecer en humanidad a través del mundo digital?

Estos son los caminos, bien concretos que propone el Papa: recuperando el sentido de la lentitud y la calma, del tiempo y el silencio, para escuchar y reflexionar, para acoger a los demás, para apreciar las diferencias de las culturas y tradiciones. Así, añade, “también sabremos apreciar mejor los grandes valores inspirados desde el cristianismo, por ejemplo, la visión del hombre como persona, el matrimonio y la familia, la distinción entre la esfera religiosa y la esfera política, los principios de solidaridad y subsidiaridad, entre otros”.

2. Encuentro y testimonio personal en la red digital. Retomando un vocabulario que le es querido, se trata de promover una cultura del encuentro, a pesar de nuestros límites y pecados. ¿Cómo hacerlo? Esta cuestión es similar, dice el Papa, a la que le plantearon a Jesús cuando le preguntaron: ¿Quién es mi prójimo? (Lc 10, 29).

Ahora podemos traducirla así: ”¿Cómo se manifiesta la ‘proximidad’ en el uso de los medios de comunicación y en el nuevo ambiente creado por la tecnología digital?”

La respuesta del Señor con la parábola del buen samaritano, es también una buena respuesta para nuestra pregunta. Aquel hombre no solo se acerca, sino que “se hace cargo” del otro, se convierte en semejante para quien le necesita. “Comunicar significa, por tanto, tomar conciencia de que somos humanos, hijos de Dios”.

 

En cambio, señala, “cuando la comunicación tiene como objetivo preponderante inducir al consumo o a la manipulación de las personas, nos encontramos ante una agresión violenta”, como la que había sufrido aquel hombre, dejándolo medio muerto.

¿Cómo hacernos cargo de los otros, ser más humanos, experimentar verdaderos “encuentros” en el espacio digital? “No basta –observa el Papa Francisco– pasar por las ‘calles’ digitales, es decir simplemente estar conectados: es necesario que la conexión vaya acompañada de un verdadero encuentro”.

Es necesario, propone, que veamos y vivamos la red digital no como una red de cables sino sobre todo de personas humanas.  Y para eso se requiere ponerse en juego a sí mismo: “El compromiso personal es la raíz misma de la fiabilidad de un comunicador”. Pues bien, “precisamente por eso el testimonio cristiano, gracias a la red, puede alcanzar las periferias existenciales”.

3. Abrir las puertas en el mundo digital. Las calles digitales, como las demás calles, están “pobladas de humanidad, a menudo herida”, de gente que busca una salvación o una esperanza. Lo mismo que hay que abrir las puertas de la Iglesia (en sentido físico y también espiritual, personalmente e institucionalmente), también hay que abrirlas en el mundo digital, “tanto para que la gente entre, en cualquier condición de vida en la que se encuentre, como para que el Evangelio pueda cruzar el umbral del templo y salir al encuentro de todos”

Por eso lo importante en este ámbito, apunta el Papa, no son los bombardeos de mensajes religiosos; sino la voluntad de entregarse a los demás, como señalaba Benedicto XVI hablando de este tema, “a través de la disponibilidad para responder pacientemente y con respeto a sus preguntas y sus dudas en el camino de búsqueda de la verdad y del sentido de la existencia humana» (Mensaje para la XLVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2013).

El Papa Francisco pone el ejemplo de la conversación de Jesús –el mejor comunicador de todos los tiempos– con los discípulos de Emaús. Es un desafío que “requiere profundidad, atención a la vida, sensibilidad espiritual”. Y es que  “dialogar significa estar convencidos de que el otro tiene algo bueno que decir, acoger su punto de vista, sus propuestas”. “Dialogar –aclara– no significa renunciar a las propias ideas y tradiciones, sino a la pretensión de que sean únicas y absolutas”.

En suma, para que nuestra comunicación sea positiva, tanto en el terreno humano como en la apertura a la fe, nos aconseja el Papa, hemos de “acercarnos, con amor y con ternura, a quien encontramos herido en el camino”. Y con el consejo viene el impulso y el ánimo: “No tengáis miedo de haceros ciudadanos del mundo digital”. Estamos ante un “desafío grande y apasionante que requiere energías renovadas y una imaginación nueva para transmitir a los demás la belleza de Dios”.

Vale la pena adentrarse en este camino, nuevo para muchos de nosotros, casi connatural para otros más jóvenes, también para educar en el diálogo y en el testimonio, que son los cauces principales para el encuentro en el mundo digital, y, por tanto, también para el anuncio y la transmisión de la fe.

Ramiro Pellitero, Universidad de Navarra
iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com.es


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