Sin hijos

La realidad supera a la ficción. Un hombre tenía una fábrica. Era de última tecnología, con todos los detalles pensado al milímetro. A esta fábrica sólo le faltaba una cosa: operarios. Sin ellos no valía nada la fabrica. Así pues, este hombre salía todas las tardes por el pueblo para buscar operarios, pero al encontrarse con varios candidatos, les convenció de que no valía la pena, era mucho trabajo. Lo mismo hizo con toda la cola de jóvenes dispuestos que se agolpaban a su puerta para hacer entrevistas. "De verdad, el trabajo está mal pagado, dormirás poco, el estrés te sobrepasará...". Así fue disuadiendo a todos, hasta que no le quedó más remedio que cerrar la fábrica, con todo el dolor de su corazón.

Si le contamos este cuento a un niño, seguramente no se dormirá, y estará varios días con el famoso "¿por qué?" "¡No lo entiendo!".

La verdad es que yo tampoco lo entiendo. Y aunque parece ficción, este relato es superado por la realidad. El pasado lunes el INE publicó el estudio Proyecciones de Población a corto plazo (2012-2022) y a largo plazo (2012-2052: La población en España descenderá en 2013 por primera vez en las tres últimas décadas. ¡En 2018, las muertes superarán a los nacimientos! Esto llevará a que en 2052, por cada persona en edad de trabajar habrá otra inactiva. La sociedad será cada vez más anciana, y no habrá nadie que pague las pensiones de esta gran fábrica que es el Estado del Bienestar. ¡Se necesita niños!

Entonces, ¿por qué esta tan mal visto tener más de tres hijos? No lo entiendo. Cuando una mujer se queda embarazada de cuarto hijo, ya no la felicitan. Y no digamos si es el quinto o el sexto. Hasta la panadera se encuentra con el deber moral de regañarla, y de insinuarla que se compre una tele. En el trabajo, los jefes cambian su cara, y no de alegría precisamente. En cuanto a los ginecólogos, mejor no hablar.

Y es que está mal visto tener hijos. Ha calado aquel mensaje que Malthus difundió desde 1798. Con el crecimiento exponencial de la población se van a acabar los recursos, y esto no es desarrollo sostenible. Así pues, tenemos que ser todos muy responsables, y cuidarnos mucho de no crecer ni multiplicarnos. Y de esos polvos, estos lodos. Nos hemos quedado sin obreros. Y como "daños colaterales" esta mentalidad se ha llevado por delante muchos matrimonios, que, cerrados en sí mismos, no han sabido donarse y ser generosos.

¿Dónde queda la belleza de la paternidad mostrada por Pablo VI en la Humanae Vitae? ¿Dónde está la colaboración amorosa de los esposos con la obra creadora de Dios? ¿Dónde se ha quedado el papel de la familia mostrado por Juan Pablo II en la Familairis Consortio? De nuevo se ve que la Iglesia tiene mucho que decir. Y no sólo por proveer obreros, sino por el bien del propio matrimonio.

Mi reconocimiento a todos los valientes que se han abierto a tener hijos. A todos los que han cambiado un buen coche por pañales, y noches de descanso por vigilias llenas de incertidumbre, preguntándose si se dormirán o preferirán dar guerra hasta el alba. A todos los que no se ha dejado vencer por lo que la gente le dice. En fin, gracias a los que, gracias a su generosidad y esfuerzo están dando a nuestro país lo que tantas veces está oscuro, un futuro.

chelizpaula@gmail.com

 
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