El espejo de las emigrantes

En los inicios del islam, Mahoma y sus seguidores fueron perseguidos con amenazas, insultos, calumnias y afrentas por los propios miembros de su tribu en La Meca. Consideraban que su predicación reprobaba su medio de vida, los negocios en torno a la peregrinación, e insultaba las tradiciones de los árabes. Ante una situación que se hizo insostenible y, gracias al juramento de fidelidad de algunas tribus paganas del oasis de Yatrib, unos pocos musulmanes iniciaron una emigración paulatina y silenciosa hacia este enclave que sería el de la futura Medina. Abandonaron sus hogares y sus bienes en La Meca y se asentaron en la nueva tierra. Más tarde, les siguieron sus mujeres y sus hijos. Finalmente, en el año 622, Mahoma dejó La Meca y, tras vencer a sus perseguidores, llegó a Medina donde se estableció con la primitiva comunidad musulmana. En árabe, esta emigración o ruptura se denomina hiŷrahégira, y los que la realizaron son losemigrantes o muhaŷirun. Entre ellos, hubo también algunas emigrantes, las muhaŷirat, que abandonaron a sus maridos no conversos y se unieron a la comunidad naciente. Según ciertas tradiciones, incluso participaron con los hombres en algunas campañas militares. Por su sacrificio personal, Dios recompensará a estos emigrantes y serán sus favoritos (C 9, 20).

La Guardia Civil detuvo recientemente en el aeropuerto de Barajas a una joven española a punto de volar hacia Turquía. Desde allí viajaría por tierra a Siria donde iba a convertirse en esposa de un combatiente yihadista. Según los estudios de los especialistas en la lucha antiterrorista, iba a engrosar la lista de las ya más de 550 mujeres occidentales, 11 españolas, que han realizado su hégira particular (desde sus países de origen hasta Siria) como modernas emigrantes. Allí daría hijos a los combatientes, cocinaría, cuidaría a los heridos, asistiría a programas de entrenamiento y difundiría sus hazañas en uno de los foros que las muhaŷirat tienen en las redes sociales para servir de ejemplo a nuevas emigrantes. Los informes de la lucha antiterrorista revelan que la mayoría de estas mujeres no son jóvenes desfavorecidas socialmente ni analfabetas, sino instruidas y económicamente desahogadas, unas conversas, otras nacidas musulmanas. La conversa de Huelva incluso pertenecía a una familia católica.

El denominado yihad del matrimonio ha abierto un debate en el mundo musulmán. Imanes salafistas, wahhabistas y chiitas han emitido fatwas para determinar la licitud o ilicitud de los matrimonios temporales o definitivos con combatientes. Muy pocos los consideran ilícitos o adulterio, ya que también son viables para mujeres casadas. La mayoría los admite calificando de mártires a las futuras desposadas, considerando que Dios purificará a los esposos si su acción tuviera algo de impuro y explicando que estas uniones mejoran las fuerzas de los combatientes una vez liberados del deseo sexual. El mundo cristiano además de irritarse por la aberración de las argumentaciones musulmanas y concluir que se trata únicamente de una elaborada maniobra de captación del islam extremista, descartados los motivos socioeconómicos, debería reflexionar también acerca de las razones que hacen atractivo el mensaje de Mahoma a un cristiano. Mirar hacia dentro en lugar de desviar la mirada hacia fuera. Hay otros muchos nuevos musulmanes occidentales que proceden de clases favorecidas y cultivadas, fieles a un islam menos institucional, más personal y más liberal, pero no por ello menos islámico. Al mismo tiempo, la hégira de las emigrantes occidentales y su futuro modo de vida tampoco dejan de ser islámicos: encuentran su fundamentación en la tradición del Profeta y en la sharia. Descubrir el sentido de la grandeza de Dios en el islam y convivir con musulmanes que vivían en la presencia continua de Dios, empujó a Carlos de Foucauld a salir de la frivolidad en la que naufragaba y a volver definitivamente a la casa de Dios Padre. ¿No será que los moradores de la casa de Dios Padre no viven sinceramente en su presencia y los que la buscan la encuentran fuera? Las muhaŷirat nos están ofreciendo su espejo para mirarnos en él.

 
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